EL BULEVAR DE LA VIDA

“Adagio de mi país”

 La salida hacia España del candidato opositor Edmundo González aleja la posibilidad de que pueda Occidente impedir la continuidad del régimen de Maduro, que al negarse a presentar las actas electorales ha admitido su derrota.

A partir de ahora, el gobierno venezolano fortalecerá sus vínculos con el otro polo de poder global, los BRICS, reforzados con la entrada de Turquía, miembro de la OTAN y natural puerta geográfica de Oriente y Occidente.

Así, mientras el grupo BRICS crece y se fortalece, presentando a China y Rusia como modelos alternativos a la democracia liberal de Occidente, en nuestros países disminuye la valoración hacia la democracia y aumenta la preferencia por modelos autoritarios. Y es que los más jóvenes no vivieron, no han visto o no han querido ver de dónde salió la libertad y la prosperidad que han disfrutado con relación a sus padres y abuelos, (España, por ejemplo).

Los dominicanos que vivimos la dictadura trujillista-balaguerista tenemos una valoración de la democracia que no puede tener ese joven nacido cuando ya gobernaba Leonel Fernández, y no quedaba a quien matar, apresar, torturar. Para esos muchachos, Balaguer es solo un viejito bueno que vivía en un “parteatrá” y escribía versos a Lucía. Pobrecitos, no saben, no han querido saber de aquel lamento de aquellas madres: “déjenme enterrar a mi hijo, que no fue a un perro que mataron”, ni se han enterado de que el frugal anciano confesó que en sus gobiernos había creado 500 millonarios hijos de la corrupción que, agradecidos, estaban para servirle.

Entonces, quizás es el momento de que los dominicanos nos miremos en los espejos de un Occidente en decadencia, de una Venezuela atrapada en el laberinto de una dictadura, para decidirnos a hacer cada quien, cada partido, cada grupo empresarial, lo necesario para que algún día sea la nuestra una patria “con flores en los balcones y niños sonrientes en las aceras, (...), un país donde cada mujer sea una flor y en cada flor se esconda un beso. Patria sin tiempo para el olvido, sin horas para olvidar, donde el fusil sucumba ante el libro y la desesperanza se deje matar. Un humilde pueblo donde sólo existan pobres de espíritu (y pocos)”.

Entonces... estamos a tiempo. No vaya a ser vaina y cualquier día de estos nos encontremos en Miami o Madrid citando vencidos al machista bíblico de Jeremías.

* Canción de Alfredo Zitarrosa.