SIN PAÑOS TIBIOS
Gloria al bravo pueblo venezolano
El próximo domingo 28 de julio 21,620,705 venezolanos están llamados a votar en las elecciones presidenciales –según su Consejo Nacional Electoral (CNE)–, de los cuales, aproximadamente 4.5 millones de ciudadanos residen fuera, la mayoría en edad hábil y con restricciones para votar.
Las elecciones en Venezuela son algo más que un proceso electoral en el cual, como en cualquier democracia, quienes aspiran a alcanzar la presidencia se someten al escrutinio ciudadano y, al término, quien más endoso recibe a través de votos logrados, gana el proceso… o por lo menos, así sucede en democracia.
A la luz de los hechos resaltados por los principales medios de comunicación, la situación política se parece mucho a la económica: va en caída libre. La secuencia de hitos de los últimos años da cuenta de un recrudecimiento de la represión; aumento de torturas; detenciones sin proceso judicial; y, en el paroxismo, la actual campaña electoral ha mostrado la peor cara de un Maduro que raya en podrido: persiguiendo sistemáticamente a su principal oponente –María Corina Machado–, inhabilitándola políticamente por 15 años y obligándola a competir interpósita persona a través de Edmundo González.
La degradación y el envilecimiento del chavismo supera incluso los paradigmas tradicionales del machismo latinoamericano, y hemos tenido que presenciar el vergonzoso espectáculo de un macho alfa clásico huyendo al singular combate electoral con una dama.
Así de cobarde es Maduro y así de cómplice ha sido el silencio de la mayoría de las izquierdas latinoamericanas, que se negaron a aceptar que el chavismo fue pudriéndose desde adentro en una espiral de corrupción que dilapidó y distrajo decenas de miles de millones de dólares; disminuyó la calidad de vida del pueblo empobreciéndolo al nivel de la mendicidad; forzando la migración económica de millones, a cambio de nada que no haya sido el enriquecimiento de una élite cleptocrática que ve en el triunfo de la oposición, no sólo su salida del poder, sino también –quizás– el inicio de procesos penales que lleven a muchos a la cárcel.
La historia latinoamericana nos enseña que con bloqueos o embargos no se quitan dictadores, y, por tanto, valen más las advertencias (¿señales?) hechas por Lula, Fernández, Petro, Mujica, etc., porque conocen el camino y porque fueron compañeros de viaje…
Venezuela tiene la oportunidad –por primera vez– de pasar la página funesta del chavismo de la misma forma en que en su momento la abrió: con votos. La oposición sufre persecución y violencia, y el domingo se enfrentará al dislocamiento de votantes, amenazas, fraudes, etc., y aunque lo sorprendente sería que gane, aún así no se puede perder la esperanza de que la inmensa mayoría se decante por una nueva oportunidad para ese querido país, que es tan nuestro como de ellos, porque igual sentimos su angustia y dolor… como ellos en su momento sintieron el nuestro.