ORÍGENES

Cruz-Díez: “El arte es la esencia de la vida”

EL VENEZOLANO CARLOS CRUZ-DÍEZ, SOBRINO NIETO DEL PATRICIO JUAN PABLO DUARTE Y FAMOSO REPRESENTANTE DE LA CORRIENTE OP. ART, FUE EL INVITADO ESPECIAL DE FIART 2010

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María Mercedes Especial para LDSanto Domingo

En sus manos el arte nace y renace de una mágica dimensión, esa en la que el color deslumbra la mirada de todo ser humano. En cada pincel, el artista venezolano Carlos Cruz-Díez pone sentimientos, emociones, sensaciones que hacen de su creación una pieza tangible de valor intangible. Sin duda, al escribir sobre él, sobre su historia de vida es preciso resaltar que por sus aportes está considerado como uno de los representantes más importantes del movimiento pictórico Op. Art, surgido en Estados Unidos en 1958. También es reconocido como el artista que más ha estudiado el color y como uno de los máximos representantes del arte cinético de Venezuela, que se desarrolló a lo largo del siglo XX. El maestro, título que ha merecido por su amplia trayectoria de éxitos, no solo es venezolano. Su árbol genealógico tiene raíces dominicanas, ya que es sobrino nieto de Juan Pablo Duarte. Por su vínculo histórico y familiar, su llegada a Santo Domingo, 16 años después, tuvo un motivo significativo. Fue el invitado especial de la segunda Feria Internacional de Arte FIART 2010, que se celebró en el Palacio de Bellas Artes. Cabe recordar que durante su última visita en 1994, a orillas del histórico río Ozama fue inaugurado un gigantesco mural, extendido en 28 silos y 11,000 metros cuadrados conocido como los “silos de Molinos Dominicanos”. Esta obra, borrada en el 2003, fue una fiesta de geometría, ritmo y color, la cual Cruz-Díez concibió y donó al pueblo dominicano en honor a los lazos familiares que nos unen. Sus iniciosCarlos Cruz-Díez comenzó esta conversación destacando que su madre, Mariana Díez, siempre le hablaba de su parentesco con Juan Pablo Duarte, y que su vena artística nació con su abuelo materno Mariano Díez Jiménez, a quien calificó como un hombre muy culto. “Todo el tiempo mi madre me contaba las historias de la familia, por eso al venir aquí me siento muy feliz porque me han recibido de maravilla y porque estoy en familia”. Recuerda que su madre le contaba que desde los seis años sus manos ya habían empezado a pintar, por lo que, llegado el momento de ingresar a la universidad, le dijo a sus padres que quería formalizar sus estudios como artista; y con el beneplácito de ambos, durante cinco años estudió en la Escuela de Bellas Artes de Caracas. En la década de los 50 estudiar arte no era prestigioso en términos económicos, y para ganarse la vida tuvo que incursionar en el mundo de la publicidad, fotografía, imagen e ilustración; también hizo tiras cómicas para los periódicos. “A esa etapa le agradezco mucho porque me dio una información valiosa que otros artistas no tienen (...) Por eso, hoy tengo tres talleres en Caracas, París y Panamá. Sin esa formación no lo hubiese podido hacer”, afirma Cruz-Díez. Su trabajo es artesanal y complejo, por lo que desde el principio supo que no podía trabajar solo, que necesitaba un equipo de colaboradores. “Yo concibo la obra, entrego un diseño con sus planos y sistemas constructivos y mis asistentes tienen toda la capacidad y experiencia para realizarla. Una obra de dos metros, yo pasaría dos meses realizándola”. Otro de sus aportes es que cuando en los años 50 no existía un programador, en su organización laboral ya funcionaba la confección de la programación. De ahí que su obra tiene un ritmo sistemático. “Como parte de esa programación sistemática, esa obra, que por acumulación genera un resultado diferente al punto de partida, es lo que me ha permitido que haya una relación con lo que estoy viviendo hoy y con lo que empezó a diseñar después”. Su trabajo de crear arte nunca se detuvo. Recuerda que luego empezó a plasmar el color del espacio, una expresión que nunca se había tocado, pues lo que se había trabajado hasta ese momento era el color pintado sobre una superficie o soporte. “Es sencillo decirlo ahora, pero me tomó muchos años de investigación, de estudio, reflexiones, buscar qué habían dicho los artistas, los científicos, en ese proceso el mundo de industria gráfica me ayudó mucho hasta que encontré mi estilo, al punto que todas mis manifestaciones van en función del color en el espacio. Siempre me he sentido pintor, por eso pinto de otra manera, no desde la óptica tradicional”. Ha diseñado, pintado, tantas obras que el número se escapa de su memoria. En ese sentido, sonrió y dijo: “Me resulta imposible decir la cantidad, yo trabajo sin tomar ese factor en cuenta, porque lo que me guía es el impulso de hacer arte”. Lo que si nos confirmó es que se alegra de que sus obras están dispersas por muchos países de América, Asia, Europa, es decir, en todo el mundo. OBRA PARTICIPATIVA, NO CONTEMPLATIVAARTE PÚBLICO:Una modalidad que lo mantiene muy vigente es el arte público, ese que la gente tiene más acceso a apreciarlo porque está en la calle. Lo interesante, para él de este proceso es que la obra y el discurso visual deja de ser contemplativa y pasa a ser participativa. El humanismo de su obra la crea el observador cuando se hace partícipe de ella, cuando logra activar y despertar reacciones emotivas e incluso físicas. Con este sentir, se centra en recrear el entorno más que estético, adecuado para que las personas vivan el arte, propiciando una interactividad entre la obra y su observador. Así elabora y proyecta su arte con la intensión de situar a quien lo disfruta como parte de si, y hacerle conocer que la experimentación con el entorno es lo que construye su forma de arte. Por esta razón, la obra de Cruz-Díez se ha vinculado fuertemente con la arquitectura y el urbanismo, porque se puede encontrar ornando plazas, teatros, edificios y otros sitios públicos de Venezuela y el mundo. “Las obras que están en las calles y las que están instaladas en empresas son ambientaciones. Lo que queremos es que la obra sea parte de ese ambiente”.

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