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El país debe insistir en intervención militar internacional en Haití

La calificación acertadamente dada por el presidente Abinader al ataque de bandas armadas en Puerto Príncipe contra un avión de Spirit Airlines, como acto de terrorismo, que pudo causar una catástrofe en un país al garete, es una razón muy fuerte para que República Dominicana insista en la intervención internacional.

Las bandas que ocupan las ciudades del país y que, al parecer, merodean las vecindades del aeropuerto internacional de Puerto Príncipe, que han inutilizado con su acción y el tiroteo a otros aviones de aerolíneas norteamericanas, evidencian que hace falta una fuerza mayor de intervención, alentadas por Estados Unidos.

Con el gobierno del presidente Biden en su término tras las elecciones de principios del mes, no es posible que se tomen decisiones que debieron ser adoptadas mucho antes pero que la parte norteamericana vaciló dejando el caso en manos de los países de la región o apoyando la decisión de Kenia.

Ya se sabe que el regimiento enviado por Kenia como parte de una avanzada para pacificar a Haití no está dando los resultados esperados. Cuando llegaron al país del occidente de la isla alrededor del 80% de Puerto Príncipe estaba en manos de las bandas. Cinco meses después la situación es peor.

Aunque a mediados de septiembre el presidente keniano, William Ruto, quien visitó las tropas, prometió el envío de otros 600 soldados para reforzar los 200 enviados originalmente, pero hasta ahora no se ha producido el desembarco y al parecer los kenianos han evitado enfrentarse a las bandas haitianas.

Kenia afronta problemas internos muy serios derivados de los reclamos de la población por aumentos salariales y de los servicios públicos descuidados. Hay también pugnas políticas que se vieron muy a las claras cuando el presidente Ruto anunció el compromiso con la UNU de enviar tropas. En junio, una multitud que protestaba contra la reforma fiscal propuesta, asaltó el Parlamento.

Como el resto de aerolíneas norteamericanas -Jet Blue y American Airlines – que hacían las rutas acostumbradas desde Estados Unidos a Puerto Príncipe y Cabo Haitiano, las provenientes de las vecinas islas del Caribe también han cancelado los vuelos por temor a sufrir ataques similares a los descritos.

Con las suspensiones de vuelos el país haitiano ha quedado incomunicado, las familias que pretendían pasar las fiestas de fin de año con los suyos han tenido que cancelarlos, los comestibles de la Navidad que habitualmente la gente acomodada importa desde Estados Unidos van al olvido.

El anuncio, ya anticipado por el presidente electo Donald Trump, de que designará a Marcos Rubio, actual senador de la Florida como nuevo secretario de Estado, podría crear esperanzas de que el gobierno norteamericano cambie su política timorata hacia Haití y decida activar una intervención.

Con el aparente fracaso de Kenia y la vacilación de los países del CARICOM que ofrecen policías y brigadas médicas, el pedido dominicano de una intervención para pacificar Haití y evitar mayores males a la parte oriental de la isla, solamente esperaría la decisión que pudiera adoptar el nuevo régimen de USA.

El nuevo canciller Rubio conoce bien la situación y las tribulaciones dominicanas por el caso haitiano, se ha referido varias veces al conflicto interno en Haití y ha reconocido los esfuerzos dominicanos para sobrellevar la carga pesada de la inmigración y ahora la acción de las bandas.

Aunque sus críticos en Washington, que ya le llaman “little secretary of State”, en alusión a su estatura menuda, la confianza que le ha demostrado el presidente Trump al colocarlo en un puesto que por primera vez lo desempeñará un latino, es suficiente aval para que las cosas puedan cambiar.

Es decir, que a través de los contactos diplomáticos secretos que el canciller dominicano Roberto Álvarez pudiera manejar muy bien, ni si quiera hay que esperar la juramentación de Rubio en enero para avanzar planes, porque la situación de Haití no espera. Que se actúe huyendo si las bandas atacan cualquier día la embajada norteamericana en Puerto Príncipe, provocará en la comunidad internacional un “te lo dije”.