LETRAS
Lluvia cruel (Cuento)
¡Oh Padre!, ¿a qué hora es que la guagua va a llegar? Fue lo único que Elisa pudo vociferar tras estar casi una hora esperando el autobús que la llevaría a su rutinario y fatídico trabajo. Su ansia y desesperación, se mezclaron con el cielo gris que cubría aquella lluviosa mañana.Pero aquella escena no fue el principio de ese día, de hecho, fue cuando Adalberto, su esposo, le dijo que no la podía llevar a su trabajo debido a ciertos asuntos pendientes que tenía que resolver en otro punto de la ciudad.Mientras que Paula, su amiga “incondicional”, y que recientemente había comprado un auto a través de unos ingresos de cuya procedencia ella jamás ha querido dar detalles, tampoco le pudo dar un aventón porque tenía que visitar a un familiar.A Elisa no le quedó más que tomar su paraguas, y emprender su camino a pie hacia la parada de autobuses que quedaba a casi medio kilómetro de su casa.Justo cuando las cosas no pudieron ser peores, un carro de concho pasó a alta velocidad por encima de un bache rebosado de agua estancada, y tiñó la ropa que Elisa llevaba puesta del mismo color de las suelas de su zapato en aquel momento.-¡Cóntrale!, mira esa vaina, ese chofer del diablo e’loco que tiene que estar, exclamó furiosa la joven.-Diantre, cinco mil pesos enchumbaos de lodo, prosiguió Elisa, tras recordar que había gastado casi la mitad de su última quincena en su más preciada “pinta”, pero, su recital de ira se vio interrumpida por la tan esperada y a la vez inoportuna llegada del autobús.Ya una vez dentro del vehículo, se vio obligada a disfrutar del recorrido de pie, ya que estaba tan lleno “que no cabía ni un manda’o”.Como un método emergente para disipar su enojo y su transitoria mala suerte, miró a través de la ventana, y de mala gana una lágrima en su rostro pareció un reflejo de la lluvia que afuera caía, al ver la manera tan descarada en que su cónyuge con gran fervor abrazaba a su mejor amiga.