LA REPÚBLICA- TESTIMONIO
Wilkin Bocio Sánchez “Bacacito”, un testimonio de que se puede salir de las drogas
Siendo menor de edad, Wilkin Bocio Sánchez, alrededor de sus 12 años, se involucró en el mundo del consumo de las drogas por al menos 11 años de su vida. Todo el dinero que conseguía lo gastaba en esas sustancias ilícitas
Con la frase “Dios te bendiga” fue como Wilkin Bocio Sánchez “Bacacito”, de 42 años de edad, nos recibió. En su sonrisa muestra lo agradecido que está con Dios de la vida que le tocó, que aunque no fue la mejor, hoy en día es feliz por ello.
Siendo menor de edad, a los 12 años, se involucró en el mundo del consumo de las drogas por al menos 11 años de su vida. Todo el dinero que conseguía lo gastaba en esas sustancias ilícitas.
Siendo muy joven "Bacacito" también se convirtió en padre de familia. Trabajaba limpiando zapatos, más adelante, en el mercado modelo colaboraba con la limpieza de los pollos y luego se involucró en la pescadería, pero el problema con las drogas no lo dejaba salir adelante.
Aun teniendo a su esposa, con quien lleva 21 años, el consumo de sustancias seguía en su vida. “La mujer me aguantó a mí 10 años de vicios de droga”, recuerda el hombre que hoy da testimonio de que Dios cambió su vida y su familia y el negocio de pescadería que tiene son el ejemplo vivo de ello.
Donde actualmente está su negocio "La Pescadería de Wilkin" estaba su casa, y en ese entonces su esposa no dejaba de pedir a Dios para que él saliera del mundo oscuro en el que estaba y pudieran tener una mejor vida.
Y ese día le llegó cuando a "Bacacito" le robaron el dinero de comprar sustancias y él atacó al hombre que lo hizo. Las autoridades lo detuvieron, y el temor de ser llevado a una cárcel peligrosa lo llevó a orar: “Si me dejas salir de esta con bien, voy a ser un siervo”.
Ya han pasado 11 años desde ese entonces y afirma que “nunca había estado mejor que ahora”.
"Yo le aconsejo a todo el que se introduce drogas que se salga de ahí porque la droga no es buena. La droga destruye muchas cosas. Hay mucha gente que han perdido a su familia, negocios y empresas por la droga. Hoy Dios me dio la virtud de que yo saliera de ahí para que le diga al pueblo que Cristo cambia y que transforma también".
Consejo de vida
Wilkin dice que hay gente que no sale de la droga no porque ellos no quieran, sino porque les hace falta alguien que les aconseje y tengan una experiencia. Su experiencia fue haber caído preso y tener un encuentro con el Señor.
Hoy en día es conocido en La Ciénaga por su negocio. Con su esposa procreó dos hijos a los que les inculca valorar cada momento de la vida.
Su negocio lo inició con una nevera que tenía en su casa, que a los tres días se le dañó y tuvo que buscar un termo, pero era en vano, ya que las pocas libras de pescado que podía poner se les dañaban, "hasta que Dios me mandó a un hombre que me regaló un freezer".
Dijo que toda persona a la que le hace falta su padre y su madre carece de un consejo, pero lo que hoy agradece de lo que fue ayer "porque de eso yo no quiero volver a ser, pero si yo hubiese sido lo que soy hoy cuando viene a ver hubiera querido probar. Ya yo no quiero probar porque sé que eso me hace daño".
Frases como “Solo Dios hace el hombre feliz” y “Todo lo puedo en cristo que me fortalece” es lo primero que la gente observa al llegar a su negocio, pues para él, Dios es eterno.
Wilkin en una etapa de su vida pensó en suicidarse por la cantidad de deudas que tenía.
Una vez llegó hasta una zona solitaria de la carretera que va a San Cristóbal. De su casa se llevó un pantalón y una sábana a escondidas de su esposa. En el momento en el que estaba amarrando la sábana de una mata de mango llegó una mujer y le dijo: “Yo estaba en mi casa cocinando y Dios me dijo que había gente en peligro, me dirigió por donde yo tenía que entrar y eras tu la persona”. No sabía si era un ángel o una persona, pero hizo que se quitara la sabana del cuello.
Duró cinco días en ese lugar, orándole a Dios, "Señor, la gente a la que yo le debo, por favor, que cuando yo llegué ellos vayan a donde mí, no con reproches, sino en paz” y así pasó. Desde ese día nunca más volvió a ser el mismo.