TERCER CAMINO
Tercer Camino
No me mueve mi Dios para quererteel cielo que me tienes prometidoni me mueve el infierno tan temidopara dejar por eso de ofenderte. Sor Juana Inés de la Cruz Tan pronto como adquirimos uso de razón nos enseñan que la vida tiene dos caminos: el camino del bien y el camino del mal. Si escogemos el camino del bien, seremos niños buenos y obedientes; nos convertiremos en hombres o mujeres productivos; encontraremos a Dios, y al final iremos al cielo a disfrutar de una merecida gloria. En cambio, si escogemos el camino del mal, nos volveremos niños malos y desobedientes; seremos mañana hombres o mujeres miserables; Dios se enojará mucho con nosotros, y acabaremos en las llamas del infierno. Si nos ponemos dichosos, y Dios nos da un chance, iremos al purgatorio, donde también nos quemaremos por un tiempo, hasta que purguemos nuestros pecados. Así que si por alguna circunstancia nos desviamos del camino del bien y caemos en el del mal, debemos rectificar y volver rápidamente al del bien. Pareciera como si sólo con un pequeño brinco pudiéramos saltar de un camino a otro sin mayor esfuerzo. Así de fácil. En mis tiempos de niña casi todo lo que me gustaba hacer era pecado.“Padre, me acusó de decir una mala palabra, de decir una mentira, de desobedecer a doña Sila, mi vecina, de faltar a misa un domingo, de reírme de mi maestra”. ¡Que lucha para no quedarme en el camino del mal, y que miedo de ir al infierno si por casualidad me moría! Debería haber un camino que pudiéramos recorrer no sólo por alcanzar el cielo o por temor al infierno. Un camino que nos permitiera recuperarnos de nuestros errores y ser buenos por nosotros mismos. En mi experiencia trabajando con adictos pude comprobar que existe ese “tercer camino” que seguramente también nos lleva a Dios: el camino que atraviesa la pérdida para llegar a la luz. El camino que nos conduce del placer al gozo. El camino que nos lleva de la locura a la sanidad. El camino que nos permite renacer a través de la esperanza. El camino de la recuperación.