KAIRÓS
“Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo”. En un acto de amor sin precedente, Dios nos ha elegido para formar parte de su pueblo y, por tanto, nos llama a ser santos. Después de habernos elegido conforme a su voluntad, nos ha destinado a ser sus hijos adoptivos por medio a Jesucristo. Pero no se trata de una adopción cualquiera, sino interior y real que nos hace partícipes de la naturaleza propia de Dios. Esta se completa cuando Cristo efectúa nuestra redención, al morir en la cruz por nosotros.