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VOZ DE DIOS

Hoy es Día de la Santa Biblia

Santo Domingo.- En el transcurso de los siglos, creyentes y ateos, grandes y pequeños, atraídos por cierta cosa desconocida, no dejan de hojear incesantemente el libro eterno, admirado por unos y denigrado por otros: la Biblia. La Biblia es una colección de textos reconocidos como inspirados por Dios, entre los judíos y los cristianos. Su nombre tiene como raíz la frase griega ‘Biblia ta aegia’, que significa ‘libros por excelencia’ (biblion, en singular). Es la literatura esencial de los hebreos y la palabra de Dios de los cristianos. Las Sagradas Escrituras comprende dos partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El primero contiene lo que el pueblo judío llama ‘Torá’ (ley), profetas y escritos, y su historia abarca más de mil años (fue redactado entre el siglo XIII y el siglo I antes de Cristo). El Nuevo Testamento reúne los Evangelios, las Epístolas, los Hechos de los Apóstoles y el Apocalipsis. Fue escrito en un lapso de diez o doce años (desde el año 48 al 60 después de Cristo), casi todo en lengua griega (Jesús hablaba el arameo). La Biblia es el fundamento del cristianismo. Impacto de las Escrituras en el mundo Sin duda la Biblia tiene una fuerza dinámica y revolucionaria que ha transformado las vidas de individuos y grupos a través del tiempo. La influencia bíblica no solo ha impactado al hombre en el puro ámbito de la fe, sino en otras esferas. su poder se ha extendido a la política, la literatura, el cine y el arte en general. Este libro único ilumina al hombre y la mujer sobre el bien y el mal. Con razón Casiodoro de Reina dice en el prefacio de su traducción española de la Biblia: “Intolerable cosa es a Satanás, padre de mentira y autor de tinieblas, que la verdad de Dios y la luz se manifieste en el mundo; porque en este solo camino es deshecho el engaño, se desvanecen sus tinieblas y se descubre toda la vanidad sobre la que su reino está fundado, de donde luego está cierta su ruina; y los míseros hombres que tiene ligados en muerte con prisiones de ignorancia, al ser enseñados con la divina luz, se le salen de su prisión a vida eterna, y a la libertad de los hijos de Dios”. La Biblia no sólo es religión La Biblia no sólo es religiónLa palabra de Dios tiene para cada situación de la vida un versículo que parece dictado al intento. Trata los aspectos sociales, económicos, políticos y religiosos de la existencia, a través de una diversidad de lugares y personas. El rico y el pobre, el libre y el siervo, el citadino y el rural, el culto y el ignorante desfilan por sus páginas. La historia de la redención se narra de diferentes maneras para alcanzar a distintos temperamentos, antecedentes y personalidades del mundo. “La Biblia es ñescribió el teólogo Samuel Chadwick- un milagro de variedad. En ella encontramos toda clase de literatura, toda forma de humanidad, toda variedad de temperamentos, toda necesidad humana, toda dote de sabiduría y gracia. Es apta para toda circunstancia y toda necesidad del hombre”. Revelación de un mensajeUna veintena de autores que vivieron en épocas muy distantes entre sí han escrito los libros sagrados. Veinte estilos diferentes, inimitables, coinciden milagrosamente en una unidad de propósito. El escenario, la historia y la ley son sus medios para exponer la revelación fundamental. El mensaje bíblico puede resumirse en la palabra “salvación”. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (San Juan 3:16). Este versículo es denominado “la Biblia en miniatura”. Palabras de vida eternaDios proveyó la salvación al hombre en un acto de amor. Envió a su hijo, Jesús, a enseñar, vivir y morir en la cruz para hacer posible la salvación de una humanidad pecadora. Esta acción provoca en el hombre una respuesta a favor o en contra de la propuesta divina. La Biblia es la revelada palabra de Dios respecto a la salvación del hombre, y las palabras “creer” o “no creer” son la reacción del hombre ante el mensaje de Dios. “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”, le dijo Simón Pedro a su Maestro en cierta ocasión. Cuando el hombre o la mujer ya no quiere oír palabras humanas, puede siempre volverse a la palabra divina, la palabra sagrada. En versos memorables, Arturo Capdevilla, escritor argentino, expresó el anhelo de muchos por leer u oír la voz de Dios en la Biblia: “Debe haber un libroÖ debe haber un libro/ que diga las cosas que preciso yo:/ la palabra justa, clara, buena,/ que anhelando estoy”.

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