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SIN PAÑOS TIBIOS

¿España Boba hasta agosto?

 Balaguer fue maestro en el manejo de la incertidumbre y el desasosiego, y supo administrar el calendario con astucia, pero también con prudencia. En efecto, sus funcionarios perdían la templanza a medida que el 16 de agosto se acercaba –otros, hasta el control de los esfínteres–, pues nadie se sentía seguro en su cargo, porque hasta el rumor público bastaba para el “destutanamiento”.

Maquiavelo escribió que el poder sería efectivo mientras fuera impredecible y generara un clima de incertidumbre controlada donde ningún funcionario se sintiera seguro en su puesto. No hacerlo equivale a que cada ministro o funcionario entrará en una zona de confort, y en torno a él se conformarán círculos y grupos de intereses que operarán de manera independiente y con un fin distinto, sin un horizonte político que ponga freno a las apetencias personales.

Hipólito reforzó la nefasta costumbre de no rotar, cancelar o cesar funcionarios, salvo situaciones excepcionales. Leonel hizo del inmovilismo una virtud y Danilo reiteró la práctica, de tal suerte que hubo funcionarios que duraron 4, 8 o 16 años de corrido.

Aunque los primeros meses del gobierno de Luis indicaban que estaría alerta contra esa mala práctica, una vez decantada la intensidad y el fragor propio de todo recién llegado, el inmovilismo se hizo presente y no valió queja, denuncia o reclamo hecho en torno a las [in]capacidades de gerencia y gestión eficiente de algunos funcionarios a los cuales la opinión pública, medios y redes sociales, sindicaban como incapaces para desempeñar sus funciones, y, sin embargo, mantuvieron sus cargos sin importar el deterioro en indicadores de rendimiento o ejecución presupuestaria; sobre todo a nivel de ministerios, porque en los hechos, si algunos de sus ministros no han dado la talla, muchos directores generales si lo han hecho, salvando así la imagen del gobierno.

Hoy el gobierno vive una parálisis inducida ante la expectativa de cambios de agosto. Una “España Boba” en la que casi todos sus funcionarios, lejos de funcionar con normalidad están organizando la casa y preparando la entrega previsible. Esa sensación de salida inminente genera un desapego y una reducción al mínimo de las actividades ordinarias de gestión que se traduce en una ralentización económica, disminución de las actividades comerciales, constructivas, inversiones, etc.; una [innecesaria] incertidumbre entre dirigentes y militantes del PRM; y una paralización política y ejecutiva entre los actuales y futuros ministros, directores, funcionarios, etc.

Cada presidente tiene su manual y Luis escribe y reescribe el suyo a diario. Quizás en esa incertidumbre controlada reside el secreto que le ha permitido domar y contener a un partido hijo del PRD, hacerlo renegar de su ADN divisionista, y llevarlo a ganar un segundo periodo…

Quizás esa sea la magia, pero muchos se preguntan: ¿por qué esperar hasta agosto lo que se podría resolver antes?(A propósito de salud mental).

Sólo el presidente lo sabe.

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