LECTURA COMPRENSIVA
¡Suma, no restes!
Cada vez que pienso en la suma, la multiplicación, la resta y la división, recuerdo cuánto me costaba participar de mis clases de matemática, tanto en el nivel primario como en el secundario. No así en el universitario, pues al ingresar a la UASD, decidí que no dañaría mi récord académico, el cual siempre fue muy bueno. Hoy, después de más de 30 años de haber terminado la licenciatura, sigo convencida de que la matemática no era lo mío. Sin embargo, debo reconocer que las cuatro operaciones matemáticas, básicas, me han dejado una gran enseñanza, sobre todo, la suma y la multiplicación. En mi paso por este mundo terrenal, he practicado cada una de ellas con mucho acierto, en la mayoría de los casos. Y casi todas me han dado lecciones de vida. Al sumar actitudes positivas, he enfrentado este bendito “inquilino indeseado”, que se ha alojado en mi cuerpo por 14 años, con sus respectivos y oportunos desalojos. Para ello, he sumado tantos amigos y amigas de diferentes edades, religiones, profesiones, oficios, con diversas formas de pensar... Además, he agregado muchísimas emociones que me han permitido disfrutar de unos seres maravillosos que nunca me han dejado sola, y a los cuales dedico mis oraciones, mi alegría, mi testimonio vivencial, mis afectos... ¡Y cómo se multiplican esos afectos! ¡Definitivamente, aprendí a sumar! Y al multiplicar, los grupos que me acompañan son más cada vez. Cuando un familiar o un amigo o amiga comenta mi caso con otros relacionados, realiza una multiplicación, pues a partir de ese momento, sus amigos se suman al ejército de combatientes y siguen multiplicándose. Sí, combatientes, pues ellos comienzan ofrecer posibilidades para continuar enfrentando al “inquilino indeseado”. Y de nuevo, sumo y multiplico yo también; no divido ni resto. Este espacio resulta insuficiente para exponer sobre la cantidad de personas que, sin ser profesores de matemática, me han enseñado a sumar y a multiplicar. Una de ellas, mi hermana Gladys, con su actitud siempre a “lo que Dios quiera”, pero que de vez en cuando se tranca, me ha llevado a repetir, con mucha frecuencia, “suma, no restes”. Y para que mi actitud sumatoria siga, específicamente el pasado 20 de marzo, se integró a mi vida Maia Isabella, una hermosa nieta que al igual que Lía Mariel, mi Besitos Húmedos, está pidiéndome que siga sumando y multiplicando, no restando. Les aseguro que no pienso cambiar de rumbo, siempre bajo el manto de Jesús.