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La angustia de tener un pariente desaparecido al llegar la Navidad

Sin perder la fe. Las familias mantienen la esperanza de encontrar a sus parientes desaparecidos, ya sea con vida o sin vida, con el fin de calmar su angustia y encontrar respuestas.

Anderson Martínez, joven desaparecido en Cienfuegos, Santiago.Foto Externa

La incertidumbre de tener un pariente desaparecido es agobiante y aún más, cuando se acercan las festividades navideñas, donde se espera compartir junto a los seres queridos.

Las familias que están pasando por esta situación describen diciembre como “el mes más difícil”, ya que anhelan poder compartir con sus seres queridos, pero no saben si están vivos o muertos, ni dónde se encuentran.

Esta angustia genera un profundo dolor en los corazones de cada familia que espera encontrar a su pariente.

Desde marzo

Dabeida María Mercedes Brache es una maestra que salió de su residencia el pasado 1 de marzo con destino a La Vega donde fue vista por última vez.

A meses de su desaparición, sus familiares continúan con la esperanza de volverla a verla. Así lo demostró Luis Vallejo, esposo de la docente. “Cada vez que llega un vehículo a la casa, esperamos que sea ella, pero nunca llega.”

Asimismo, expresó que esta época no es igual a las anteriores, la falta de su esposa ha cambiado sus tradiciones, “Esta navidad ya no es la misma, cuando ella estaba aquí hacíamos cena de nochebuena, pero este año fuimos donde otros familiares, porque sin ella, ya no es lo mismo”, expresó Vallejo.

22 años sin saber de él

Rafael Antonio Tapia Rodríguez, padre de cinco hijos, salió de su residencia en Jarabacoa, el 1 de diciembre de 2001, sin decir hacia dónde se dirigía.

Al día de hoy con 22 años de desaparecido, sus familiares mantienen la esperanza de que regrese.

“Mi familia y yo no creemos que aún este muerto, hasta que no veamos su cuerpo (…) Cada diciembre nos quedamos nostálgicos, con la esperanza de que él aún aparezca”,” expresó Rosa Tapia, sobrina del desaparecido.

Solo tenía 18 años

Anderson Martínez, de 18 años de edad, fue visto por última vez el 28 de abril de este año.

Su madre Francia Martínez, cuenta la desgarradora angustia que han vivido desde ese momento y la constante búsqueda de respuesta. “Aún voy a la policía a ver si tiene alguna información; no me cansaré de buscar a mi hijo”, expresó.

Igualmente manifestó que, anhela volver a ver a su hijo. “Me hace falta mi hijo, el todo lo hacía conmigo, todavía estoy esperando”.

Sin perder la esperanza

Estas familias, al igual que muchas otras, mantienen la esperanza de encontrar a sus parientes desaparecidos, ya sea con vida o sin vida, con el fin de calmar su angustia y encontrar respuestas.

Esperan algún día poder recibir noticias que les brinden la paz y la posibilidad de poder cerrar este capítulo.

A junio 2023

Una crónica de la periodista Jhangeyli Durán, de mediados de años, revela que a junio ya sumaban por lo menos 30 las personas desaparecidas, una cifra que cada año se incrementa, pues para junio 2022 solo se contabilizaban 13 desapariciones.

La periodista narra que de esas 30 personas, la Policía Nacional solo tenía conocimiento de 10 y los restantes eran publicados por sus familiares en las redes sociales, que en algunas ocasiones no acudían a los organismos judiciales para presentar denuncia de la desaparición.

Datos estadísticos

Según informaciones de la Policía Nacional, del 2017 a 2021 fueron registrados unos 652 casos de desapariciones, siendo el 2021 el de mayor número con 160 casos.

La Policía Nacional en su informe más reciente explicó que han resuelto 53 casos de personas que habían sido reportadas como desaparecidas en el período comprendido de marzo a mayo de 2022.

Daños emocionales

A consecuencia de este drama, muchas familias se vuelve víctimas indirectas, ya que enfrenta la ausencia y desconocimiento del paradero de su pariente.

Hay familiares que padecen por un largo período y hasta por siempre el sufrimiento e incertidumbre debido la falta de respuestas de las autoridades.

Profesionales de la conducta advierten que las desapariciones pueden dejar secuelas emocionales y psicológicas en las víctimas secundarias, debido a que la incertidumbre se convierte en fuente permanente de sufrimiento.

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