explosión
La tragedia de San Cristóbal le dejó una marca imborrable
“El 14 de agosto me marcó la vida para siempre, porque aunque sane la herida, no creo que vuelva a ser la misma nunca más”, dice Águeda de los Santos.
La vida de Águeda de los Santos cambió para siempre el 14 de agosto.
Desde horas de la mañana de ese lunes, el ambiente estuvo tenso, con un aire caliente y sin energía eléctrica, por lo que se mantuvo sentada en la acera del negocio donde trabaja en la calle Jesús de Galíndez, en San Cristóbal.
Lo que Águeda, de 59 años, nunca pensó es que mientras escapaba del calor de la infraestructura; los escombros y cristales de una explosión a pocos metros de donde estaba, la atraparían haciéndola perder el conocimiento, provocando lesiones en su pierna izquierda y marcaría su vida para siempre.
“El 14 de agosto me marcó la vida para siempre, porque aunque sane la herida, no creo que vuelva a ser la misma nunca, lo que pasó ese día nunca yo lo había visto”, dijo durante una entrevista a periodistas de LISTÍN DIARIO.
Águeda es una de las tantas personas que resultaron heridas producto de la explosión registrada el 14 de agosto en la calle Padre Ayala, en San Cristóbal, que suma al menos 38 personas fallecidas.
Relatar la historia de lo que ha vivido desde ese día le cuesta, lo que evidencian las lágrimas que inician a rodar por sus mejillas, y el movimiento en sus manos; pero aun así la cuenta. El fuerte estallido y una estela de humo negro, los escombros que la lanzaron hacia dentro del local y luego ser movilizada, es lo último que recuerda.
“Yo veía los vidrios volando por los aires, pensé que era un maremoto, nunca me pasó la idea de que era una explosión. Eso me traumó, porque desde ese día he quedado mal”, rememora la dama.
De los Santos perdió el conocimiento y fue trasladada a un centro médico, para recibir los primeros auxilios, entre estos, la sutura de una herida en su pierna izquierda, donde recibió 18 puntos externos y otros cuatro a lo interno de la herida.
Lesión que tardó más de lo estipulado en sanar, debido a que es paciente de diabetes, complicando la cicatrización y dejándola durante más de un mes sin retornar a la normalidad de su vida.
En todo este tiempo, el miedo latente, dificultad para dormir, pánico y el querer borrar ese día de su vida, son los principales sentimientos que la acompañan; sin embargo, no deja de dar las gracias a Dios, “porque puede contarlo”.
“Le doy gracias a Dios, que estoy viva, porque como fue en esa pierna pudo haber sido en el cuello y no la estuviera contando, le doy gracias a papá Dios todos los días del mundo, cada vez que me despierto le digo ‘gracias señor’, porque quisiera que me siguiera dando la oportunidad, que no tuvo mucha gente, que nada más iban pasando”, contó sin poder evitar las lágrimas.
"yo antes estaba bien"
Antes del 14 de agosto, sólo la aquejaban problemas diabéticos y de circulación; no obstante, algunos traumas sufridos en la columna provocan que no pueda mantenerse sentada por un tiempo prolongado, lo que asegura fue tras el hecho, porque antes de la fecha “ella estaba bien”.
“En el impacto yo recibí como traumas en la columna y ahora estoy mal que no puedo casi ni estar sentada, ni estar parada y todo eso fue provocado a través de esa explosión, porque yo antes estaba bien, yo venía a mi trabajo diario (…) y todo lo que tengo en mi salud es de eso, porque yo no era así”, manifestó Águeda de los Santos.
Fallecieron en el siniestro
Pérdidas.
La señora, además de las heridas que sufrió físicas, padece la pérdida de vecinos y comerciantes del día a día que fallecieron a raíz del siniestro, o de quienes cuyos familiares aun no tienen rastro y eran sus conocidos. Eso sin contar el temor con el que vive desde pasado viernes, cuando se reintegró al trabajo.