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Ciencia, tecnología e innovación y la unificación de los ministerios de educación

A través de los artículos anteriores sobre Ciencia, Tecnología e Innovación, hemos podido constatar el desarrollo experimentado por estas áreas a partir del 2005, en el cual se estableció por primera vez una política de Estado para impulsar su desarrollo.

En esos artículos, aunque de manera resumida, expuse las políticas y programas realizados por el MESCYT hasta el año 2016, que han permitido fomentar la investigación, la vinculación con los sectores productivos y la formación de capital humano, orientados a la transición del país hacia una economía basada en el conocimiento y la innovación.

Esos logros han sido reconocidos por organismos internacionales como las Naciones Unidas a través de la UNCTAD, la cual realizó en el año 2012 una evaluación de las políticas de Ciencia, Tecnología e Innovación en el país, arrojando las siguientes conclusiones: “El sistema de innovación dominicano está en plena formación. Se han establecido las bases normativas y legislativas para darle una adecuada institucionalidad. Así mismo, se ha concretado una Estrategia de Desarrollo que pone la Ciencia y la Tecnología como pilar de apoyo a la misma, y se han empezado a movilizar recursos para que este sistema empieza a funcionar. Un ejemplo importante son los recursos destinados al FONDOCYT. Sin embargo, el sistema de innovación dominicano todavía necesita ser fortalecido y dedicar esfuerzos a promover la innovación tecnológica en las empresas.” De igual manera, opinó la OEA a través de varios congresos.

Las gestiones gubernamentales posteriores al año 2016 han dado continuidad a gran parte de los programas, especialmente los de FONDOCYT y Becas Nacionales e Internacionales, lo cual ha permitido que, aunque aún no hemos alcanzado los primeros lugares en estas áreas en América Latina, hemos continuado avanzando. Ahora le corresponde al país continuar aplicando las políticas y programas desarrollados, crear otras y enfrentar los retos que la sociedad de hoy demanda, ante los cambios ocurridos a nivel mundial y el desarrollo de las tecnologías digitales, especialmente el avance de la Inteligencia Artificial. Tenemos que impulsar el desarrollo sostenible, resolviendo problemas urgentes como el empleo, la formación de recursos humanos con altas calificaciones, la disminución de la pobreza y los cambios del medio ambiente. Para enfrentar estos retos, me permito sugerir como prioritarios los siguientes programas:

1. El desarrollo de la innovación en las empresas para el avance de nuevos procesos, productos y bienes de servicio.

2. Mayor inversión en I+D+i tanto a nivel gubernamental como en las empresas y academias.

3. Mayor vinculación entre la academia y las empresas.

4. Aumentar el número de doctores e investigadores.

5. Ampliar y actualizar la oferta curricular de las universidades.

6. Fomentar el desarrollo de las ciencias y las matemáticas en los niveles primario y secundario.

7. Difundir las ciencias para que las mismas se han internalizadas por la mayoría de la población.

Ante estos retos, tengo la gran inquietud, ¿Cómo serán enfrentados los mismos en la unificación de los ministerios de Educación y Educación Superior, Ciencia y Tecnología? ¿Se mantendrán las políticas? ¿Retrocederán?

Considero que la unificación decidida tendrá que enfrentar fuertes obstáculos como son: el gran volumen de responsabilidades de los dos ministerios, los déficits pendientes en los mismos, el interés de economizar recursos económicos y la incoherencia que se puede dar en el desarrollo de las acciones. Pude constatar durante mi gestión de 12 años como ministra en el MESCYT los beneficios que se producen de la vinculación entre los programas de Educación Superior y los de Ciencia y Tecnología. Hay sectores que consideran que la ciencia y la tecnología podría funcionar en una institución fuera de los ministerios, pero es evidente que se perdería la vinculación y el desarrollo de programas comunes.

Sigo considerando que la unificación de ambos ministerios constituiría un retroceso para la educación dominicana, especialmente para la ciencia, la tecnología y la innovación.