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PRECAUSIÓN

Un poblado oculto entre sal y arena

LAS SALINAS OFRECE UN HERMOSO ENTORNO DE PLAYA DESÉRTICA

PERAVIA.- Un sol candente que besa el mar es el paisaje que se divisa tras las montañas cuando el visitante se acerca, desde Baní, al poblado costero de Las Salinas, en el extremo sur de la provincia Peravia. Las dunas y la agreste vegetación también son testigos del trayecto, y con suerte podrá divisar una que otra garza o alguna lagartija tomando el sol. Pasada la sede de la marina de guerra y el astillero de Las Calderas, con sus imponentes barcos varados cerca de la orilla se llega por fin a destino, y apenas se adentra uno en Las Salinas se percibe un ambiente tranquilo, matizado por las muchas casa de vacaciones construidas a todo lo largo de la costa, así como algunos hoteles pequeños y otros negocios. Mientras más se avanza se llega a una especie de minipenínsula donde la magnificencia de la vista llega hondo al corazón de los sensibles y en un momento, si se sigue andando rumbo al suroeste, se puede alcanzar el extremo, donde aprecia el mar a ambos lados, las montañas de fondo y pequeños botes amarrados esperando que llegue la hora de la faena de los pescadores. El mar está tranquilo casi todo el tiempo, permitiendo a los bañistas disfrutar y practicar deportes como el jet ski, el windsurf y hasta el buceo. El sol mantiene el entorno a temperaturas de horno por lo que se requiere empacar lentes de sol, gorras y sombreros más que por un asunto de moda. La arena es de un tono grisáceo y podrá hallar una que otra concha para ese collar. ActividadesSegún los lugareños, Las Salinas se mantiene en gran quietud durante los días de la semana, en cambio los fines de semana es común escuchar desde tempranas horas el bullicio de los turistas locales, que reclaman su espacio para descansar en ese pedazo de paraíso que es su pueblo. Hay hoteles que acogen a los visitantes más exigentes, mientras que los más arriesgados dejan las chancletas y la ropa en la orilla para zambullirse en el generoso mar. Si este es su caso, no olvide el protector solar, para evitar las desagradables y peligrosas insolaciones. Hay suficientes colmados y bodegas donde comprar agua fría y otras bebidas y provisiones, además de comedores y cafeterías donde podrá degustar la especialidad de todo pueblo pesquero: el pescado, regularmente preparado frito y acompañado con fritos verdes, arroz, guineítos... lo que quiera. Albania Tejada, encargada de la cafetería Rincón Marino, nos contó sobre los productos que más proliferan en Las Salinas y que son el sustento de su gente. GASTRONOMIAFRUTOS DEL MAR:Albania Tejada lleva cerca de seis años cocinando. Arreglandose la blusa y con cierta timidez revela que en Las Salinas existen unos siete negocios de venta de comida, donde se ofrecen, además de la tradicional y siempre buscada comida criolla, camarones, lambí, calamares y diversos tipos de pescados guisados, fritos, en sustanciosas sopas o como usted prefiera, simplemente debe solicitarlo. VALIOSA SALAdemás de la pesca y el turismo, otro recurso es la sal, que sigue siendo extraída con la misma técnica que hace años, y cuyo procesamiento se lleva a cabo frente a la playa, para que sea posible extraer el agua y beneficiarse de la brisa costera. En lo alto, una rústica casita de madera y unos rieles sostenidos con palos son el centro de las operaciones. Debajo, una enorme montaña del color de la nieve se alza desprendiendo el olor del fondo del océano. Andrés Bienvenido Melo, capataz general, lleva 28 años trabajando en la salina y tuvo la amabilidad de explicarnos el proceso que se lleva a cabo para que el agua de mar se convierta en la mejor sazón de cualquier comida. “Cuando la marea sube tomamos el agua por una compuerta y la colocamos en el alimentador, allí le damos unos 15 ó 20 días para que el sol y la brisa hagan lo suyo”, comenta. Una vez esa agua recogida llega a una temperatura de 10 ó 12 grados y va dejando las impurezas que trae del mar, “va a un calentador de compuerta y pasa por un sedazo, donde la filtramos”, sigue relatando Melo. A seguir, el agua toma una temperatura mayor, “de 20 a 22 grados”. Ya casi empieza a cristalizarse. Lo siguiente se deja también a la naturaleza. El sol y la brisa son los mejores aliados, en acelerar el proceso de evaporación del agua restante, cuando la cristalización se completa se recoge y en unos vagones de metal es transportada y apilada en una pequeña montaña de donde “procedemos a venderla en grano y yodada a distintas compañías que se encargan de refinarla, envasarla y venderla”, dice el capataz. Este añade, además, que el papel de la mina “es importante, porque de ella sale el sustento de muchas familias de la zona”. La fuerza que mueve el procedimiento proviene de los brazos y espaldas de 120 hombres, 80 de ellos criollos, los cuarenta restantes de nacionalidad haitiana. La salina es administrada por el Ayuntamiento de Baní. Siendo de tal importancia para la zona, y la fuente proveedora de casi toda la sal que se consume en el ámbito nacional quizás debería modernizarse un poco el proceso de extracción de la sal del mar. Pero Melo afirma que esas transformaciones no sólo requerirían de grandes inversiones, sino que además podrían poner en peligro el empleo de los trabajadores actuales.

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