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SIN PAÑOS TIBIOS

El descaro como política exterior

 En su cuenta de X, el pasado 08 de julio el Ministerio de Exteriores y Cultos de la República de Haití publicó: “Una vez más, ciudadanos haitianos son víctimas de tratos inhumanos en la zona fronteriza y territorio vecino… 1/2” (traducción del francés de Google). Al respecto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Dominicana respondió al día siguiente diciendo: “El Gobierno dominicano rechaza categóricamente las acusaciones del Gobierno haitiano a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores, de que sus ciudadanos son víctimas de tratos inhumanos en territorio dominicano 1/3”.

No bien se dota de un mínimo de orden –aunque fuera externo, ilegal e ilegítimo–, eso que la comunidad internacional finge llamar “Estado haitiano” no desaprovecha la primera oportunidad para enrostrarnos la comisión de tratos inhumanos hacia sus nacionales, y exige investigar la muerte de tres de ellos en nuestra frontera.

Según datos del Ministerio de Educación, de los 2,587,965 de estudiantes inscritos en el año 2023 unos 176,416 son haitianos; esto representó a nivel presupuestario una erogación aproximada de RD 22,600 millones. En 2023, el 35% de los partos en el país fueron de mujeres haitianas, y entre un 26% a 30% del presupuesto de salud lo consumen extranjeros, en su mayoría haitianos (RD 37,772 de RD 145,277 millones, aproximadamente).

Sólo en las partidas educación y salud el Estado dominicano –es decir, nosotros, los contribuyentes– destinó más de RD 58,372 millones en nacionales haitianos y, en reciprocidad, no bien existe alguna noción de gobierno de aquel lado, recibimos el estigma de que los tratamos manera inhumana.

Bajo ningún concepto el Estado dominicano puede rehuir a su obligación de investigar, someter y sancionar a quienes sean hallados culpables de la comisión de crímenes contra nacionales haitianos, al igual que debe hacerlo con los nacionales dominicanos (o de cualquier país), por lo que, en ese tenor, es correcto el pedimento del gobierno haitiano así como la respuesta de nuestra cancillería.

Ahora bien, resulta desconcertante que un Estado que no es capaz de proteger las vidas de sus nacionales en su propio territorio –al punto que debe de ser intervenido por tropas extranjeras para intentar imponer el orden–, se atreva a generalizar en torno al trato que reciben los haitianos aquí, a partir de hechos aislados y esporádicos.

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