SIN PAÑOS TIBIOS

Abinader “reseteó” la reforma fiscal

Quien interactúa con dispositivos electrónicos alguna vez ha tenido que apretar el botón “reset”, como una manera de –ante una falla operacional– reiniciar el equipo y comenzar de nuevo. 

Desde sistemas simples a complejos, los informáticos recomiendan apretar el botón como primer paso para intentar solucionar un problema. La RAE aún no recoge el anglicismo pero FUNDÉU lo equipara a “restablecer”, esto es: “Volver a establecer algo o ponerlo en el estado que antes tenía”.

El pasado sábado, frente a la contundencia de los hechos y la constatación del rechazo mayoritario –orgánico y espontáneo, pero también articulado y organizado –, así como la certeza de que impulsar una reforma fiscal de manera unilateral podría abrir las puertas del quiebre de su magia, el presidente Abinader anunció que retiraría el proyecto de ley, tal como pedían casi todos los sectores sociales, económicos y políticos.

El “mainstream” se imponía… fluía la corriente mayoritaria con la fuerza de un río turbulento que amenazaba con llevárselo todo por delante. El presidente fue ágil y certero, pero también prudente y valiente. No es fácil pararse frente a un país acostumbrado a endiosar al primer mandatario y decir “me equivoqué”, pocos presidentes lo han hecho. En la historia del poder abundan casos de soberbia y escasean los de humildad.

El presidente se creció el sábado y renovó los votos con el pueblo; toca ahora que el pueblo los renueve con él. Porque si mal estuvo la forma en que se hizo la reforma (Hacienda) y cómo se trató de comunicar (DIECOM); mucho peor sería que como sociedad pasemos página e ignoremos el hecho de que estamos abocados a hacer una reforma fiscal, nos guste o no. Podemos (y debemos) discutir el “cómo”, pero no el “qué”.

Debe pues el presidente timonear la corriente que él acaba de encauzar y dirigir toda esa angustia, temor, indignación y rechazo ciudadano; asumirla y convertirla en una fuerza creativa capaz de –en un escenario de diálogo, debate, disensos y consensos– construir un Pacto Fiscal posible, creíble, ejecutable en un plazo razonable y escalonado; pero también asumir con la misma valentía la decisión de racionalizar el gasto corriente, reducir nómina, eliminar erogaciones superfluas y enviar señales fuertes de ahorro y restricción. Que vamos, que como fenicio esto último no le resulta tan difícil…

Hacia afuera, convocar, y el que protestó o se quejó, que venga ahora a aportar y a sumar. Hacia adentro, el reloj debería marcar la hora de los cuchillos largos… Al presidente lo dejaron solo. Los economistas del partido hicieron mutis, muchos funcionarios por igual; todos los precandidatos –menos uno– miraron hacia otro lado o se plumearon.

Así como apretó el botón y reseteó la reforma para comenzarla de nuevo, el presidente debe resetear también al gobierno, que aunque nuevo, luce viejo. Mucha gente capaz y comprometida está sentada o sub utilizada, y toda crisis es, en realidad, una oportunidad para empezar de nuevo.