SALUD
Lisbet Cruz, una joven armada de fe en batalla contra el cáncer
A sus 24 años, batalla contra un mal con la mejor de las actitudes y, aunque perdió a su madre por la misma enfermedad, mantiene la fe en llevar una vida normal.
Cuando se entra a la habitación de Lisbet Cruz, su respuesta será siempre, aun en medio de sus vicisitudes, una sonrisa.
A sus 24 años, batalla contra el cáncer con la mejor de las actitudes y, aunque perdió a su madre por la misma enfermedad, mantiene la fe en llevar una vida normal.
Lisbet necesita una mano amiga, Para ella poder volver a su hogar requiere el uso fijo de un tanque de oxígeno, porque no puede respirar por sí misma.
Además, necesita una silla de ruedas, una camilla y otros equipos, porque la cantidad de medicamentos necesarios para su mejoría supera su capacidad económica.
Acompañada de su mejor compañera, su hermana Karla Cruz, quien se encarga de hacerle los días más llevaderos y de cuidarla, Lisbet intenta que cada día valga la pena, no importa cuánto se alargue o acorte su tiempo en la tierra.
El cáncer de Lisbet comenzó como una simple masa que ocupaba uno de los laterales de sus caderas, hasta casi terminar dejándola sin vida.
“Eso comenzó como una grasa que había que limpiarme, pues yo continué dándole seguimiento después de diciembre, y con el paso de los meses comenzó a crecer. Entonces, volví al médico y me realicé más exámenes”, explicó.
Fue allí donde a Lisbet le dijeron había que hacerle una biopsia. “Cuando llegaron los resultados”, dijo, “ya me dolía y me daba fiebre. La piel se me puso fea y me recomendaron ir a un oncólogo”.
A partir de ese momento, Lisbet fue declarada paciente oncológica. Karla, al narrar las condiciones en las que se vio afectada su hermana, se emociona hasta las lágrimas, aunque intenta mantener la fortaleza para no flaquear.
“Es que no tengo cómo explicarle. Eso reventó, tenía la carne viva, le cambió la piel y el nivel de dolor”, detalló Karla.
Actualmente, a Lisbet le faltan dos quimioterapias, para terminar su tratamiento, que no ha podido aplicarse debido a que su estado de salud ha ido en detrimento.
“La primera quimioterapia no es igual a las demás. Uno después de las quimioterapias no es la misma persona, es algo que te desgasta física y emocionalmente. A mí se me comenzó a caer todo el cabello. Desde noviembre de 2023, las cosas han empeorado”, dijo Lisbet.
Entre bromas, ella cuenta cómo conoce a cada médico del Instituto Nacional del Cáncer Rosa Emilia Sánchez Pérez de Tavares (INCART), donde recibe atenciones médicas, porque pasa más tiempo en el hospital que en su hogar.
Lleva un mes y varios días ingresada, en virtud de que otra complicación ha sido un proceso infeccioso en uno de sus pies, lo que le impide caminar o desplazarse con normalidad, una taquicardia constante y una bronconeumonía.
Ahora necesita de ayuda constante para mejorar su respiración, incluido un nebulizador, entre otros dispositivos.
A su vez, también expresó cómo necesita medicamentos para poder inducir el apetito, ya que generalmente no tiene hambre después de este proceso.
Lisbet Cruz es egresada en Mercadeo de la Universidad Organización y Método (O&M) desde 2022. Antes de caer en cama, ejercía su profesión.
De las pocas cosas que le bajan el ánimo está el hecho de que ya no puede jugar con su sobrina de tres años, de quien es muy apegada.
“A veces la niña me dice: ‘Tía, ven a jugar, ven juega conmigo’, pero imagínate, necesito oxígeno para todo. No puedo pararme a hacerlo como antes”, narró Lisbet con melancolía en su voz.
“Yo he llegado a sentir como que el alma se me desprende del cuerpo cuando me dan esas crisis. Es una situación que solo el que la vive entiende”, concluyó Cruz, que ya se sentía muy cansada mientras relataba su historia.
Para ayudar a Lisbet puede comunicarse al 829- 664-2878.