Don Emilio alcanza sus 107 años afrontando una pesada carga de penurias
“Yo estoy fuerte, yo hago cualquier cosa; yo estoy sentado porque los pies no me ayudan”, manifestó este humilde y amado padre de familia.
Sentado en su silla, saludando a todos aquellos que se dirigen a él, Emilio Correa le sonríe a la vida a sus 107 años, desde su casita de madera pintada de verde y cobijada de zinc, en el distrito municipal La Cuaba, en Pedro Brand.
Los achaques de su edad centenaria que asegura tener, más sus problemas de visión, lo mantienen tranquilo en una silla o auxiliado por un andador, con sus nietos e hijos para movilizarse de la sala a la habitación, y de esta al baño.
Lejos de la distancia entre el municipio donde vive y la ciudad capital, don Emilio se mantiene de espaldas, sin ayuda estatal, porque hace años perdió su cédula de identidad y ha sido imposible para sus hijos conseguir el documento, para así gestionarles un seguro de salud o una pensión solidaria.
“Viviendo como los animales indigentemente aquí, todas esas cosas yo sé que se necesitan mucho, pero aquí en el campo se descuidan muchas cosas”, manifestó Emilo.
Aseguró que su cédula se dañó y luego que dejó de trabajar la tierra y se enfermó, portar el documento se fue descuidando así como quedando en el olvido del Estado.
“La cédula mía se dañó, según yo me senté que deje de estar andando hace mucho que estoy sin cédula y como yo me enfermé y ya uno viejo que no va a parte se fue descuidando y descuidando”, contó a reporteros de LISTÍN DIARIO.
Ante esto, tanto sus medicamentos como alimentos son costeados por siete de los ocho hijos que tuvo, de quienes no tiene quejas, porque dentro de sus posibilidades, “lo tienen bien”, sin que le falte un plato en su mesa.
“Los hijos son muy buenos conmigo y una hijastra que tengo también y las hijas de ella son las que me socorren a mí, que me dan la comida y eso…Mis hijos me tienen bien, no tengo quejas de mis hijos”, dijo con orgullo.
No obstante, no deja de desear tener el documento de identidad con el que sus hijos puedan solicitar para él una pensión solidaria por vejez de las que otorga la Dirección General de Jubilaciones y Pensiones a Cargo del Estado (DGJP) y gestiona el Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (Conape) y para las que necesariamente se requiere la copia de la cédula.
“Eso sería lo mejor del mundo, porque viviría la familia mía más cómoda, porque ellos también tienen su familia y cuando me den a mí algo menos pueden vivir mejor”, sostuvo respecto a la posibilidad de obtener una pensión.
Lidia Correa, la segunda de sus hijos, indicó que se han dirigido a oficinas de la Junta Central Electoral (JCE) en busca de la obtención del documento, sin embargo, ha sido imposible.
“Nos dicen que no se encuentra nada de eso”, agregó sobre la búsqueda en la Oficialía localizada en Santo Domingo Oeste (SDO), tanto de la cédula como de un acta de nacimiento. El secreto que comparte don Emilio para llegar a una longeva edad y mantenerse en total lucidez es no tomar alcohol y alimentarse bien.
"la bebida acaba"
“Conservándose, no bebiendo, y si usted bebe no beba, la bebida acaba con el hombre, porque el que está bebiendo no come ni hace más que beber y eso le hace muchos efectos al cuerpo”, dijo Emilio, que en su juventud se dedicó a la agricultura.
Siendo el mayor de 11 hijos, trabajó desde muy joven en el cultivo de víveres y granos, como el arroz, así como la crianza de ganado, lo que le permitió ayudar a su padre en el sustento de la familia y liego formar la suya y adquirir el terreno donde ahora tiene su casita.
la familia
“Esta casa es mía y ese terreno que está ahí también; yo trabajé para mi familia, no era bebedor ni nada”, sostuvo, con la jocosidad que lo caracteriza.
Esto no escapa de qué dolencias en su pierna izquierda, una retención urinaria hace seis años por la que usa una sonda vesical y problemas visuales, lo aquejan, aunque esto no impide que él mismo se bañe, se cambie y se sienta fuerte.
“Yo estoy fuerte, yo hago cualquier cosa, yo estoy sentado porque los pies no me ayudan”, manifestó.