Ciudad

Papeles son papeles

Es corajuda,voluntariosa, de esas pasantes que andan en bajo perfil y prefieren historias “duras”. Jamás llegó a la redacción con las manos vacías.

Marírobi en la extrema izquierda junto a su grupo de pasantía

Pocas han sido como ella: Corajuda, voluntariosa, sin pelos en la lengua -en bajo perfil- y con deseos tremendos de un periodismo distinto. Mairobi Herrera fue de esas pasantes que prefieren historias “duras”. Sale a la calle a buscar el otro lado de la noticia. El más fuerte. El más humano.

No regresa a la redacción con las manos vacías. una de esas periodistas que “no moja” pero “empapa”. Creí que era una muchachita tímida, light. Pero me equivoqué otra vez. Cada año acostumbraba a calificar la pasantía del Listín encerrado en una oficina. Contaba hasta cien porque casi siempre todas las aspirantes reunían los requisitos exigidos. Y al final, el conteo siempre volvía a reiniciarse porque ningún humano que se respete puede determinar el mayor grado de preparación de cada quien para las nuevas tareas que de ellos se exigirían. El periodismo es uno solo: ser creativo, distinto. Lo otro es retórica, rutina . Para emprenderlo hay que olvidar el fragor de la chata realidad. Buscar historias. La mayoría de las veces, cuando se cubre un evento, aparece lo inesperado. un día me di por vencido y decidí ubicar a las pasantes en las distintas secciones del Listín, a suerte y verdad. A quienes calificaban para el ingreso los reunía alrededor de unos papelitos perfectamente doblados que escondían la sección a donde iría cada cual. Y ese método tampoco funcionó.Pero Mairobi lo sufrió. Lo descubrí el día que no pudo asistir a la asignación y, a la mañana siguiente, tomó de mis manos el último papelito doblado que esperó veinticuatro horas para descubrirse bajo el temblor de su mirada: Mairobi, fue condenada a pasar su pasantía en el área de revistas y, no precisamente por ser la peor, sino porque en esa sección se elaboraban contenidos ajenos a sus intereses profesionales. Por suerte, al poco tiempo Mairobi pasó al área de La República y allí comenzó a llamar la atención. siempre sobrecumplía lo ordenado. no sé cómo se las arreglaba para descubrir lo indescubrible, pero lo cierto era que sus reportajes hicieron historia y muchas veces tuvo que salir con protección del periódico por temor a actos vengativos en su contra debido al contenido de sus reportajes e informaciones. Por esos años recorrí las distintas facultades de periodismo para animar el talento oculto. Planificaba mi tiempo entre cinco o seis centros docentes, muchas veces acompañado de valiosos colegas que me ayudaban a abrir puertas. Pablo García, Dalton Herrera, Wander Santana, Pedro Henríquez, Juan Eduardo Thomas y Ángel García salieron de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). En cierta ocasión conversé como Tomás Aquíno Méndez y le externé una extraña opinión: Hoy Listín Diario tuviera la mejor plantilla de profesionales del país, formados por los editores del periódico. Sin embargo, al final de cada programa solo quedaban fijos unos pocos y siempre con salarios muy por debajo de sus resultados profesionales.

Esa situación los obligaba a saltar a otras empresas en busca de mejores condiciones de vida. Por suerte, el Listín Digital, se acercó al contexto informativo. Los jóvenes más capacitados no quedaron a su suerte y muchos cada año permanecen en la redacción del periódico, realizando múltiples funciones. El Listín se ha transformado en dos periódicos a la vez, uno impreso y otro digital, y ofrece salarios mucho más atractivos. Los recién graduados aspiran a becas internacionales, las alcanzan, se marchan, pero regresan porque a fin de cuentas, en la República Dominicana encuentran más oportunidades de acuerdo a su nivel de preparación.

Siempre pongo de ejemplo a Co- ralis orbe, Juan Eduardo Thomas, Indhira Suero, Lilian Tejada, y Carolina Pichardo, Bolívar Orozco y Laura Durán, entre muchos otros. Ellos retornaron con sus respectivos títulos a soportar apagones, altos precios, añoranzas, asaltos, tapones y otras naderías porque dan todo lo que tienen a cambio de la profesión que aman. No son hijos de mamá y papá. Cuecen habas, se emocionan, arraigan y aferran a mostrar lo que han aprendido. Este será un país de periodistas, médicos, abogados, dramaturgos, jueces, ingenieros, biólogos, arquitectos, filólogos y demás profesionales que destacan en distintas ramas del saber. La improvisación, la chercha, el oportunismo y la politiquería, aunque todavía mueven estigmas invisibles, entre otros aguaceros, van quedando atrás porque alguna vez el habitante de las cavernas sale a buscar el sol y sus huellas se moldean con la tierra firme. Por eso recuerdo a Mairobi Herrera. Ella también se ha especializado en la fotografía; ha ganado infinidad premios en el Este (donde vive) y triunfó con su revista online de turismo. Es una empresaria exitosa. Hablo de una muchacha de pueblo, en apariencia insignificante, con muchas ideas pero las hace realidad a puro pecho. No le teme a nada. Solo a su propio silencio si es que algún día llega. Y como ella, hay muchas otras. Como Gabriela Read, Maribel de los Santos, María Ester Campusano, Arlene Reyes, Natali Faxas, Raysa Corporán, Rosé Paulino, Leonela Medina, Mayra Pérez, Ircania Vásquez, Andrea y Katherine Luna, Karla Hernández, Laura Durán, Susy Tejeda, Carmen Guzmán y Jhereny Ramírez, por ejemplo. Y perdonen las que no cito. Con la vejez siempre se pierde algo de memoria, pero no de cariño. algún día contaré todas sus historias.