De perturbación tropical hasta huracán: La evolución de los ciclones tropicales
En esta activa temporada ciclónica se han formado cuatro tormentas tropicales con nombre: Beryl, Alberto, Chris y Ernesto
Escuchar la palabra ciclón tropical suele a veces llevar a pensar que se trata de un fenómeno atmosférico de gran potencial, sin que necesariamente llegue a ese punto.
Listín Diario consultó las definiciones que tiene la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) de Estados Unidos, en su portal, y a continuación sintetiza algunas de estas.
Los ciclones tropicales son sistemas de baja presión que se forman sobre aguas cálidas, pasan por una serie de fases antes de convertirse en los poderosos huracanes que conocemos. Este proceso de evolución comienza con una perturbación tropical, una masa de nubes y tormentas eléctricas que carece de una circulación cerrada.
Cuando una perturbación tropical desarrolla una circulación cerrada y sus vientos máximos sostenidos en superficie alcanzan hasta 39 millas por hora (34 nudos o 17 metros por segundo), se convierte en una depresión tropical. En esta etapa, el ciclón comienza a organizarse, aunque sus vientos todavía no son lo suficientemente fuertes para ser clasificados como tormenta.
Cabe destacar que cuando ya es depresión tropical se le asigna un número, y cuando tiene los vientos de tormenta se cambia por el nombre que corresponda en la lista de los huracanes.
A medida que los vientos se intensifican y superan las 39 millas por hora (entre 64 a 117 kilómetros por hora), el sistema se convierte en una tormenta tropical. Es en este punto que recibe un nombre oficial, elegido de una lista predeterminada que rota cada seis años. Este nombre no solo identifica al ciclón, sino que también permite a los meteorólogos y al público seguir y recordar la tormenta con mayor facilidad.
Si los vientos del ciclón alcanzan las 74 millas por hora (119 kilómetros por hora) , el sistema se clasifica como un huracán en el Atlántico o el Pacífico Oriental, o como un tifón en el Pacífico Occidental. Estos fenómenos son conocidos por su devastador impacto, ya que sus vientos y lluvias torrenciales pueden causar graves daños y pérdida de vidas.
La historia de cómo se nombran estos ciclones tropicales ha evolucionado a lo largo del tiempo. Antes del siglo XX, los huracanes eran nombrados de manera informal, inspirados en fiestas de santos, nombres de barcos o incluso políticos impopulares. En 1950, el Centro Nacional de Huracanes comenzó a utilizar un sistema oficial de nombres, primero utilizando nombres en clave y luego nombres femeninos. En 1979, la Organización Meteorológica Mundial asumió la responsabilidad de la denominación y comenzó a alternar entre nombres masculinos y femeninos.
Actualmente, se utilizan seis listas de nombres que rotan cada año. Si una tormenta es particularmente destructiva, su nombre es retirado permanentemente para evitar confusiones futuras. Ejemplos recientes incluyen Harvey, Irma, María y Nate, que fueron retirados tras la devastadora temporada de huracanes de 2017. Además, si una tormenta se desplaza entre diferentes cuencas oceánicas, mantiene su nombre, a menos que se disipe y se reforme como una nueva perturbación tropical.
Actual temporada ciclónica
En la temporada de huracanes en la cuenca atlántica se han formado hasta ahora cuatro tormentas tropicales con nombre: Beryl, Alberto, Chris y Ernesto.
Beryl fue el primer poderoso huracán formado en esta temporada llegando a categoría 5, causando daños en el Caribe, México y parte de Estados Unidos.
A raíz de este fenómeno que tiene récords de formación temprana, en julio pasado la Universidad Estatal de Colorado aumentó el pronóstico a 25 tormentas con nombre, de las cuales 12 alcanzarían fuerza de huracán y seis se convertirían en huracanes importantes.
Previamente se preveía la formación de 23 tormentas con nombre, de las cuales 11 se convertirían en huracanes y cinco se convertirían en huracanes importantes.