explosión de san cristóbal
Zona de desastre va reabriendo sus puertas poco a poco
Aunque las autoridades afirman que ya no hay más personas desaparecidas, en la zona permanecen parientes que buscan a familiares, amigos y vecinos que no aparecen ni muertos ni heridos.
El silencio reviste las calles del centro de San Cristóbal por la mañana, sin embargo, con el paso de los minutos, que luego se convirtieron en horas, el movimiento despierta aquel espacio que una vez fue un centro concurrido, donde diariamente laboraban decenas de personas, pero que hoy sus rostros son recordados o buscados por sus familiares y seres queridos.
Los munícipes narraron que ese lunes, pasadas las tres de la tarde, “creían que el mundo se estaba acabando”, lo describen como un acontecimiento nunca antes visto.
Las calles Constitución y Padre Ayala, cubiertas de hollín y escombros, parecen un campo de guerra, mientras los locales destruidos permanecen aislados con cordones de seguridad, resguardando a la multitud que se pasea curiosa y con expresiones afligidas por la zona comercial.
“Primero se sintió un silbido y subieron las ondas, eso fue algo que ni de película, fue algo inexplicable”, indicó Esmailyn de los Santos, empleado de uno de los establecimientos comerciales de la zona.
En el local de El Mello Electrofácil, todavía recogían los cristales rotos a las afueras, mientras una empleada limpiaba el frente. Samuel Martínez, otro de los trabajadores, afirmó que pese a estar todos los empleados presentes en el local al momento del hecho, “gracias a Dios”, además del susto, ninguno resultó herido, no obstante, las imágenes que vio ese día, se quedarán guardadas en su memoria por un tiempo.
“Yo tengo tres días soñándome con eso”, expresó el hombre, al tiempo de añadir que el acontecimiento lo ha dejado con traumas.
En el local de electrodomésticos se rompieron los cristales y los muebles que se encontraban en exhibición a las afueras del establecimiento fueron dañados, sin embargo, Martínez enfatizó que los daños “fueron cositas sencillas” en comparación con lo ocurrido.
“A mí mi mujer me dice, no pienses en eso, pero yo les digo, no me digan a mí que no lo piense, porque fui yo que lo viví y tengo amigos míos, que están muertos”, expresó con tono angustiado.
Según los vecinos de la zona, en el epicentro del incendio operaba un antiguo mercado, así como la tienda de colchones Toledo, una sucursal del Banco Banreservas, una clínica agro veterinaria, entre otros establecimientos.
Continúa la asistencia
A la zona de destrucción continuaban llegando miembros del Ejército Nacional, el Cuerpo de Bomberos, la Defensa Civil, el Servicio Nacional de Salud (SNS), el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), la Cruz Roja Dominicana, entre otras entidades, a ofrecer asistencia.
Una de las residentes del lugar, explicó que aún no ha calculado la magnitud de los daños ocasionados en su vivienda. “Todavía no he sacado la cuenta”, sostuvo la fémina, quien dijo que en su casa cayeron piedras encima de los techos de zinc, al igual que el plafón del techo de su casa.
Asimismo, otras casas aledañas resultaron afectadas con el desprendimiento de hierros, hojas de zinc, tablas de madera, entre otros daños a las estructuras.
Comercios
Al menos 16 comercios, incluidos tiendas de ropa, negocios de comida, de reparación y venta de teléfonos móviles, entre otros, permanecían cerrados en la tarde de ayer, mientras los demás iban abriendo progresivamente.
Algunos no abrían por temor, otros por solidaridad con las víctimas y sus familias.
Los vecinos indicaron que aun en medio de la tragedia, malhechores se aprovecharon de la situación para saquear varios negocios y viviendas.
por lo que varios lugareños tuvieron pérdidas materiales.
Familias de desaparecidos
Así como la esperanza es lo último que se pierde, familiares de personas desaparecidas el día del siniestro, se mantienen a la espera de respuestas sobre la búsqueda de sus seres queridos.
La mañana de ayer las autoridades se reunieron con los parientes de las víctimas de la tragedia, quienes entre lágrimas de dolor y desesperación solicitaban informaciones que pudiera darle remedio a su sufrimiento, pues la incertidumbre de no saber
Pese a que el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), dio el informe de que de 27 cuerpos hallados en la zona, entre estos ya no existen cadáveres desaparecidos reportados en la Policía Nacional, las familias continúan la búsqueda desesperada de sus parientes.
Tal es el caso de Mercedes de la Cruz, quien se mantenía de pie mirando hacia la zona del desastre, esperando a que sacaran nuevos cadáveres, pues quería saber sobre el paradero de su prima, Reina Heredia.
Explicó que entre toda su familia, asumieron la responsabilidad de dividirse entre hospitales, el lugar de los hechos y el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), con la esperanza de saber qué le pasó a su pariente.
Narró que Reina es madre soltera de tres niños, y es descrita como una joven “muy dulce y trabajadora”. Lo último que sus familiares supieron de ella fue que acudió a la tienda Toledo a comprar telas.
José Vicente Rivera conocido como “El Gato”, quien fue a la Agro veterinaria La Esperanza a comprar alimento para animales. La madre de sus tres hijos asiste desde el primer día, para saber alguna novedad sobre si el hombre continúa o no con vida.