Emails sin respuesta: Las consecuencias del “ghosting” en las organizaciones
El término “ghosting” suele referirse a la práctica de cortar toda comunicación de manera abrupta y sin explicación, dejando de responder mensajes, llamadas u otros medios de contacto.
Aunque el término se originó en el ámbito de las relaciones personales entre personas conectadas por las redes sociales, hoy en día este lamentable fenómeno se manifiesta también en contextos profesionales, cuando determinadas personas de una organización o empresa dejan de responder correos electrónicos de sus colegas, subordinados, clientes o relacionados. Este comportamiento suele ser percibido por quien lo sufre como una falta de consideración hacia su persona, generándole frustración e incertidumbre.
En el entorno organizacional actual, donde la comunicación digital domina nuestras interacciones, ignorar correos electrónicos no solo es una muestra de descortesía, sino también de falta de profesionalismo. Aunque muchos crean poder justificarlo con la excusa de la sobrecarga de trabajo, dejar un correo sin respuesta es un reflejo de desorganización y falta de respeto hacia los colegas, colaboradores, clientes o relacionados.
Los modales y la cortesía son fundamentales en cualquier ámbito, incluyendo el laboral, y responder correos electrónicos de manera oportuna es una extensión de estas prácticas básicas.
En la era digital, donde la inmediatez y la eficiencia son valores esenciales, no responder a tiempo un mensaje razonable y educado puede interpretarse como una falta de interés o, peor aún, como una negligencia profesional. Cuando el remitente es un miembro de la misma organización, la tardanza u omisión en recibir una respuesta suele generarle frustración, afectando negativamente la percepción que se tiene de la persona destinataria, y por extensión, la del departamento o unidad organizacional a la que esta pertenece.
Es entendible que no todos los correos electrónicos merezcan una respuesta detallada o extensa. Se suelen recibir solicitudes por email que, en muchos casos, no requieren acción inmediata, que provienen de fuentes desconocidas o cuyo planteamiento es improcedente. Sin embargo, siempre es posible mostrar la mínima cortesía con una respuesta breve que reconozca la recepción del correo y, de ser necesario, decline educadamente la solicitud.
Un simple acuse de recibo tipo “Gracias por su mensaje, en este momento no podemos atender su solicitud” o, “Le daremos oportuna respuesta una vez analizado” es suficiente y no toma más de un minuto, especialmente con las herramientas automáticas disponibles ya desde hace tiempo, más hoy en día con la asistencia de la Inteligencia Artificial integrada al correo electrónico.
En el ámbito de cualquier organización, la comunicación efectiva es una de las claves del éxito. De igual forma, en materia de relaciones interpersonales en el ámbito laboral, es mejor siempre sumar y nunca restar. Ignorar un correo resta valor tanto a la interacción interpersonal como a la relación profesional. Las personas valoran negativamente a quién les ignora, además que dicha falta de consideración puede tener consecuencias para la organización, en cuanto a la fluidez de sus procesos organizacionales y cumplimiento de objetivos.
El profesor Adam Grant, de la prestigiosa Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania, en un artículo publicado en el New York Times titulado “No, no puede ignorar ese correo electrónico. Es de mala educación”, argumenta que el estar abrumado de trabajo no es excusa.
Citando estudios sobre hábitos digitales realizados en Microsoft, Grant afirma que gerentes y otras personas con cargos de responsabilidad que tardan en responder o que ignoran correos electrónicos suelen resultar evaluados como ineficaces, lo que se origina en problemas de liderazgo y que llega a afectar la moral del equipo de trabajo. En un entorno donde las decisiones rápidas y la comunicación clara son fundamentales, dejar correos sin respuesta envía el mensaje equivocado.
Hay que insistir en que el no responder correos electrónicos en el entorno profesional no refleja una agenda ocupada ni una posición de autoridad, como algunos podrían creer. Por el contrario, se interpreta como un comportamiento poco profesional que pone en riesgo relaciones laborales y la percepción de competencia. En muchos casos, esta práctica también puede revelar inseguridades o falta de habilidades interpersonales que perjudican al propio desarrollo profesional y la carrera de quienes incurren en dicha práctica.
Si usted se percata que forma parte de la perversa cultura del “no responder”, este es el momento de reconsiderar esta práctica. Recuerde que el entorno profesional, la falta de respuesta puede crear conflictos innecesarios, enemistades y una percepción negativa de su persona o incluso, de la organización para la que trabaja.
En resumen, responder correos electrónicos es más que una cuestión de formalidad o de mínima cortesía; es una obligación profesional que refleja respeto, organización y compromiso con la excelencia. La construcción de relaciones profesionales sólidas empieza con pequeños gestos, y la respuesta oportuna a un correo puede ser el primero de ellos.
El autor es profesor e investigador de PUCMM