CONFLICTO

Santo Domingo, ¿verde?

SANTO DOMINGO.- Quienes conocen el valor de los árboles se horrorizan ante la idea de ver un espécimen cortado o mutilado sin razón aparente. Por eso, cuando los parques y avenidas de esta ciudad comenzaron a llenarse de “auténticos cadáveres vegetales”, organizaciones, entidades, grupos, ecólogos y urbanistas pusieron “el grito en el cielo”. Las acciones responden al avance del Plan Santo Domingo Verde, que lleva dos años de aplicación y contempla el cumplimiento de la normativa del Arbolado Urbano, un proyecto del Ayuntamiento del Distrito Nacional. Se persigue, primero, la eliminación de especies introducidas como el nim, el chachá y la acacia, que causan daño por su rápida propagación y su impacto en las infraestructuras. Otra parte del proyecto es la reconstrucción de aceras, paredes y calzadas dañadas y la reforestación con árboles nativos como caoba, avellano, almácigo, aceituno, grigrí, guayacán, mara, uva de playa, roble blanco, penda, samán y otros. También palmas: reales, corozo, alexandra, cana y otras. Con la siembra de estas últimas se ha levantado una ola de críticas, reclamos y protestas entre la ciudadanía. Mucho se ha dicho sobre las palmas que comenzaron a aparecer en las principales avenidas. Según ejecutivos del Ayuntamiento, la más cara cuesta 11 mil pesos, aunque no faltan voces que digan que son 30 mil. Aunque algunas son sembradas por viveros, otras son traídas, ya adultas, desde las costas, afectando, conforme a algunos ambientalistas, las poblaciones de la cigua palmera, ave nacional dominicana, que suele habitarlas. Despejando dudasComo no cuenta con viveros propios, el Ayuntamiento contrató los servicios de 18 jardinerías o viveros privados, que suplen gran parte de los especímenes vegetales que están siendo sembrados. Los suplidores proveen los árboles, los siembran y les dan mantenimiento durante el tiempo de garantía, que depende del tipo de especie. En el caso específico de las palmas, estas son suplidas, ya adaptadas por uno de esos viveros o extraídas de fincas del interior, en especial de Baní e Higüey. La extracción se maneja también a través de un suplidor que solicita el permiso a la secretaría de Medio Ambiente amparado en el Cabildo. Rafael Pérez, conocido como Beltré, es el encargado del arbolado urbano del Ayuntamiento. Revela que apenas un diez por ciento de las siembras pautadas en Santo Domingo corresponde a palmas, y que su precio no es tan alto como se cree. “Muchos piensan que sólo la palma cuesta 30 mil ó 50 mil pesos, cuando en realidad lo más a lo que las compramos es a mil ó 1,500 pesos a los campesinos en las fincas”, dijo. Este precio se incrementa durante el proceso de traslado y culmina con la siembra. Esta semana reporteros de LISTÍN DIARIO fuimos testigos del proceso de extracción y traslado de 18 palmas en Villa Restauración, Baní. Allí fue posible conversar con Radhamés Rodríguez, gerente administrativo de Caribbean Garden Proyect, uno de los suplidores de palma cana del proyecto. Rodríguez explica que el precio que le paga el Ayuntamiento por cada palma extraída, transportada y sembrada en la ciudad es de 7,500 pesos. Él, como suplidor, se encarga de sacar el permiso en Medio Ambiente, a través de la subsecretaría en Baní, luego de obtenerlo le entregan una Carta de Ruta con datos del dueño de la finca, en ese caso fue Delio Tejada Medina. El proceso “demora 30 días”. “Luego de la solicitud del permiso, Medio Ambiente manda a un inspector quien certifica si la extracción puede hacerse”, dice el suplidor. Luego se procede. Las palmas se desenraízan unos tres meses antes, se sacan con grúa y en camión se transportan hasta la avenida correspondiente y se siembran allí. La grúa, los camiones y la mano de obra las paga el suplidor así como el mantenimiento de las plantas una vez sembradas en la ciudad. La garantía, en el caso de las especies suplidas por Radhamés Rodríguez, es de 3 meses. Si en ese lapso alguna de las palmas que plantó se deteriora, se cae o resulta dañada, deberá reponerla. El Ayuntamiento paga a los suplidores por contrato, 50% por adelantado y lo restante con la entrega de la zona por sembrar lista. CausaEl Arbolado Urbano, que se ha agilizado en los últimos meses, surge en parte para evitar la proliferación e impacto de especies introducidas que causan daños, sobre todo a construcciones. Se ha propuesto la eliminación del nim, la acacia, el chachá y otras plantas. Sin embargo, esas plantas llegaron de algún lado. Rafael Pérez, encargado del Arbolado, y Luis Carvajal, ecólogo, miembro de la Comisión Ambiental de la UASD y la Academia de Ciencias, coinciden en criticar políticas erróneas llevadas a cabo por gobiernos pasados en materia de reforestación. “La cooperación alemana contribuyó a sembrar el nim a través de programas del Estado, para que crecieran en menos de cuatro años y se vieran los resultados”, recuerda Carvajal. Ese árbol que hoy está siendo eliminado fue introducido con bombos y platillos “para extraer insecticida. No pensaron que se propaga rápido”, dice Pérez. “Se ha sembrado mal”, dice Carvajal, y agrega que ha sido porque cuando lo han hecho organismos del Estado “han sembrado con horizonte político y politiquero plantas de rápido crecimiento...”. Luis Carvajal refiere que los árboles benefician mucho los ambientes urbanos. Indica: “La flora en las ciudades, que son islas de calor, garantiza enfriamiento, creando balance de oxígeno y dióxido de carbono”. Otros beneficios son la limpieza que ofrecen, la amortiguación de la contaminación, la producción de alimentos y el ser cobijo de la fauna. Pero no es todo, el árbol tiene en la ciudad función estética, lúdica y recreativa. “Nadie va a un parque totalmente vacío, sin árboles”, dice Carvajal. Y es un factor de identidad. Todas las mencionadas son funciones de los árboles, y para estar en una ciudad, un espécimen cualquiera debe cumplir una o varias de ellas. El cumplimiento hace a un árbol apropiado o no para espacios urbanos. Ninguno es “malo o bueno”. Ahora bien, ¿puede un árbol ser perjudicial? Hay criterios que determinan si es o no pertinente que esté en determinado lugar. Algunos de esos criterios son, por ejemplo, si interrumpe flujos normales: drenaje fluvial, la circulación vehicular..., si altera infraestructuras, si su crecimiento altera el cableado, o es muy frágil y quebradizo, si afecta el crecimiento de otras especies o si son alérgenas o venenosas. Todo esto hace a un árbol inapropiado para convivir con los seres humanos. Sin embargo en otro espacio, más alejado de la gente, siguen cumpliendo su función estética, de depuradores del aire, fuente de sombra y cobijo de la fauna. Todo es cuestión de saber ubicarlo.

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