De empleada en una tienda a imponer justicia como jueza
Elsa del Carmen Almonte Sepúlveda, desde que tenía seis años de edad, soñaba con ser abogada y posteriormente jueza.
En un rincón del distrito municipal Juncalito, en la provincia Santiago, nació Elsa del Carmen Almonte Sepúlveda, quien desde que tenía seis años de edad soñaba con ser abogada y posteriormente jueza.
Debido a su perseverancia y esfuerzo, pudo cumplir su sueño, enfrentando los retos de la vida con una determinación admirable.
Almonte Sepúlveda es hoy un símbolo de superación y resiliencia en su comunidad. “Siempre quise ser juez y cuando tuve la oportunidad de concursar lo hice”, dijo la magistrada.
“Nosotros vivíamos en Juncalito, mi familia, mis padres ya fallecido, y mi mamá afortunadamente está viva, tiene 80 años, nos trasladamos a la ciudad de Santiago, donde inicio mi recorrido, en busca de alcanzar mi meta, la que hoy gozo de ella”, manifestó.
Criada en una familia humilde y numerosa, Elsa fue la séptima de nueve hermanos. Está casada desde hace 11 años con José Octavio López Durán, con quien ha procreado dos hijas: Marel y Marianny.
Desde los 15 años, comenzó a trabajar como vendedora y cajera en una tienda local, un compromiso que le permitió ayudar a su familia y continuar sus estudios.
Almonte Sepúlveda dijo que en su carrera fue representante del Ministerio Público y ahora trabaja como jueza.
“En ese momento no había concurso para hacer jueza, con el ánimo de crecer y a mí me encantaba mi función como Ministerio Público, dije, si yo vuelvo a nacer, yo quiero ser juez, pero primero quiero ser fiscal”, sostuvo.
Dijo que renunció como fiscal, porque pedía mucho su traslado de La Vega a Santiago, que es donde reside.
La magistrada resaltó que todo su sueño lo ha cumplido gracias al apoyo de su esposo José Octavio López Durán, quien se ha convertido en su principal aliado y cómplice para poder ver cumplir sus metas.
A pesar de las largas jornadas laborales, ella nunca perdió de vista su sueño de superación personal y profesional.
Descubre su vocación
Fue en su trabajo en el ámbito comercial donde Elsa descubrió su pasión por el servicio público. Su dedicación y habilidades la llevaron a introducirse en el sistema judicial como secretaria, un papel que le permitió conocer de cerca la justicia y el impacto que esta tiene en la vida de las personas.
Fue este el momento que definió su rumbo: quería ser parte del cambio.
Elsa habló parte de lo que ha sido esencial para poder llegar a donde está. “Lo primero es enfocarse, ver cuál es la mente, ya que a veces decimos que nos enfocamos tanto en una cosa, que nos desenfocamos de otras, entonces tú verificas cuál es tu meta y te enfocas en ella”, explicó.
Dijo que con la ayuda de la familia se llega muy lejos, pues siempre se requiere el apoyo tanto de la familia de origen como de la conyugal.
El ascenso a la Justicia
En 2010, Elsa dio un paso trascendental al presentar su candidatura para el concurso de formación de aspirantes a fiscalizadores del Ministerio Público.
Su esfuerzo y dedicación la llevaron a destacar, logrando una de las más altas calificaciones. Su ingreso a la Escuela Nacional del Ministerio Público fue un hito en su carrera, y a partir de ahí, se comprometió aún más a servir a su comunidad.
Nuevo horizonte
Inconforme con su éxito como fiscalizadora, en 2014 Elsa decidió aspirar a un nuevo desafío: convertirse en jueza. Superó con éxito el riguroso proceso de selección y se graduó en la Escuela Nacional de la Judicatura.
Con una determinación inquebrantable, Elsa no solo se convirtió en jueza de paz, sino que también continuó su formación académica, obteniendo tres maestrías en Derecho Civil, Procesal Civil y Derecho Judicial.