Cuando la admiración se torna en obsesión

Una fan enamoradaes una lágrima besando una sonrisa es la que llena su pared con fotos tuyas es la que vive como tú, de la poesía”. Es un estribillo de la canción “Fan enamorada”, del dúo juvenil venezolano Servando y Florentino, que retrata la atracción o fanatismo de una adolescente por un personaje artístico, sea actor o bailarín, y que se manifiesta de forma tan obsesiva que poco a poco se podría convertir en un peligro para su existencia. José Miguel Gómez, psicólogo de la infnacia y adolescencia, asegura que esta problemática es habitual entre este segmento y adultos tempranos, desde los 14 hasta 21 años, con mayor tendencia hacia las féminas, quienes se apasionan con mayor intencidad por un artista. Existen diversos factores que influyen en la obsesión de muchos jóvenes con sus artistas preferidos, pero el primordial, según el especialista, es la baja autoestima y la falta de personalidad definida. “Eso ocurre porque muchos jóvenes no tienen una identidad definida o psicosocial bien resuelta; entonces, esa carencia conlleva a un cuestionamiento interior: ¿quién soy?, ¿a quién me quiero parecer?, ¿quién es mi ídolo? Estas son preguntas normales en la vida de un adolescente para consolidar su personalidad”, añadió. A esto se suma la incidencia que tienen los medios de comunicación y también la publicidad en la juventud, al imponer una cultura de consumo en una población tan vulnerable como los jóvenes y adultos tempranos. Entre las características más comunes de esta “obsesión” están que la persona desea imitarlo, seguir su estilo de vida, forma de ser, vestir y modo de actuar, lo que Gómez define como la alta tendencia a identificarse con la persona que admira. “En la misma medida en que tú te igualas con un artista, en ese mismo proceso se va perdiendo mucho la propia identidad”, precisó. De acuerdo con el psicólogo, es normal que pierdan sus hábitos culturales, para asumir los del artista, reúnen una colección de fotografías, crean grupos de apoyo y con el tiempo les nace un amor enfermizo. “La obsesión es tan impactante que muchos llegan a enamorarse y pasa a ser un amor platónico, pues los celan, se ofenden con ellos y cuando los ven pueden agredirlos e incluso provocarles la muerte”, apunta Gómez. Resultados Las consecuencias se ven desde el punto de vista psicológico y psicosocial. Un efecto psicológico es la despersonalización y el deterioro de la identidad, señala el especialista de la conducta. Surgen problemas con la familia y bajo desempeño escolar. El proceso de transculturación que puede sufrir, que es querer vivir y asimilar la cultura dominante en este caso la del artista. Por ejemplo: un adolescente que admira a un rockero londinense, busca todo sobre ese país, como una manera de identificarse con una cultura que no le pertenece y es ahí donde nace una crisis de identidad psicosocial. Otra de ellas es llenarse el cuerpo de tatuajes, iniciar el consumo de drogas y hasta pueden desorientarse sexualmente para seguirle los pasos. Patricia González (nombre ficticio), pertenece a un fans club y afirma que todo depende de la personalidad para caer en esa situación. “No tengo ningún tipo de locura con mi grupo, además Dios me dio la oportunidad de conocer mis artistas en una época en la que tengo más conciencia. Nunca haría algo fuera de lugar, porque me respeto y por igual al grupo”, dijo. Un caso reciente fue el de doce personas que se suicidaron acongojados por la muerte de Michael Jackson. En ocasiones el descenso de los admiradores ocurre luego del fallecimiento del artista, pero con Jackson fue una demostración “del amor obsesivo por el rey del pop”. ALGUNAS SUGERENCIAS Lo importante es que los jóvenes aprendan a que están viviendo en un mundo muy mediático, muy de la imagen, lo visual, y que tienen que aprender a cómo convivir con esa realidad, sin dejarse influenciar de una manera enfermiza por ella. José Miguel Gómez considera que los padres deben hablar mucho con sus hijos del tema y propone que también se incluya en los programas de orientación en las escuelas.

2009

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