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Los pasos que Philippe da en Haití plantean mil interrogantes

Sólo la Policía, con 15.498 efectivos reportados en 2023 (a razón de 1,3 agentes por cada 1.000 habitantes), es la encargada de la seguridad en el país, pero el poder de las bandas ha sobrepasado su capacidad. El año pasado, 37 policías cayeron cumpliendo su deber (cinco en lo que va de 2024), y según la jefa de la Oficina Integrada de la ONU en Haití (Binuh), María Isabel Salvador, 1.600 agentes dejaron la institución en 2023, muchos para emigrar en busca de mejores oportunidades.

Guy Philippe, exoficial y golpista haitiano.

Guy Philippe, exoficial y golpista haitiano.Archivo

la acción armada 

Fue en la Policía donde Philippe, que habla perfectamente inglés y español, además de sus nativos creole y francés, empezó a ser conocido.

Aunque en una extensa entrevista hecha en 2007 por Peter Hallward, profesor en la Universidad de Middlesex (Reino Unido), el exoficial negó haber estado detrás de un ataque a la academia policial el 28 de julio de 2001, y al asalto al palacio de gobierno el 17 de diciembre de ese año (ambos saldados con varios muertos), Philippe admitió haber apoyado “tanto a la oposición democrática como a la oposición armada contra el tirano (Aristide)”, y de haber empezado a planear un golpe en diciembre de 2000.

Jeb Sprague, investigador asociado en la Universidad de California-Riverside (EEUU), dijo en una publicación aparecida en 2012 en el Monthly Review Press, que Philippe fue cabecilla por lo menos de la segunda conspiración, y que no participó en el ataque al preferir quedarse “detrás de las líneas” en República Dominicana, adonde había huido con otros cinco oficiales la noche del 17 de octubre de 2000, acusados por el presidente René Préval de conspirar contra su gobierno.

Sprague agregó que la asonada fue dirigida por el excapitán del ejército Rémissanthe Ravix, y que un amigo de Philippe, Youri Latortue, estuvo entre los que dieron a sus hombres información confidencial sobre la seguridad del palacio.

De cualquier manera, Philippe, cuyo último cargo en la Policía fue el de comisario en Cabo Haitiano, iniciaría a partir de entonces una nueva etapa en su agitada carrera. Luego de una estancia en Ecuador volvió a República Dominicana, país que utilizó como plataforma para entrenar a sus hombres y planificar su regreso a Haití, hecho que finalmente se produjo en febrero de 2004.

Para entonces Aristide ya había perdido el apoyo de la comunidad internacional que cuestionó el proceso electoral por el que salió elegido presidente en 2000. En 2003, con la oposición ya radicalizada en su contra, el asesinato de Amiot Métayer, líder de una organización paramilitar cuya muerte fue atribuida al gobierno, terminó de prender la mecha de la rebelión armada.

Butteur Métayer, hermano de Amiot, y su segundo, Winter Etienne, ambos al frente del grupo conocido primero como Raboteau y luego como “Ejército Caníbal” y Frente de Resistencia del Artibonite, recibieron armas y hombres de la Convergencia Democrática y del G-184 (las dos coaliciones opositoras del momento), se aliaron a otros alzados como Jean Robert Lalanne y Jean Tatoune en febrero de 2004, y ese mes nombraron a Philippe líder del Frente para la Liberación y Reconstrucción Nacional (FLRN).

“Él aún tiene influencia, aún tiene armas, aún tiene acceso al narcotráfico”, dijo al Miami Herald Luis Moreno (segundo en la misión diplomática estadounidense en 2004), el mismo día que el gobierno federal liberó a Philippe de la cárcel de Atlanta donde cumplió condena.

“Es incomprensible cómo alguien podría pensar que esto era una buena idea (…) Él quiere ser el gobernante de Haití, quiere ser el dictador de Haití; siempre ha sido su sueño y su objetivo y eso es muy peligroso”, aseguró Moreno.

El 1 de marzo de 2004, Guy Philippe entró triunfante a Puerto Príncipe, pero tuvo que entregar las armas a los pocos días presionado por Francia y EEUU. Al año siguiente anunció su intención de llegar a la presidencia de su país, pero fue René Préval el que obtuvo una abrumadora mayoría el día de las elecciones del 7 de febrero de 2006, en las que Philippe apenas consiguió el 1,92% de los votos.

Acusado ya en 2005 por Estados Unidos de mantener vínculos con el narcotráfico, el ahora excandidato presidencial eludió el primer y espectacular intento de su captura el 16 de julio de 2007, en la localidad de Les Cayes (suroeste), fecha en la que pasó prácticamente a la clandestinidad, evadiendo a la DEA por lo menos una decena de veces, creando su propia organización (el Consorcio Nacional de Partidos Políticos Haitianos) y haciendo esporádicas apariciones en su zona de influencia en el oriente de Haití.

Una década después, Philippe se dio el lujo incluso de postular al Senado y aparecer en actos de campaña del candidato oficialista Jovenel Moïse, quien se convertiría en presidente en unos comicios en las que el excomisario también saldría electo en representación del departamento de Grand’Anse. Pero jamás pudo ejercer el cargo: totalmente confiado, el 5 de enero de 2017, cuando dejaba la sede de una estación de radio en la capital, fue detenido y enviado ese mismo día a EEUU, donde estuvo hasta su regreso a Haití el 30 de noviembre de 2023.

“La decisión de repatriar al señor Philippe es un indicativo de la aparente hipocresía de EEUU y su complicidad directa e indirecta al contribuir a la desestabilización (de Haití)”, afirmó ese día en un comunicado Guerline Jozef, fundadora de Haitian Bridge Alliance, una organización defensora de los derechos de la comunidad haitiana en Estados Unidos.

De su lado, David Weinstein, el fiscal que dirigió las acusaciones contra Philippe y otros ciudadanos haitianos por asuntos de narcotráfico, dijo en esa ocasión al Miami Herald que “la situación en Haití hoy es incluso más frágil que cuando fue expulsado en 2017”, y que al exoficial “aún le queda potencial para movilizar a sus seguidores y regresar a una posición de poder”.

desobediencia civil 

Philippe confesó haber permitido a los cárteles colombianos usar Haití para enviar droga a EEUU entre 1999 y 2003, cuando fue comisario primero, y exiliado después, en operaciones que le permitieron ingresos por hasta 3,5 millones de dólares que compartió con otros oficiales. También reveló haber enviado y transferido dinero entre Haití, Ecuador y EEUU, a cuentas suyas, de su esposa Natalie (natural de Wisconsin con la que tiene dos hijos) y a cuentas falsas más de medio millón de dólares, y que también se compró una casa en Florida.

Lo que siempre rechazó son las acusaciones de violación a los derechos humanos que se han hecho en su contra, desde pertenecer a escuadrones de la muerte en los años ochenta durante la dictadura de Duvalier y de haber sido entrenado por fuerzas especiales estadounidenses en Ecuador, según denunció Human Rights Watch en 2004, hasta permitir ejecuciones sumarias entre 1997 y 1999, atribuidas a sus subordinados en la comisaría de Delmas, y documentadas por una misión de la ONU y de la OEA.

Philippe fue acusado además de aliarse, entre otros, con Louis Jodel Chamblain, líder de un grupo paramilitar que mató a decenas de personas durante la dictadura de Cedrás, y Jean Pierre Baptiste (alias Jean Tatoune) condenado por participar en una masacre de civiles en 1994, y de ser cómplice de múltiples asesinatos durante las acciones ofensivas del FRLN en 2004, sobre todo en el centro, norte y noreste del país.

Por último, el exoficial es objeto hoy en día de una investigación por su presunto papel en el ataque a la comisaría de la ciudad de Les Cayes que costó la vida al agente de policía Tisson Jean-Pierre en 2016.