PSICOLOGÍA A SU ALCANCE
No desperdicies lo más importante
Acudimos a cuanto nos retrae de la realidad para paliar la ansiedad que produce el diario afán que enferma física y emocionalmente. Recordamos con melancolía cuando reinaba la fraternidad. ¡Cuán distinto es! Los abuelos guardaban cosas por si alguien lo necesitaba. Ya no guardamos porque casi todo es sustituible o desechable. Al mudarnos o finalizar el año escolar dolía despedirse pues los lazos establecidos entre todos eran fuertes. Hoy la gente se muda y el vecino se da cuenta al ver sacar la mudanza. Algunos ni se despiden. A la vez como desecho tratamos a las personas. La amistad se desvanece, no hay tiempo para cultivarla ni telefonear, para eso está internet. No enviamos postales; ahora son tarjetas virtuales. Los días son tediosos y fugaces por perder de vista la belleza de lo simple. Se ha cambiado el disfrutar la familia por otras compañías, deporte y bodegones. Navegamos por internet buscando amistad sin interesarnos por los que poseemos. No puedes cambiar el mundo pero sí modificar el suyo. Disfruta el ruido de los niños; pronto crecerán y el hogar estará silencioso. Que el afán no te impida buscar al ex de labor o de estudio. Visita el viejo vecindario, comparte con quien trabaja contigo y apenas conoces. Por mucho que te afanes no añadirás un codo a tu estatura, dice el Señor.