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El antes y el después de “Gilbert” en Guajimía Primera

El cambio. Aquí, de no poder salir, pasamos a ser uno de los mejores barrios; aquí no hay problemas, no tienes susto de la delincuencia. La verdad es que esto ha sido un cambio radical”, dijo la residente Luz María, de Guajimía.

En Herrera operaba una banda criminal conformada por adolescentes y jóvenes, bajo la autoridad plena de Germán Gilbert, abatido por la policía en enero de 2013.Jorge Martínez

El proyecto Guajimía Primera, en Herrera, de Santo Domingo Oeste, tiene un historial bastante cercano a la delincuencia, quizás más de lo que les gustaría a aquellos que hacen vida en el sector desde hace años.

Allá por el año 2013, el nombre de Junior Minaya Germán, alias Gilbert, atemorizaba a la zona y mantenía prácticamente un toque.

Nadie podía pisar las calles pasadas las 5:00 de la tarde y, aún de día, la cantidad de pasos que daba cada persona eran medidos.

Un morador fumandoJorge Martínez

Hoy, más de 10 años después de su muerte, entre las calles de todo Herrera se respiran mejores aires, tanto así que a los residentes de Guajimía Primera no les tiembla la voz ni desvían sus miradas para afirmar que ahora viven “en el paraíso”. 

“Yo era un niño. Tenía como 10 años entonces y me acuerdo que podía salir sin miedo porque sabían que no me iba a pasar nada por ser un niño, pero en mi casa la gente grande no salía porque tenían a uno bajo una línea, que por sospecha le pegaban un tiro o le ponían una ficha, una de dos”, recordó Wiyinson Villanova, en una esquina del barrio construido, literalmente, encima de la cañada de Guajimía.

Su propio infierno

En Herrera operaba una banda criminal conformada por adolescentes y jóvenes, bajo la autoridad de Germán Gilbert y, precisamente, se autodenominaba “Los Gilbert”.

Las esquinas de Las Palmas y Guajimía, donde vivía junto a su familia, eran suyas. Vendían drogas sin reparos y nadie se acercaba a su espacio.

Guajimía ha cambiado, para bien de sus vecinos, tras el fin del reinado de Gilbert.

“Gilbert mantenía esto seguro. Nadie podía venir aquí dizque a atracar, meterse en las casas o lo que fuera. Es más, él decía que esto era suyo, que nadie podía meter secon lo de él, y era tan tal que otros tígueres de ningún lado se atrevían a venir por aquí”, recordó Luz María, una septuagenaria de la zona.

El cabecilla de la organización criminal, que operaba armado de pistolas y hasta del subfusil Uzi, había sido encarcelado en una ocasión por razones desconocidas, luego fue acusado de la muerte a tiros de un hombre y fue buscado por la Policía por no presentarse a las citas judiciales.

Gilbert no era asediado por otros criminales, pero sí por la policía.

“La policía no podía meterse para acá. Era a tiros que los sacaba”, aseguró una persona del sector. En el lugar se producían constantes incidentes.

Estando prófugo de la justicia, varios vecinos de Herrera aseguran haberlo visto con frecuencia caminar por el sector en compañía de sus secuaces que, como un cuerpo de seguridad personal, se movían con él a todos lados, en motocicletas y automóviles.

Como las autoridades desconocían quién estaba o no de su lado, apresaban a todos aquellos les parecieran sospechosos de pertenecer a la banda, manchando así el historial de mucha gente que no estaba ligada al asunto.

“A un primo mío lo agarraron un día que venía caminando, como a las seis y pico de la tarde, y todavía hoy tiene su ficha”, contó un joven. El antes y después en la historia de Guajimía se establece por el 16 de enero de 2013, cuando la organización de Gilbert fue acordonada por agentes policiales en el sector Hato Nuevo, de Manoguayabo, próximo al kilómetro 22 de la autopista Duarte, y Gilbert fue abatido a tiros por la policía.

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