Por un sistema de seguridad pública efectivo

 En América Latina, el tema de seguridad ciudadana ha sido un constante desafío para los Estados, debido a la capacidad de adaptación de la criminalidad ante las nuevas modalidades que utilizan los delincuentes, con el objetivo de obtener beneficios económicos en los diversos escenarios, para la comisión de actos delictivos, mientras los organismos de seguridad pública se muestran retrasados en sus reacciones ante estos fenómenos.

En la República Dominicana, a pesar del gobierno realizar una alta inversión en dotar a la Policía Nacional de los recursos económicos, de las herramientas y capacidades institucionales necesarias, al comparar nuestra realidad con las estadísticas internacionales relacionadas a la materia, nos muestran un fracaso en la gestión de seguridad pública.

Basado en mis propias experiencias, soy de opición que, para solucionar este problema, que continúa siendo una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, como lo demuestran todas las encuestas de medición, se hace necesario que el Estado incorpore la visión de un SISTEMA DE JUSTICIA Y SEGUIDAD PÚBLICA, que permita la elaboración de estrategias y metodologías que apunten, no solo a la reducción del delito, sino mas bien, a la prevención de los mismos, en razón a que el Ministerio de Interior Policía aún no exhibe un “plan integral de prevención” para enfrentar la presencia diferenciada del crimen a nivel nacional y subnacional, tomando en cuenta las dinámicas propias de cada región, municipio y distrito municipal; pero esencialmente, aplicando la lógica de un enfoque de policía proactiva, por medio del cual pueda ver más allá de la reacción al delito, enfocándonos en las dimensiones de predicción, prevención, disuasión y disrupción del crimen.

En este contexto, estos desafíos en el campo de la seguridad ciudadana nos obligan a asumir retos en las áreas de la investigación, la innovación y de asumir las experiencias históricas en la doctrina de seguridad.

En este sentido, para lograr el éxito en el campo de la seguridad pública, debemos ver todo dentro de la visión de un SISTEMA, que por definición, es el conjunto ordenado de componentes relacionados entre sí, en la búsqueda de un objetivo común, dotado de una estructura, una composición y un entorno particulares que, en nuestro caso, sería la seguridad pública.

De manera que el Estado dominicano, en este nuevo período de gobierno, tiene la oportunidad histórica de enfocar sus esfuerzos en consolidar la gestión del Sistema de Justicia y el Sistema Nacional de Seguridad Pública, cuyos componentes son: Policía Nacional, Ministerio Público, Poder Judicial y el tratamiento Penitenciario, los cuales tienen el mismo objetivo, todos articulados entre sí, por lo que se hace necesario, como todo sistema, que exista una comunicación coordinada y fluida entre ellos, para que el sistema funcione con eficiencia , tal como funciona el sistema digestivo, compuesto por la boca, la faringe, el esófago, el estómago, el intestino delgado, el intestino grueso, el recto y el ano; todo esto, coordinado por el cerebro humano.

En esta analogía, basta que un solo componente -órgano- del sistema de referencia falle, para que todo el sistema digestivo no funcione adecuadamente, por lo que se hace obligatorio, que el Poder Ejecutivo, el cual sería una especie de “cerebro” en la analogía utilizada, organice la coordinación de los respectivos componentes del sistema de seguridad.

De esta manera, el Estado podría diseñar un verdadero Plan de Seguridad Pública y Ciudadana, el cual iría más allá de la reacción policial, conteniendo elementos de anticipación al delito, la prevención, la contención y disrupción del comportamiento criminal; todo esto lo haría bajo la coordinación de un sistema de seguridad efectivo.

Obviamente, bajo la certeza de que en el marco de las democracias es de vital importancia la seguridad ciudadana, ya que la democracia tiene la tarea de garantizar seguridad para el progreso constante de construcción de legitimidad y que las sociedades puedan disfrutar de la libertad en todas las formas y expresiones, con apego a la ley y a las instituciones, y que la ciudadanía tenga altas expectativas del sistema político imperante, lo que permite el clima de desarrollo, progreso y bienestar de los países.

El autor es miembro del Círculo Delta

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