TERCER CAMINO
Aflojemos la cuerda
La vida no ha sido la fiesta que habíamos imaginado, pero ya que estamos aquí, ¡bailemos! F. Aramburu Cuenta la tradición que al apóstol Juan le gustaba criar palomas, y que en una ocasión un anciano que pasaba por su casa cuando regresaba de cazar, lo vio jugando con una de sus aves y lo reprendió amablemente por perder el tiempo de una manera tan frívola. Juan miró el arco del cazador y le señaló que la cuerda estaba floja, a lo que el anciano le respondió que siempre aflojaba la cuerda de su arco cuando no estaba en uso, para evitar que al permanecer apretada perdiera la capacidad de rebote, y a la hora de necesitarla, le fallara en la cacería. Juan entonces, aprovechando la moraleja, le dijo: “Y yo ahora estoy relajando el arco de mi mente para poder disparar las flechas de la verdad divina.” No es cierto que hacemos mejor trabajo cuando estamos con los nervios en tensión, o irritados por la presión constante. Si nos empeñamos en que todos los minutos de nuestro día sean productivos, y sentimos que regalarnos momentos de descanso compromete nuestra eficacia, estamos poniendo en peligro nuestra salud mental y física, y por ende nuestra capacidad de funcionar adecuadamente. Necesitamos de vez en cuando desenchufar nuestro equipo, hacernos lo locos, jugar como niños, soltar las cadenas, dejar ir las penas, disfrutar las flores y pensar que la vida es linda. Necesitamos de tiempo en tiempo descargar el zafacón de nuestras frustraciones, deshacer la telaraña de nuestros desencantos, renovar las pilas de la fantasía..., y así emprender nuevos senderos que nos conduzcan a una vida equilibrada y útil. Cuando mantenemos una vida apretada, tensa y sin tregua, podemos perder la capacidad de rebote y hacer fracasar nuestra cacería. Por eso, aflojemos la cuerda de nuestro arco y dejemos que nuevos sueños nos carguen de la energía revitalizadora que nos permita atinadamente disparar las flechas de nuestro compromiso con nosotros y con Dios Para comunicarse con la autora