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“La curaduría es el oficio de Sancho Panza”

En esta entrevista al artista Gerardo Zavarce hay un acercamiento a la figura del curador de arte, muy necesaria en el mundo de la cultura contemporánea.

El curador de arte venezolano Gerardo Zavarce.

El curador de arte venezolano Gerardo Zavarce.

Gerardo Zavarce (venezolano radicado en República Dominicana), ejerce el poco común oficio de curador de arte en nuestro país, forjado según sus propias palabras, sobre su espíritu experimental que se cultivó en escuelas y liceos experimentales, experiencias que lo han acompañado a través de su práctica profesional.

AP.- ¿Cuál es el primer curador en la historia del que tienes noticia?

GZ.- Sin duda Noé

AP.- ¿Por qué?

GZ.- Uno de los procesos que definen la curaduría es la selección, quizá el principal de ellos; a Noe le correspondió la tarea de seleccionar, un ejercicio interesante de generar un muestrario amplio de las especies animales.

AP.- ¿Podemos afirmar que la curaduría es una práctica exclusiva? Porque seleccionar implica eliminar, dejar fuera…

GZ.- Seleccionar es uno de los primeros procedimientos, pero no es el único; seleccionas, mezclas, yuxtapones, combinas, siempre interactuando con las opciones que tienes a mano: es más bien un ejercicio de experimentación. No es una selección con la idea de generar un marco de categorías o de jerarquías sino de experimentar a ver que se genera a partir de las combinaciones y yuxtaposiciones porque además, la materia prima de la curaduría es la abundancia

AP.- Jacobo Borges me dijo en una conversación, que a la humanidad se le presentaba cada cierto tiempo, el imperativo de un arca y con ello la disyuntiva sobre quién entraba y quién no. ¿Cuál es la clave para ganar el boleto para entrar a la próxima arca que se le plantee a la humanidad?

GZ.- La curiosidad y la imaginación, porque tenemos la capacidad de imaginar las formas y la características del arca y la curiosidad moral para inventar el modo de asistir a ese encuentro; la declaración de los derechos humanos es un boleto producto de nuestra imaginación ética y la democracia por ejemplo, retomando la metáfora, es un “momento arca” de la humanidad.

AP.- ¿Hay una ética de la curaduría, asumirías la curaduría de la peor de las muestras?

GZ.- Totalmente, es parte de un ejercicio ético, dedicarle espacio y tiempo a algo que no comprendo, que se vuelve entonces un elemento de curiosidad para mi aún cuando sea algo que pueda disgustarme en cierta forma; si algo me causa rechazo, lo incorporo a la pregunta: ¿Será que no dispongo de las herramientas para su interpretación y por ende estoy limitado para su comprensión? En lo personal y en lo profesional me gusta trabajar con artistas que requieran acompañamiento en esa etapa de exploración, riesgo y búsqueda en la cual no hay un lenguaje consolidado. También he trabajado con artistas consagrados, que representan un reto distinto, donde más bien me dejo llevar por esa energía que el artista ha logrado imprimir a su trabajo. El reto está en lo primero.

AP.- ¿Trabajas sólo con artistas?

GZ.- En los últimos tiempos he venido trabajando con personas de campos disímiles; desde que estoy en República Dominicana he tenido por ejemplo un encuentro con un investigador del entrenamiento deportivo, Alexander Rodríguez, a quien acompaño en su proceso de investigación desde hace 20 años, experiencia que ambos trasladamos al área del aprendizaje.

AP.- ¿Pero esto no sería más bien un proceso de coaching?

GZ.- Para nada, el coach es una especie de analista profesional que es más un mentor mientras que el curador se sumerge, el curador forma parte del proceso, se integra y es en cierta manera un co protagonista del proceso creativo; debe cultivarse en el área en la que trabaja. Con el tiempo me di cuenta que había cultivado una manera particular de ver la curaduría, que tenía que ver con el acompañamiento a los procesos creativos. No digo que esta sea la única vía; hay muchas formas de ser curador. Para mí es como el oficio de Sancho Panza

AP.- ¿Podría el curador ganar el Oscar al mejor actor secundario?

GZ.- Completamente y creo que de hecho es lo único que gana el curador, a parte de la satisfacción de confiar en ver consolidado algo que no existía, en el momento que te lo plantea un creador, haciendo la salvedad de que son procesos a muy largo plazo; he trabajado con artistas durante 6, 10, 15 y veinte años. A partir de 2009 me di cuenta que el mínimo de tiempo para acompañar un proyecto curatorial pequeño era de dos años. Por supuesto, hay procesos puntuales como curar una exposición, algo a lo que llamo “carpintería curatorial”,