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REFUGIO

Les cuento

Cuando comencé a trabajar periodismo, hace muchos años en el periódico La Nación, mi primer día de trabajo al mando de la editora de Sociales, en ese entonces Chary Fondeur (a quien le agradezco mucho), mi primer “servicio” fue cubrir una recepción en la embajada de Estados Unidos. Grabadora en mano y dispuesta a hacer mi mejor trabajo, me dirigí allí. Sucede que como estaba novata, no conocía absolutamente a nadie, lo peor aún, mi trabajo era en la sección de Sociales y por sentido común, debía conocer a quienes les tomaba la foto. Recuerdo que me acerqué a un hombre y me presenté, le dije que era del periódico La Nación y que si me permitía una foto. Él con mucho gusto me dijo que sí y al terminar la foto por Roberto Rotchi, me acerco al señor y le pregunto su nombre, el cual contestó con tanta amabilidad. Yo escribo su nombre y el de los demás del grupo de la fotografía. Él me dijo: “vamos a hacer otras”. Me informó como se llamaban algunas personas, para que no tuviera que preguntar, las agrupó, yo terminé mi servicio y me fui. Cuando salí del lugar, Roberto Rotchi me dijo que ese señor tan amable, era Ramón Báez Figueroa, el dueño del periódico. Pensé que al otro día estaría cancelada, pero no fue así. Estoy segura que ni él, ni Rotchi, ni Chary se acuerdan de eso. Pero yo sí. Esa acción ha sido una gran enseñanza de vida. La humildad siempre debe estar por encima de todo. Claro, pocas personas saben que eso me sucedió porque sería demostrar mi estupidez y por tanto tiempo lo tuve aguardado. Pero hoy me dio deseos de contarlo a través de este medio de comunicación. Reflexiono que en el drama de la vida, todo puede suceder y que cada quien puede tener su carácter, y eso está bien, no estamos aquí para saber si alguien es bueno o malo. Pienso que este plano físico es un hermoso ensayo para recordar que todos somos iguales, todos vinimos a lo mismo. Somos almas, montadas en un cuerpo, con dinero, sin dinero, con inteligencia, sin ella, como sea, que sólo estamos en este mundo para interactuar con otras almas y darle lo mejor de uno. No estamos aquí para agredirnos, para maltratarnos, porque el tiempo es muy limitado, estamos para construir, aprender y desarrollarnos hasta que seamos tan perfectos o casi perfectos para estar felices al lado de Padre.

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