Mercedes, toda una vida como arepera que pende de un hilo por falta de insumos
Mercedes tiene tiempo sin vender arepas por falta de dinero para suplirse de los ingredientes, su público le pide y la espera porque es más de uno el que ha salido de un apuro con sus famosas arepas dulces.
Para encontrarla lo único que necesitas es llegar a La Ciénaga, en el Distrito Nacional, y preguntar por ella. Se llama Mercedes, pero su nombre viene acompañado por el prefijo “arepera”, y cualquier vecino te explicaría con facilidad a cuantas esquinas debes doblar para chocar con la alegre señora de piel morena que prepara las mejores arepas del área.
Mercedes la arepera tiene una fama que le precede, se reconoce a sí misma como una mujer fajadora que a lo único que no le tiene miedo en la vida es al trabajo, y a sus 79 años de edad reluce llena de un vigor admirable, con el mismo que día a día ha salido a vender sus trozos de pastel de harina de maíz y coco, que por décadas han alimentado a múltiples generaciones de su comunidad, mismas que desde hace hace poco no los pueden disfrutar.
“¿Qué desde cuándo estoy vendiendo arepas? desde que me mudé por aquí, y eso fue en 1979. Ya usted se puede imaginar si tengo mucho”, alegó la señora de 68 años de edad que, junto a su difunto esposo, crió a sus tres hijos, uno de ellos fallecido hace tres años, a base de trabajos chiriperos como limpiadora casa a casa, barrendera y vendedoras de pacas, las mismas que ahora adornan la entrada de su casa.
Durante estos 44 años, la mujer que ha usado las horas de la tarde para salir a recorrer las calles del barrio ahora llamado Nuevo Domingo Sabio, se ha tomado al tiempo de cuajar su harina en dos viejos anafes, aunque su trabajo inicia desde que sale de su casa hasta uno de los extremos del sector, a pie, para conseguir el carbón para encenderlos.
“Yo camino todo esto, no tengo que ver. El que quiera venir a verme tiene que avisarme porque como puede encontrarme aquí, puedo estar en el mercadito para allá arriba o donde sea. Yo no me quedo quieta”, confesó contenta la señora de apellido Montero, cuestión que corrobora el equipo del Listín Diario que al realizarle una visita tuvo que esperarla porque se encontraba en la pollera.
Mercedes tiene 15 días sin vender arepas por falta de dinero para suplirse de los ingredientes, su público le pide y la espera porque es más de uno el que ha salido de un apuro con sus famosas arepas dulces, y ella misma, no pierde la esperanza de que conseguir prontamente con qué comprar y ver fortalecida su principal fuente de ingresos.
“Hace como 15 días que no hago arepas porque no puedo, no tengo con qué comprar. El coco está caro, la leche, todo está carísimo”, se quejó.
Con sus cubetas a rastro
A Mercedes Montero la energía le sobra, no hay temor a desmentidos al hacer tal afirmación, considerando que desde que prepara sus alimentos, se toma diariamente dos horas para rodear todo el sector con dos cubetas llenas de arepa, una en cada mano.
“Las mamás vienen con sus niños temprano a comprar sus arepas, y aunque yo salgo en la tarde, yo se las vendo, porque a veces no le da tiempo de preparar el desayuno y vienen rápido, se llevan su arepa y le compran un juguito”, comentó al desvelar que sus hojas de ruta han sido intensas desde que empezó vendiendo frente al antiguo hospital Morgan.
Aunque ya no tiene hijos que alimentar, y hace 24 años desde que es viuda, asegura que Dios siempre le tiene su comida segura, pero su vida sería más fácil si vuelve a trabajar en el Ayuntamiento del Distrito Nacional, donde era barredora.
“He vivido toda mi vida de esto porque no soy una mujer letrada y no puedo buscar otro trabajo, además de que a mi ya no me quieren dar trabajo porque dique que estoy muy vieja, pero a mi lo que me gustaría es volver a trabajar en el Ayuntamiento”, confesó, rescatando que aún cuando servía desde ahí al Estado, salía en las tardes a vender sus arepas.
Mercedes Montero, la arepera, es uno de esos personajes especiales, emblemáticos de La Ciénaga, que si un día falta, no tendrá quien la sustituya.