damnificados
En El Tamarindo claman por ayuda del gobierno
“Nosotros somos una comunidad olvidada. Por aquí no ha pasado nadie, hemos hecho el intento por nuestros propios medios, de gente que conoce gente, de conseguir por lo menos comida.
Son alrededor de 67 casas, todos ubicadas en la cercanía de la ribera del río Ozama que da con el sector Tamarindo Adentro, en Santo Domingo Este, las que se encuentran en condiciones deplorables tras el paso del fenómeno que provocó intensas lluvias en todo el país hace una semana.
Según cuentan los propios comunitarios, han sido ellos los que han tenido que sacar cuentas de los afectados y movilizarse a esperas de obtener la atención de quienes manejan el brazo social del gobierno que, aseguran ellos, a pesar de reconocerlos como un área vulnerable, no se han dado cita para conocer su realidad tras la crecida del Ozama desde las lluvias protagonistas del 18 de noviembre.
“Nosotros somos una comunidad olvidada. Por aquí no ha pasado nadie, hemos hecho el intento por nuestros propios medios, de gente que conoce gente, de conseguir por lo menos comida porque aquí hay gente que lo perdió todo”, afirmó Angelina Zapata, quien se presentó como una de las residentes designadas para dar la cara por las decenas de familias perjudicadas, grupo del que precisamente forma parte.
El sábado, cuándo Listín Diario realizó su visita, a justamente siete días después del subidón del Ozama, fue qje los damnificados empezaron a buscar alternativas para sanear sus hogares.
Según refirieron, el agua cubrió hasta los techos, dejándoles sin más escapatoria que correr por sus vidas lamentándose por los aparatos del hogar que tanto trabajo les dio comprar y que no iba a poder salvar.
Perdieron todo
“Aquí se perdió absolutamente todo”, fue una de las frases repetidas por cada una de las personas entrevistadas, quienes negaron fervientemente haber recibido ayuda. Aunque, sí hubieron quienes refirieron haber escuchado de entregas de alimentos que no llegaron hasta quienes de verdad se identificaron como damnificados.
Desde ropa, hasta camas, estufas, neveras, lavadoras y demás instrumentos del hogar dejaron de servir para esas personas que, indicaron, intentaron salvar lo más que pudieran y, a fin de cuentas, terminaron priorizando su bienestar.
“Logramos subir la lavadora, pero después no se pudo salvar más nada porque preferimos quedarnos allá al ver lo rápido que estaba subiendo el río, que bajar y arriesgarnos a tener un accidente y perder la vida”, contó el señor Esteban Ostinvarde, quien tiene dos niñas menores de edad y vive junto a su esposa.
En general, la gente del Tamarindo pidió recibir el respaldo del gobierno, sobre todo considerando que los niños tienen la semana completa sin asistir a la escuela ante la pérdida de sus utensilios.
El área de gobernabilidad del Estado dedicada a brindar ayudas a las personas que viven en condición de vulnerabilidad, tampoco se ha hecho sentir en el sector Brisa del Este de Sábana Pérdida, en Santo Domingo Norte.
Indistintamente de que los moradores esperaban que la dolencia del gobierno dominicano fuera tal que les llevará a realizar, por lo menos, recorridos en los que pudiesen conocer su realidad, hasta hoy ha sido muy diferente.
Las pérdidas materiales que niños, adultos y envejecientes padecieron, han quedado simplemente en eso, mientras en otras localidades han llegado las brigadas de la Defensa Civil, Plan Social, Ministerio de Vivienda, Salud Pública y otras instituciones.
“El agua aquí cubría completamente las casas, se perdió todo. Estufa, neveras, camas, todo, y ni siquiera comida ha llegado aquí. Escuché incluso de un aspirante a diputado que vino y estaba dando plátanos y huevos, pero no llegó a los afectados, se quedó arriba”, afirmó Yaindy Solano, una de las principales damnificadas.
En el caso de Solano, de 31 años, son tres niños los que dependen de ella y que por las condiciones en las que se encuentra su hogar, no durante toda la semana se han ausentado de la escuela; mientras tanto, se hospedan en la casa de su madre, quien reside solo un poco más arriba.
En todo el lugar, las decenas de familias, es en los últimos dos días, que ya el agua volvió completamente al cauce que definen como normal, han empezado a limpiar, recoger, botar lo que no les sirva y reorganizarse.