La Vida

¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

“Señor, Tú tienes palabras de vida eterna”

Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

Tercer domingo de Cuaresma. Lecturas que a pesar de haber sido escritas hace ya muchos años están al día, aunque “el pueblo de esa época fuese primitivo”, como se ha dicho hace unos días. El Señor nos ha ido permitiendo ir creciendo poco a poco, como los niños pequeños, que antes de caminar, gatean. El pueblo de Israel también tuvo que ir creciendo hasta que estuviera preparado para recibir al Mesías, al Salvador. Y fueron muy pocos los que lo reconocieron, por su obstinación. Como nos está ocurriendo a nosotros, que no queremos reconocer al Mesías en Jesús de Nazaret, y seguimos viviendo en el Antiguo Testamento, aferrados al “ojo por ojo, y diente por diente”. Por eso este salmo de hoy nos llena de alegría: “Señor, Tú tienes palabras de vida eterna”. Tú no pasas de moda. Estás siempre al día; caminas con el tiempo, pues para Ti no hay tiempo ni espacio. Estas palabras las llevo siempre en mi corazón. Las repito una y otra vez a lo largo del día, pidiendo fuerzas ante tanta avalancha de violencia. Este salmo me da vida, y me mantiene con el corazón esperanzado: “La ley del Señor es perfecta y es descanso para el alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos” (Salmo 18). En este tiempo de Cuaresma, deberíamos repetirlo cada día. Y es que tenemos que retomar los mandamientos. Que no porque fueran escritos en tablas son obsoletos. Todavía están vigentes. Y si no lo están, vamos a buscar la forma de ponerlos en práctica, para paliar un poco la violencia y la delincuencia. Pues, sucede que el hombre se ha alejado de Dios, y nosotros los cristianos nos hemos olvidado de revelar Su rostro, con nuestras actuaciones. Nuestro corazón continúa siendo de piedra, y no de carne como tanto nos lo ha pedido el Señor, a lo largo de Su vida: “¡Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme!”. ¡Qué pena! Hemos perdido el respeto a Dios y sus preceptos. Se le pide a la Iglesia que se ponga al día, con los conceptos del mundo. ¡Es increíble que incluso algunos cristianos católicos se unan a este pedido de los que coquetean con la post-modernidad. Si viviéramos las bienaventuranzas, que son los “mandamientos” del verdadero cristiano, no habría necesidad de tantas leyes “dizque radicales y anticuadas”. ¡Oh Señor, cuántas injusticias se cometen en Tu nombre! ¡Qué dificultad tan grande nos resulta vivir el verdadero amor! ¿Qué pasa con nuestras familias? ¿Por qué no se puede vivir el amor en familia? ¿Qué tan difícil se nos hace practicar aquello que nos prometimos en el altar? ¿Qué tan difícil se nos hace enseñar a nuestros hijos los cuatro rostros del amor humano: la conyugalidad, la paternidad, la filiación y la fraternidad? Recordemos que el amor se aprende en familia. Ninguna escuela enseña a amar a nuestros hijos y/o hermanos. La Cuaresma es un camino sumamente positivo de crecimiento espiritual. Gracias, Señor, por darnos este tiempo de Gracia, para reconsiderar tus preceptos y llevarlos a cabo. Gracias Señor, por amarme tanto que hoy quieres ayudarme a comprender que Tú tienes palabras de vida eterna.

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