FÁBULAS EN ALTA VOZ
A un paso de la Navidad y...
El clima no es que ha variado tanto como para darnos cuenta de que estamos en vísperas de Navidad. El “circulante” parece que no ha sido suficiente como para festejar con el espíritu que caracteriza a los dominicanos en esta época, y las fiestas son muy escasas como para creernos que ya estamos ante el umbral de un nuevo año. Realmente, estamos a un paso de las Pascuas y, al menos en mi caso, siento que todo sigue igual, pese a que el mes ya tiene 10 días. Igual que yo piensa Mirian. La situación le preocupa, porque entiende que mientras más años pasan, más frías, en términos de celebración, se vuelve la época navideña, y más caliente el clima para colmo. Se transportó a aquella ciudad fabulosa de antaño en la que antes vivían los dominicanos. Allí degustó el dulce sabor de una manzana sin alteración. Tenía meses esperando por darse ese gusto. La fruta se consume solo durante el invierno cuando es el tiempo de cosecha. Mirian está feliz con su abrigo, que saca del clóset solo para esta época. Tiene algunos trajes nuevos para asistir a los varios eventos en que la invitan por las celebraciones del mes de las Pascuas. Se prepara para bailar en las fiestas hasta más no poder. Todos en la ciudad esperan con ansias la temporada, pues es la que más se disfruta de un buen baile en familia, con amigos y vecinos. Ni hablar de cuánto anhela la noche del 24 para degustar esa cena que, pocas veces al año se puede comer. Mirian disfruta de esos abrazos sinceros que se ofrecen entre los habitantes desde que llega diciembre y, por si fuera poco, goza a plenitud al destapar los regalos que, sin ostentar precio o calidad, se regalan entre sí. Y a propósito de obsequio, Mirian volvió a la realidad enojada con la reacción de la persona a la que le tocó dejarle en la celebración de un “angelito” porque, según alegó: “Dejé un regalo de 1,500 pesos y el mío costó menos de ahí”. Lamentablemente, es así como se “comparte” ahora. El cambio en la celebración se ha dado en todos los sentidos, y a ella y a mí nos preocupa el destino que, en los próximos años, pueda tener la época. Los ánimos parecen desvanecerse. Ya la regalía no es para comprar ropa nueva. Es para pagar deudas. Ya la cena no es para compartir, es para cenar y cada quien tomar su rumbo, y el fin de año ahora es para irse de viaje. Parece que estamos a un paso de perder la celebración de Navidad.