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La Vida

CONMEMORACIÓN

En capacidad de ayudar

En casos de desastre, hay áreas estratégicas en que las personas con discapacidad pueden ser de apoyo. El problema es que siempre se les ve como víctimas.

Cuando se trata de prevenir y mitigar desastres, las personas con discapacidad cuentan. Y no solo como seres que necesitan socorro: también pueden prestar ayuda a otros. Un invidente cuyo sentido del oído se ha agudizado podría escuchar con mayor claridad los gritos de auxilio de alguien que ha quedado atrapado entre los escombros de un edificio luego de un sismo. O, en condiciones de poca visibilidad dentro de una edificación que conoce y recorre con frecuencia, podría guiar a otros hacia la salida. Mientras que una persona en silla de ruedas, si bien tiene limitaciones para desplazarse al lugar donde ha ocurrido un desastre, puede operar una central telefónica o un sistema de radiocomunicación. “Las personas con discapacidad pueden ayudar por sus capacidades”, dice la italiana Antonella Cellucci, directora técnica del Consejo Nacional para la Discapacidad (Conadis). “Hay lugares estratégicos en casos de desastres en los que pueden ser un apoyo grandísimo y no los estamos utilizando porque estamos convencidos de que son solamente los ‘pobrecitos’ que necesitan y no estamos viendo lo que pueden aportar”. Para la venezolana Ana María Pérez, encargada en el país de la Unidad de Prevención y Recuperación de Crisis del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las competencias de las personas con discapacidad abarcan, en ciertos casos, el plano emocional y psicológico. “Como su cotidianidad es un entorno siempre difícil -explica Pérez-, cuando viene una dificultad mayor tienen de repente más temple, no entran en estado de pánico y pueden ayudar a otros en ese sentido”. PrevenciónLos organismos de socorro podrían reclutar y entrenar a personas con discapacidad a fin de que presten su ayuda en casos de desastres. Y no necesariamente para labores de atención primaria, como evacuación y rescate. Según el hondureño Dennis Funes, quien dirige el proyecto de reducción de riesgo sísmico que el PNUD desarrolla en Puerto Plata, las personas con discapacidad pueden involucrarse en las actividades de prevención. En distintos puntos del país existen personas con limitaciones físicas o motrices que, lamentablemente, enfrentan dificultades para integrarse a los centros de estudio o de trabajo y que, en consecuencia, disponen de mucho tiempo libre. Si, por ejemplo, se les ofreciera capacitación para operar equipos de radiocomunicación, podrían sumarse a los sistemas de alerta temprana. Estarían aportando a la comunidad y el hacerlo fortalecería su autoestima. Vivir los desastres con alguna discapacidad El Día Internacional para la Reducción de Desastres 2013, que se celebró en octubre, llamó la atención sobre la situación de vulnerabilidad en que se encuentran las personas con discapacidad cuando ocurren catástrofes o situaciones de emergencia. Quienes pertenecen a este segmento, que en el país equivale al 12.3 por ciento de la población o más de un millón de personas, enfrentan un alto riesgo de ser abandonados o dejados atrás durante una emergencia. “A ellos se les complica mucho más el poder hacer evacuaciones preventivas, el estar en albergues, seguir instrucciones...”, señala Dennis Funes, director del proyecto de reducción de riesgo sísmico que ejecuta en Puerto Plata el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Piense en la odisea que enfrentaría una persona con un impedimento físico en caso de una evacuación de emergencia: si se encuentra en el interior de un edificio de varios niveles tendrá que usar las escaleras y si hay obstáculos en su camino no podrá moverse con facilidad. Piense ahora en los invidentes. Las instituciones públicas y privadas establecen sus rutas de evacuación mediante señales visuales que ellos no pueden seguir. En tanto que a las personas con alguna discapacidad intelectual les podría costar más trabajo entender ciertas orientaciones sobre qué hacer en caso de una emergencia. Es, dice Funes, como si cada tipo de discapacidad enfrentara alguna barrera. IdentificaciónPara reducir el nivel de vulnerabilidad de las personas con discapacidad hay que adecuar todo el sistema de emergencia a sus necesidades específicas, afirma Antonella Cellucci, directora técnica del Consejo Nacional para la Discapacidad (Conadis). Eso incluye desde las fases de preparación y prevención hasta la mitigación y respuesta ante los desastres y emergencias. “Tú no mejoras la respuesta si no incluyes a todo el mundo, porque estás discriminando”, afirma Cellucci. “Las personas con discapacidad representan una realidad muy grande en el país, el 12.3 por ciento de la población, entonces hay que tomarlas en cuenta”. Y el primer paso para tomarlas en cuenta es identificarlas: saber cuántas son, dónde viven y qué tipo de impedimento tienen. Solo cuando tengan esa información a la mano los organismos de socorro podrán elaborar planes que las incluyan. Ya hay algunos avances en ese sentido. Por ejemplo, el Censo Nacional de Población y Vivienda 2010 tomó en cuenta las características de los sujetos con algún grado de discapacidad. De acuerdo con Funes, se podría cruzar esa información con la localización de los individuos con discapacidad y el tipo de riesgo específico de la zona en que residen (terremotos, deslizamientos, inundaciones, tsunamis). “Dependiendo de eso -explica- se pueden analizar mejor las necesidades y las capacidades que podrían tener estas personas en caso de desastres”. Como parte del proyecto que encabeza Funes en Puerto Plata, se está censando a las familias más vulnerables y ese levantamiento de datos incluye la identificación y localizacion de los hogares donde hay personas con discapacidad para tomarlas en cuenta al elaborar los planes de contingencia. La ONG Visión Mundial ejecutó un programa similar en Miches, donde desarrolló rutas de evacuación que incluían el mapeo de los individuos con discapacidad. ¿Y qué tal señalizar los hogares de las personas con discapacidad colocando en su fachada el símbolo que representa su condición (discapacidad física-motora, auditiva, visual o intelectual)? Dicha señal serviría de guía a los socorristas, pero algunas personas pueden considerar esta medida como estigmatizante (sin contar que, en caso de que la estructura colapsara, la señal se perdería). “A veces sucede que las familias que tienen una persona con discapacidad lamentablemente la tienen oculta”, comenta Ana María Pérez, encargada en el país de la Unidad de Prevención y Recuperación de Crisis del PNUD. Por eso este tipo de medidas deben venir acompañadas de un proceso de sensibilización y orientación para que las familias comprendan los beneficios de visibilizar a las personas con discapacidad. “Cuando se planifican todas esas posibles acciones lo importante sería preguntarles a las mismas personas que tienen esa discapacidad cómo se sentirían si eso se hace; que ellos tengan una voz y algo que aportar en todo el proceso desde que se identifican las acciones a tomar hasta que se planifica, hasta en la respuesta. Seguramente ellos mejor que nadie saben qué necesitan en caso de un desastre”, argumenta Pérez. InformaciónEl efecto de un fenómeno natural en lugar dado depende de la vulnerabilidad de este. Y esa vulnerabilidad resulta, a su vez, de la exposición y la capacidad de resistencia. El primero de estos factores no se puede cambiar; el segundo sí. ¿Cómo? Con capacitación y una mejor infraestructura. Para que la capacitación llegue también a las personas con discapacidad, los contenidos tienen que adaptarse a sus necesidades. “Tienen que manejarse diferentes formatos de información -afirma Cellucci-. Tenemos que dejar de pensar en formato estándar”. Los expertos sugieren contemplar el sistema braille y el lenguaje de señas al momento de elaborar informaciones para orientar a la población. En cuanto a la infraestructura el tema resulta más complejo. Los refugios (casi siempre escuelas, templos y centros comunitarios) adolecen del mismo problema que la mayoría de las edificaciones del país: falta de accesibilidad. Además de eso, de acuerdo con Funes, el país tiene limitaciones de equipamiento. Las personas con discapacidad podrían requerir ayudas como sillas de ruedas, bastones y otros equipos que tienen que estar disponibles de antemano para ayudarlas durante una evacuación. “Muchas de estas personas viven en situación de pobreza y no tienen estos recursos”, señala. Ninguna previsión está de más. Funes recuerda que toda persona enfrenta el riesgo de tener alguna discapacidad en el futuro, ya sea producto de una enfermedad, de un accidente, de un hecho violento o incluso de un desastre natural, un tipo de fenómeno que se hace cada vez más frecuente e intenso. De 1,160,847 dominicanos que viven con algún grado de discapacidad, un alto porcentaje tiene impedimentos físicos. “En un desastre como un terremoto grande, que la probabilidad de que ocurra es alta, ese porcentaje podría incrementarse mucho”, concluye Funes. (+)TRABAJO CON LA COMUNIDADAna María Pérez recuerda que cuando hay un desastre son los miembros de la comunidad los primeros en prestar auxilio. El Estado o el gobierno local, por más preparados que se encuentren, no llegan de inmediato al punto del desastre, mientras que los vecinos son vitales en un momento de evacuación o de una primera respuesta. Por eso considera necesario sensibilizar a los distintos públicos, no solo a los organismos de socorro, al Estado o a los gobiernos locales, sobre la vulnerabilidad de las personas con discapacidad en caso de emergencias. Por otro lado, los comités municipales y los organismos de toma de decisión deben contar con una representación de las organizaciones que agrupan a personas con discapacidad. Ellos mismos saben qué necesitan, qué tipo de discapacidad tienen, dónde se encuentran y cómo pueden ayudar.

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