El ansiado Ph.D.: Por qué las universidades dominicanas deben priorizar los doctorados
El conocimiento es el principal impulsor del progreso económico, pero en la República Dominicana la generación de conocimiento no marcha a la par de nuestro notable crecimiento económico ya que nuestras instituciones de educación superior (IES) se rezagan en su capacidad para generarlo.
Según datos disponibles en Scopus, una base de datos bibliográfica que se especializa en el seguimiento y la indexación de literatura científica mundial, la producción científica de la República Dominicana es más bien modesta. Creemos que esto se debe a la escasa disponibilidad de programas de doctorado de investigación (Ph.D., por sus siglas en inglés) en el país. Esta carencia no solo limita las aspiraciones profesionales de nuestras mentes más brillantes, sino que también frena la productividad investigativa de la nación, un indicador crítico tanto de vitalidad académica como de la capacidad de innovación nacional.
La relación entre la formación doctoral y la producción de investigación está bien documentada. Un estudio realizado por investigadores de la PUCMM y otras universidades, publicado por la revista SN Social Sciences de Springer Nature en 2023, evidencia la sólida correlación entre productividad investigadora y los programas de estudio de doctorado: los países con más estudiantes de doctorado (doctorandos) producen de manera consistente un mayor número de artículos de investigación. Con más del 90% de la variación en las tasas de publicación explicable por la cantidad de estudiantes matriculados, la evidencia es contundente en favor de la relación entre estos y el número de artículos científicos publicados.
El papel de los estudiantes de doctorado en la productividad investigativa.
Los estudiantes de doctorado no son simplemente aprendices; son contribuyentes activos a la investigación. Realizan revisiones bibliográficas, recopilan y analizan datos, y redactan manuscritos que a menudo se publican en revistas académicas arbitradas. Muchos programas de doctorado en todo el mundo exigen que los estudiantes publiquen antes de graduarse, integrando la producción investigativa en el proceso formativo.
Estos estudiantes también revitalizan sus instituciones. Sus colaboraciones con el cuerpo de profesores-investigadores derivan en publicaciones conjuntas y elevan los estándares de todos los involucrados. Además, los candidatos doctorales -impulsados por la perspectiva de carreras académicas- aportan entusiasmo e innovación, elementos de los que con frecuencia dependen los investigadores con mayor experiencia.
En la República Dominicana, sin embargo, la escasez de programas de doctorado pone a nuestras universidades en desventaja de este recurso esencial. La investigación, como consecuencia, se torna más difícil y costosa, dependiendo de manera desproporcionada de un número limitado de profesores. Sin una cantera de estudiantes de doctorado motivados y con las habilidades adecuadas, la generación de nuevo conocimiento se estanca.
Lecciones globales y desafíos locales
En el ámbito internacional, las universidades de países con ecosistemas de doctorado sólidos dominan los rankings académicos y los indicadores de productividad investigativa. Instituciones como Harvard, Cambridge o la Universidad de Barcelona prosperan en parte porque otorgan prioridad a la educación doctoral. Estas universidades reconocen que los programas de doctorado no se centran solo en el logro individual, sino que constituyen inversiones estratégicas en el prestigio institucional y en la capacidad de innovación nacional.
Por el contrario, los países con opciones doctorales limitadas luchan por competir. Por ejemplo, datos de la UNESCO y Scopus muestran que las naciones con menos estudiantes de doctorado producen significativamente menos artículos científicos al año. Lamentablemente, la República Dominicana encaja en este perfil y rinde por debajo de su potencial en métricas de investigación global.
Por qué las universidades dominicanas deben actuar
1. Construir capacidad de investigación: Los programas de doctorado pueden transformar a las universidades que aún no los tengan en centros de innovación. Con una masa crítica de estudiantes doctorales, las IES pueden establecer laboratorios de investigación especializados, atraer colaboraciones internacionales y obtener financiamiento competitivo.
2. Impulsar el crecimiento económico: El conocimiento alimenta las economías. Desde la innovación tecnológica hasta la formulación de políticas basadas en evidencia, las universidades con un fuerte componente de investigación contribuyen directamente al desarrollo nacional. Países como Corea del Sur y Finlandia han aprovechado sus inversiones en educación doctoral para lograr la transición a economías de altos ingresos.
3. Mejorar el prestigio institucional: La productividad investigativa es un factor clave en los rankings universitarios, que influyen en aspectos que van desde la matrícula estudiantil hasta las oportunidades de financiamiento. Al priorizar la formación doctoral, las universidades dominicanas pueden también elevar su presencia global y atraer a los mejores talentos.
4. Retener el talento: Muchos estudiantes dominicanos buscan oportunidades de doctorado en el extranjero ante la falta de opciones locales, lo que provoca una fuga de cerebros. Al ofrecer programas de doctorado de alta calidad en el país, podemos retener a nuestras mentes más brillantes y aprovechar sus aportes.
Un llamado a la acción
Desarrollar programas de doctorado requiere una inversión significativa, pero los beneficios superan con creces los costos. Es indispensable que quienes toman decisiones, los administradores universitarios y los sectores público y privado colaboren para, por ejemplo:
• Ampliar los programas existentes: Fortalecer los programas de doctorado vigentes, y buscar ampliar su número, enfocándose en áreas prioritarias como cambio climático, inteligencia artificial y salud pública.
• Crear incentivos para el cuerpo de investigadores: Ofrecer más fondos, estatus y reconocimiento a los profesores-investigadores que dirijan estudiantes de doctorado y lideren iniciativas de investigación.
• Aumentar el financiamiento: Establecer becas y apoyos económicos para los candidatos doctorales, especialmente en disciplinas subrepresentadas. Iniciativas como el FONDOCYT, deben ampliarse y multiplicarse.
• Mantener el foco en alianzas internacionales: Incrementar la colaboración con universidades extranjeras para codesarrollar programas que permitan a los estudiantes adquirir una perspectiva global y, al mismo tiempo, contribuir a la investigación local.
La República Dominicana se encuentra en una encrucijada. ¿Seguiremos dependiendo del conocimiento importado o invertiremos en la construcción de un ecosistema de investigación propio? La respuesta radica en nuestro compromiso con la formación doctoral. Al dar prioridad a los programas de doctorado, las universidades dominicanas pueden convertirse en motores de innovación, impulsando no solo la excelencia académica, sino también el progreso nacional.
El momento de actuar es ahora. Abramos el camino para una nueva generación de académicos, preparados para enfrentar los desafíos del futuro y para colocar a la República Dominicana en el mapa global de la generación de conocimiento.
Cristóbal Rodríguez M. es profesor e investigador de PUCMM/ jcrodriguez@pucmm.edu.do