CENTRO HISTÓRICO
La primera casa de La Altagracia
ERIGIDA EN LA ENTONCES VILLA DE HIGÜEY HACIA 1512, LA HUMILDE CASA SIRVIÓ DE CATEDRAL PROVISIONAL EN ABRIL DE 1959. HOY EN DÍA SE ENCUENTRA ENTRE LAS PRIMERAS 10 PARROQUIAS DEL CONTINENTE AMERICANO
HIGUEY.- Enero es el mes de la Virgen; asimismo, con mayúsculas. Nuestra señora de La Altagracia recibe a sus devotos cada 21 de enero en su santuario de esta provincia que también lleva su nombre. Pero el culto mariano no es algo de estos días. Más aún, no se inició en la basílica donde su imagen es venerada. Unos cuantos kilómetros más al sur se encuentra una construcción cuyas paredes alojaron inicialmente a Nuestra Señora por alrededor de 400 años, y que hoy hacen honor al Patrón de la Villa de Higüey: el santuario de San Dionisio.
De acuerdo con el libro “Historia de Salvaleón de Higüey”, de Francisco Guerrero Castro, unos seis años antes de la villa ser erigida en parroquia, en el año de 1506, según la Relación de Christóbal de Santa Clara, estuvo en Higüey el clérigo Juan Mateo para el “beneficio curado” de la villa de Salvaleón de Higüey.
Explica que (posiblemente a partir de 1522) se construyó una ermita en tabla de palma y techo de cana donde se veneraba “el también recién llegado lienzo de Nuestra Señora de la Alta Gracia”. Cita el libro que el solar donde se construyó esta iglesia había sido propiedad de Isabel de Higuanamá, una anciana cacica indígena.
Para el año de 1552, Don Francisco de Dávila dejó un porcentaje de su fortuna para que se comenzara la construcción de un Santuario en honor de Nuestra Señora, dado que ya para esa época era muy arraigado su culto a la Virgen de La Altagracia.
Hoy día, este lugar sigue siendo uno de los principales centros de profesión de fe en esta ciudad del Este, conteniendo además con reliquias históricas tanto en su interior como su exterior. Un ejemplo palpable es el “Pozo de la Virgen”, cuya leyenda señala que sirvió para apagar un incendio que se desató en las cercanías del santuario.
“Y no habiendo agua disponible y quedando el río a una considerable distancia era imposible acarrearla con tiempo de apagar el fuego, cuando de pronto apareció allí aquel pozo que antes no estaba o que nadie había visto y con cuya agua pudo sofocarse el fuego, considerándose esto un milagro de la Santísima Virgen de la Altagracia”, reza la leyenda.
Un entorno histórico de adoración a La AltagraciaLa tradición altagraciana viene desde los tiempos coloniales. Como detalla el padre Juan Santana, párroco de la iglesia San Dionisio, donde primero estuvo alojada la imagen de Nuestra Señora de La Altagracia para su veneración, explica que antaño se realizaban varias peregrinaciones desde Venezuela, Puerto Rico y otras islas hacia Higüey para encomendarse a ella.
El culto a la Virgen data desde hace más de cuatrocientos años y la construcción del santuario, comenta, se debe principalmente al canónigo Alonso de Peña, quien era hijo de un miembro de la Real Audiencia de Santo Domingo. Por él se construyó el santuario, cuyo proceso se inició en 1567 y culminó en 1672.
Debido a varios fenómenos naturales, entre ellos terremotos, la edificación tuvo que ser restaurada, y así consta en sendas tarjas ubicadas dentro del recinto, en 1876 y en 1882.
El párroco comenta que dentro de esta iglesia estuvo el llamado “tesoro de la Virgen”, que no era más que los “expotros” que los peregrinos donaban al santuario “ya fuese por gratitud o por favores recibidos”.
Tales donaciones convirtieron a San Dionisio en la iglesia “mejor equipada litúrgicamente” de las islas del Caribe. Hoy día, la mayoría de este tesoro está ubicado en la basílica o en proceso de curación para formar parte del museo mariano que está en proceso de construcción.
El retablo de este santuario está construido con un estilo barroco sobre caoba criolla y fue tallado en el país, según explica el padre Juan Santana. Es la representación de un naranjo, según la leyenda de La Altagracia.
En su nicho estuvo la imagen de Nuestra Señora por más de 400 años, hasta que se trasladó hacia donde hoy reposa. También hoy puede encontrarse allí la imagen de San Dionisio, quien es el patrón de la villa de Salvaleón de Higüey. Los frescos del altar, según explica el sacerdote, fueron realizados a finales del siglo 19, por un pintor francés.
Según explica el arquitecto Rijo Prats, San Dionisio contaba inicialmente con un estilo “4x2” utilizado en capillas. El mismo era un edificio único y sólo contaba con lo que hoy es la nave principal. Posteriormente, con las restauraciones, vinieron las construcciones de las capillas anexas. Del mismo modo, el “ojo de buey” del frente del santuario se convirtió en ventanal, en donde se colocó un vitral.
Como ya se ha explicado, los fenómenos atmosféricos incidieron en el deterioro de San Dionisio, entre ellos un terremoto que abrió la bóveda. Esto, amplia Rijo Prats, motivó la construcción de arcos torales de tipo gótico, para darle la resistencia al nuevo ángulo de la cúpula.
Así, entre 1905 y 1912 se hicieron los últimos arreglos que comprometían la estructura, el cual incluyó las capillas mayores y el coro, ubicado en el mezzanine, representando el último arreglo durante la década del 40.
Rijo continúa explicando que el santuario fue construido en un estilo románico, pero las múltiples reparaciones lo convirtieron en gótico al agregársele los arcos torales, culminados en ojivas con rosetones, quedando la bóveda como único elemento original.
Otros elementos que conforman parte del entorno de esta iglesia de San Dionisio y que quieren ser integrados por el padre Santana, como el “casco histórico de Higüey”, son la llamada “Cruz del Perdón”, ubicada al frente del santuario, en donde hoy se están reparando el parque frontal.
La tradición señala, y así consta en la tarja colocada aquí, que desde ese punto los peregrinos llegaban al templo de rodillas, en penitencia y agradecimiento a La Altagracia.
Santana señala que esta cruz está muy ligada a las tradiciones antiguas de Semana Santa. Indica que la gente de los pueblos llegaba desde el Domingo de Ramos a pasar estos días de peregrinación.
Por ese mismo orden, se tiene proyectado reparar una estatua dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, que se encuentra al oeste del santuario, crear murales representativos de las tradiciones de enero y agosto y reparar el mosaico existente de Said Musa que es una alegoría a la aparición de Nuestra Señora sobre el naranjo.
En tal sentido, un sueño de este grupo de personas es el de que el entorno de San Dionisio, incluidos el hogar de ancianos, “sea peatonal y adoquinado”.
Por supuesto, todo el proyecto de reparación y restauración no puede iniciar si no con la propia reparación de la Iglesia, que ya manifiesta signos de filtraciones y otros problemas. Pero esto no puede comenzar, según el párroco, hasta que Patrimonio Monumental no haga un levantamiento del templo.