SIN PAÑOS TIBIOS

Entre halcones y palomas

Halcones o palomas son palabras que se refieren, dentro del reino animal, a especies de una misma clase, pero la capacidad de cambio del lenguaje y los préstamos semánticos permiten dotarlas, en tanto significantes, de otros significados que van más allá de la biología y que se inscriben en la economía o la política.

En la Crisis de los Misiles de 1962, Kennedy se vio atrapado entre los halcones y palomas de su gabinete, entre el dilema de buscar una salida violenta o pacífica a la crisis. Él no fue el primero en sortear ese peligroso camino, la historia está atiborrada de ejemplos de líderes que, en su momento, tuvieron que tomar decisiones trascendentales que implicaban el destino de la vida de millones, pero influenciados y presionados por halcones o palomas, tomaron decisiones incorrectas que desembocaron en tragedias.

A diferencia de todos los que le antecedieron, Kennedy sabía que nadie antes que él había tomado decisiones condicionadas bajo la posibilidad de la destrucción total de la humanidad, porque en 1962, el marco mental que encasillaba cualquier solución era la guerra nuclear, y ahí no habría ganadores.

Igual como sabía que los rusos eran arteros, propensos al victimismo, la simulación y la mentira, reconocía que su diplomacia era superior, porque eran maestros del Gran Juego; pero también sabía que sólo entenderían el lenguaje de la firmeza y que ceder frente a ellos en Cuba, habría sido la antesala de tener que ceder en otros lugares y aspectos; y ni hablar de la percepción de debilidad que tendría el pueblo norteamericano de su administración - a casi un año de las elecciones de 1964 - y de cómo esto impactaría en su reelección.

El liderazgo de Kennedy se impuso porque su visión de estadista le permitió ver, en toda su amplitud, los pros y contras de cada posible decisión. Mientras halcones y palomas sólo veían lo que sus sesgos les permitían ver, él entendió que proyectar la imagen de débil era tan peligroso como parecer violento, y que ceder frente a una ilegalidad (unilateral, calculada y provocada) sería caer en una trampa tan peligrosa como desafiarla frontalmente, no sin antes lograr apoyos internos y aliados externos, y que para ello era imprescindible contar con el control del relato.

Comparar aquella crisis de dimensiones planetarias con la actual crisis con Haití - a propósito del canal en el río Masacre - parecería risible, pero comparar es un método honesto y válido de búsqueda de la verdad, que permite establecer similitudes entre situaciones dispares para lograr aprendizajes; o comparar es, quizás, una aproximación humilde hacia la sabiduría, esa que mostraron los muchachos de Camelot cuando, frente a los halcones que pedían la escalada del conflicto y las palomas que procuraban la aceptación pura y simple del hecho consumado, supieron discernir qué era lo que verdaderamente estaba en juego, y no tuvieron miedo de tomar las decisiones que había que tomar, porque la verdad estaba de su lado.

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