La Feria del Libro: ¿Renacimiento o decadencia?
La Feria del Libro, sin duda el evento cumbre de la promoción literaria en República Dominicana, ha experimentado una metamorfosis desconcertante en los últimos tiempos. Lo que solía ser un hito anual celebrado en el mes de abril, ahora se ha convertido en un laberinto de fechas. Esta evolución, lejos de mantener viva la expectativa, ha sembrado incertidumbre. El lector ya no espera el evento como tal, sino que le surge la pregunta: ¿En qué mes será la feria?
En los últimos años, las críticas y el escándalo en torno a esta fiesta literaria no han dejado de florecer. Los organizadores, en busca de crear una “edición espectacular”, han caído en el “ojo” no solo de la prensa sino de quienes año tras año se dan cita.
En el 2019 y en el 2022, se vendió la feria como un evento que renacía con una nueva propuesta en la Zona Colonial. Ambos fueron un experimento que fracasó, sin libros, sin gente, y sin escritores. En este caso, quedó el amargo sabor de que lo nuevo no haya resultado y la experiencia para volver a su espacio habitual, la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte.
En el 2023, la Feria regresó a la explanada de la plaza, y el evento obtuvo un 10 en organización, promoción y la gente que asistió. Con la ligera diferencia que no fue en abril, en el marco del Día Internacional del Libro, sino en agosto. Un mes donde lo más destacable es el regreso a clases y, por ende, una falta ante aquellas escuelas del interior del país que años tras años coordinan ese viaje con dos meses de antelación, para que económicamente los estudiantes se pudieran preparar. A pesar de esta observación, digamos que fue una feria que trascendió con ventas en librerías que superaron los 50 millones de pesos de acuerdo con el comunicado oficial.
Este año, no tendremos una feria en agosto sino en noviembre, según anunció el Ministerio de Cultura. Sin una fecha fija en el calendario, el evento parece estar a la deriva, sin un rumbo claro ni una identidad definida. La esencia misma de la feria, que debería ser un punto culminante del año para los amantes de la literatura y la cultura, se ha diluido en un mar de indecisiones y cambios improvisados.
Otro punto que ensombrece este evento literario es la falta de transparencia en cuanto a la información detallada sobre las ventas, lo que plantea interrogantes sobre la gestión y el alcance real del evento. A menudo, los datos proporcionados por los organizadores parecen ser una versión simplificada de la realidad, lo que deja a los asistentes y a la comunidad literaria sin una comprensión completa del impacto y la relevancia de la feria.
En contraste, eventos similares en otras partes del mundo, como la Feria Internacional de Madrid, se destacan por su enfoque transparente y detallado en cuanto a las ventas de libros. Los informes disponibles ofrecen una visión completa de las tendencias de compra, los géneros más populares y otros datos relevantes, lo que permite una evaluación más precisa del éxito y la influencia de la feria.
Con la próxima edición anunciada para noviembre, la Feria del Libro en República Dominicana se enfrenta a un nuevo capítulo en su historia. Esta elección plantea la pregunta de si esta fecha será la clave para revitalizar el evento y restaurar su prestigio. La comunidad literaria y cultural espera ver si se implementarán cambios significativos que garanticen una experiencia coherente, transparente y enriquecedora para todos los involucrados.
Así surgió la Feria
De acuerdo con un artículo escrito por Jimmy Hungría en el portal “Plenamar”, la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo tiene raíces profundas que se remontan a más de medio siglo atrás. Iniciada por Julio Postigo en 1950, quien propuso el 23 de abril como Día del Libro en honor a Miguel de Cervantes Saavedra, la feria evolucionó de un evento nacional a uno internacional, convirtiéndose en un faro cultural para la República Dominicana.
A lo largo de su historia, la feria ha enfrentado desafíos y cambios. Hubo períodos de interrupción, como durante los años políticamente conflictivos de 1956 y 1957, así como en 1959 y 1960. Sin embargo, resurgió en 1967 y, posteriormente, en 1973, con la creación de la Comisión Organizadora Permanente de la Feria del Libro a nivel nacional.
Desde entonces, la feria ha experimentado transformaciones, incluyendo cambios en la composición de la comisión organizadora y la expansión de su alcance internacional. Con la adopción de otra estructura en 1997 y su evolución hacia una feria internacional en 1998, la celebración aspiró a ser una fiesta cultural del país, atrayendo a visitantes y destacados escritores nacionales e internacionales de distintas generaciones.