SIN PAÑOS TIBIOS
Tatica va forzá’
El dominicano duerme confiado en que los 48,442 km del país se encuentran cobijados por el manto protector de la Virgen de la Altagracia (AKA: “Tatica”). En efecto, cuando vemos la trayectoria histórica de los grandes fenómenos hidrometereológicos del Caribe, pocas veces nos golpean, o, por lo menos, no tanto como desafortunadamente lo hacen en las Antillas Menores, o en la hermana isla de Puerto Rico.
Cábalas aparte, nos gusta sentirnos únicos y protegidos; y más de uno se delecta pensando que la Biblia en el escudo actúa como resguardo; y así como en toda confianza reside el peligro, en esa creencia colectiva de que estamos protegidos desde lo alto existe también la explicación de nuestra dejadez; la negligencia estructural que manifestamos al momento de tomar precauciones; la fascinación que experimentamos al momento de comprar candados después del robo; o lo que es lo mismo, de auto conmiserarnos ante los demás, en plan “joceo”.
Lluvias y vientos controlados, los poderes protectores de Tatica requirieren actualización inmediata, pues a más riesgos nos exponemos todos los días, que frente a las manifestaciones de poder destructivo de la naturaleza (huracanes, terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas o meteoritos). Sin ir más lejos, manejar en nuestras calles es una odisea cotidiana de la que ni el propio Ulises habría salido ileso.
¿Puede Tatica protegernos del delivery de “Pedidos Ya” que viene directo hacia nosotros a toda velocidad y en vía contraria?, ¿acaso puede la Virgen derramar la paz, calma y empatía que desplegó frente a San José el día de la conversación aquella… sobre el cerebro primitivo del homo dominicanensis cuando está al volante?
La lista de preguntas sería larga y el formulario de control de efectividad de los poderes de La Virgen se reduciría frente a los argumentos de los congresistas dominicanos cuando discuten sobre las tres causales, por ejemplo; o cuando hay que tratar de entender, ¿cómo se da el proceso de sinapsis en un homínido que entiende que hacer fila o mantenerse en el carril que le corresponde, es una manifestación de debilidad y no una expresión de civilidad y orden?
A medida que la ciudad colapsa la calidad en algunos servicios públicos decae; Obras Públicas promete –¿cuarta vez?– entregar la Circunvalación de Baní e intenta –¿sexta vez?– arreglar las juntas del Puente Duarte; la gente tira la basura en la calle y no la paga, porque entiende que su recogida debe ser gratuita (como la luz, el agua, el transporte, etc.); lo que nos une como miembros de un colectivo llamado República Dominicana se diluye y +50,000 dominicanos migran para buscar un futuro en otro lugar; para huir de un país donde el pasado aún es presente; y entonces uno respira hondo y mira a los salvajes al volante –en patanas, autobuses, sonatas, o motores– y piensa en Tatica y su obsesión con protegernos… y se pregunta si acaso no va forzá’.