CAMPEONA DE LA VIDA
Benza Gutiérrez: “Tengo 60 años guayando coco”
TURISTAS Y LOCALES SE ACERCAN PARA DEJAR ENCARGADAS LAS DELICIAS GASTRONÓMICAS QUE LE HAN HECHO FAMOSA EN LA ZONA.
La vida de María Mercedes Gutiérrez, conocida aquí en Constanza como Benza, transcurre entre olores. El olor de la arepa recién hecha y el de los dulces de leche, coco, naranja y lechosa que le enseñó a hacer su madre desde jovencita.
“Tengo 60 años guayando coco”, dice mostrando sus manos, deformadas de tanto guayar.
Por suerte, hace poco su hijo le prestó una máquina industrial que ahora hace ese trabajo.
Benza, que el pasado 28 de febrero cumplió 77 años, quedó viuda muy joven. Su esposo, soldado en tiempos de la dictadura, murió durante la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en 1959. Y Benza no volvió a casarse. Dos hijos le quedaron de la relación, y un futuro que labrar a fuerza de mucho trabajo.
“Mi marido ganaba 30 pesos cuando murió. Me pusieron una pensioncita pero me la quitaron con los cambios de gobierno”, cuenta esta campeona de la vida que apenas alcanzó un tercer grado de primaria.
En su casa, ubicada en la entrada del centro del municipio, Benza muestra con orgullo fotos viejas y recientes de sus hijos, nietos y biznietos; los reconocimientos locales que ha recibido y una fotografía donde se la ve al lado del actor Guy Ecker, que visitó la zona a mediados de los 90 mientras se filmaba en el país un anuncio de una marca de café para promover la telenovela colombiana “Café con aroma de mujer”.
Turistas y locales se acercan para dejar encargadas las delicias gastronómicas que le han hecho famosa en la zona: panes, marquetas y potes de dulces y arepa dulce y salada.
Benza explica que las arepas las hace de tres tamaños y al carbón. De tanto estar frente al carbón y el fuego quedó ciega durante un año.
“El fuego me afectó los ojos -dice-, porque cuando empiezas a menear la arepa no puedes parar. Le dije a uno de los nietos que le iba a enseñar a guayar coco porque pensé que nunca volvería a ver”.
Pero lo hizo. En 2001 la operaron y continuó con su trabajo. También tiene una hernia discal que le produce mucho dolor en las piernas.
Aunque cuenta con la ayuda de Graciela en la cocina, igual Benza se levanta todos los días a las seis de la mañana y se tira su balde de agua fría (¡en Contanza!, donde las temperaturas suelen bajar a 8 y 10 grados en las madrugadas) y se pone a rezar. Es muy devota.
“He pasado mucho trabajo en esta vida, pero estoy contenta con Dios. Mi papá nos dejó una tierrita, la tuve que vender y quedarme con esta esquinita. Me quedé pidiéndole a Dios”.
SU LABOR SOCIAL
Pero en nada de esto piensa Benza cuando habla de su debilidad: los niños. Este amor por los pequeños lo siente desde los 11 años, indica. Con los más pobres de Constanza hace cada diciembre una labor que va para 30 años: les prepara una enorme cena de Navidad y les regala juguetes. Su patio se convierte en una gran fiesta. Dos meses antes se los pasa pidiendo, “porque no tengo de dónde sacar para darles”.
“Aquí se cosecha mucho, pero el que tiene su queso no lo quiere ‘flojar’. Después de Dios, el amor a los demás es lo más grande”.
En Cuaresma, Benza prepara té para la comunidad, especialmente el Viernes Dolores. Muchos de los que recibieron su apoyo son hoy hombres y mujeres que agradecen sus atenciones.
SI LE TOCARA PEDIR PARA ELLA
Al lado de la casa Benza tiene un negocito donde vende “cositas”. Si tuviera que pedir ayuda para ella, su petición sería, dice, que le ayudaran a terminar el negocito y los estantes. Un asador de pollos también le vendría bien, asegura, porque le gusta prepararlos para la venta, lo mismo que longanizas, pastelitos y chicharrón.
“Y quiero continuar haciendo mi obra con los niños, porque quiero que Dios los bendiga mucho”.