La Vida

EVIDENCIAS

El valor por la vida

Arlene Reyes SánchezSanto Domingo

Muere. Se ausenta. Da pena mirar nuestros diarios: feminicidios y asesinatos por doquier. ¿Razones? ñ‘mi mujer llegaba tarde’, ‘me dejó por otro’, ‘me fue infiel’, ‘no quiso volver a mi lecho’, entre otras tontas excusas que no justifican quitar el derecho a la vida. Pero mucho más cruel es silenciar un alma, simplemente por un parqueo. Y la única pregunta que se me ocurre es ¿qué nos pasa? Creemos que las personas son nuestras, que nos pertenecen. Olvidamos que nadie nació atado a nosotros. Si alguien no nos quiere, hay que permitirle que nos deje. La vida no está subordinada a nadie más que a uno mismo. Es tan sencillo cambiar de dirección, ¿para qué pelear o discutir por algo que tiene solución? Minuto a minuto y segundo a segundo la delincuencia nos corroe en esta rutina diaria. Los seres humanos pierden conciencia de sus sentimientos. Hay que saber que las relaciones de pareja no firman contrato eterno. Hay que educar al hombre y a la mujer, en nuestro caso, dominicanos, en cuanto a la pertenencia emocional. Cuando usted se une sentimentalmente con otra persona es un proyecto de vida, no que usted compró a la otra persona, y como todo proyecto hay crisis y separaciones, pero la vida debe continuar. La falta de autoridad nos hace personas violentas, pues para conseguir que se logre algo tiene que ser a base de la fuerza. Somos una sociedad en donde todo el mundo quiere engañar al otro, y para evitar el prejuicio, hay que mostrarse que somos guapos: gritando, peleando, siendo machos (machistas). Esa es nuestra realidad. Nos manejamos a la defensiva, en todos los aspectos. Hace falta el reconocimiento de que existe un círculo vicioso. Y es ese nivel de violencia, que es imitado por los más jóvenes, lo cual es lamentable, pues éstos se van condicionando desde pequeños a entrar en ese ambiente. Es preciso aceptar que ya no vale conversación alguna de persuasión, lo único que resulta ser válido para el buen desarrollo de la población es tomar medidas drásticas frente a las fechorías, ejecutar la ley fuertemente, dando ejemplos contundentes para tratar de prevenir que la suma de los daños sea cada vez mayor. No hay cosa que dé más gratitud que tener la consciencia limpia, sin manchas en las manos, sin desvelos por las noches.

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