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Pascuas de Resurrección

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Luis Manuel Piantini MunnighSanto Domingo, RD

El apóstol Pablo, de brutal perseguidor de los Cristianos, siendo un fervoroso judío, fue convertído a la Fe Cristiana mediante un contacto directo con Jesús, quien como se narra en Hechos 9;1-4, con un rayo de luz lo hace caer del caballo camino a Damasco, y le pregunta que porque le perseguía, a lo que Pablo responde, quien eres Señor?, contestando la voz ; Soy Jesús, a quien tú persigues. Por ese encuentro directo con Jesús, Pablo se convertirá en un comprometido cristiano, perseguido por sus antiguos jefes judíos.

En la carta a los Hebreos capítulo 11, Pablo, convertido por el Espíritu Santo en Apóstol de los gentiles, realiza una narración de los hechos de Fe más importantes contenidos en el Antiguo Testamento. Recordando que el patriarca Abrahan es nuestro Padre en la Fe, y señalando todas las vicisitudes que pasó, y victorias realizadas en nombre de esa Fe, incluyendo las vocaciones de Fe de los demás patriarcas, Issac, Jacob y los profetas.

Jesús dijo de ellos y también de las generaciones futuras a él; en Juan 20;39, “dichosos aquellos que crean sin haber visto”. Cuando crees sin ver, lo haces por Fe, la cual hace milagros pudiendo mover una montaña si posees esta Fe del tamaño de un grano de mostaza, como afirmaba Jesús en la parábola narrada en Mateo 17;20.

Mientras que a los fariseos que pedían manifestaciones milagrosas para creer; en Mateo 12; 39, Jesús les llamó, generación malvada, que solo recibirían la manifestación de Jonás. Pero nunca dejó de curar enfermos y resucitar muertos permaneciendo con el pueblo pobre, quejándose de que éste se encontraba desamparado, como un rebaño sin pastor. Jesús rechazaba las distorsiones a la ley que habían creado las autoridades religiosas judías, para hacer insoportable el cumplimiento de la misma, con tal de mantener un control corruptor y represivo sobre ese pueblo.

Jesús como Verbo Encarnado proclamó dos nuevos mandamientos, el Amor a Dios y el Amor al Prójimo. Porque ejerciendo esos dos grandes mandamientos, se cumplen con los 10 de la Ley.

Fue un revolucionario en el amor. Cambiándolo todo. Entregándolo todo, a cambio de nada.

Jesús durante su vida pública, sintió la pena y la tristeza, y se quejaba de los hechos de poca Fe mostrados por los Apóstoles, a pesar de que estuvieron junto a él tres años continuos, caminando todos los pueblos de Galilea, Judea, Samaria, viendo sus milagros y oyendo sus prédicas con las palabras de Dios salidas de ese Verbo Hecho Carne con la fuerza del Espíritu Santo. Dos veces llamó a los apóstoles Hombres de Poca Fe, en hechos acontecidos en el Lago de Galilea, cuando Pedro se hundía en el agua y lo rescató con sus manos, y cuando la barca en medio de una tormenta se estaba llenando de agua y pensaban los apóstoles que iban a zozobrar con Jesús durmiendo en ella. En ambas ocasiones, realizó milagros en la preservación de la vida de los apóstoles.

Pero aun y ya al final, cuando Jesús fue capturado para ser crucificado, los apostoles mantuvieron el miedo con sus dudas de Fe, pese a todo lo visto y oído, y entraron en desbandada por el temor a ser capturados, dejando al maestro durante sus horas de mayor soledad y sufrimiento. Pedro negándolo tres veces, y solo Juan permaneciendo al pie de la Cruz con María, la Virgen Madre de Jesús.

Ni siquiera durante la primera aparición del resucitado al grupo de apóstoles reunidos y ocultos, Tomás le creyó a sus compañeros, que el Maestro había resucitado, tal y como Jesús y los profetas lo habían anunciado. Tuvo que traspasar con sus manos el costado de Cristo Jesús, en su segunda aparición a los Apóstoles reunidos, en Juan 20; 24-28, para ver y creer, y derrotar su incredulidad, al pronunciar el “Señor Mío y Dios Mío “, expresión de alabanza exclamada por nosotros los creyentes, durante la consagración del pan y del vino, convertidos en el Cuerpo y Sangre de Jesús, tal y como nos instruyó hacerlo en su memoria, durante la Última Cena narrada en Lucas 22; 17-20.

La conversión total a la Fe de los Apostoles se produce el día de Pentecostes, luego de la Ascensión de Jesús al Padre, narrado en Hechos 2;1, cuando el Espíritu Santo ya anunciado por Jesús desciende sobre ellos, aún estando temerosos encerrados en una casa. En ese momento el Espíritu Santo con un fuerte ruido que estremeció el lugar, derrama en lenguas de fuego sus dones sobre ellos, y empiezan a hablar en lenguas, y es por primera vez cuando Pedro narrado en Hechos 2; 41, bautiza y convierte a 3 mil personas en ese día, realizando una valiente predica desde el balcón de la casa, acompañado de los demás Apóstoles, presentando a Jesús, crucificado por las autoridades y ese pueblo, como el Mesías Hijo De Dios esperado por el pueblo para su salvación. No bastó la presencia y manifestaciones de Jesús, para afianzar la Fe de los Apóstoles, sino que se necesitó la fuerza de la Gracia del Espíritu Santo, para completar ese proceso de conversión. O sea, el bautizo en el Espíritu Santo, para vencer nuestra tozuda incredulidad.

Desde ese momento los Apóstoles con la fuerza del Espíritu Santo pierden el miedo, adquieren arrojo y valentía, para expandir la evangelización en todo el mundo y realizar milagros, tal y como se lo ordenó Jesús, narrado en Marcos 16;15, acciones por las que fueron encarcelados, y la mayoría de ellos sufriendo muertes violentas.

En estos tiempos presentes de tantas incertidumbres y pérdidas de valores, los Cristianos con nuestros testimonios de conversión, sin miedo ni temor, somos los mejores testigos de proclamar con la Fe de Creer sin Ver, que Jesús de quien celebramos en esta semana su muerte y resurreccion es nuestro Salvador, que como Hombre y Dios nacido del vientre de María haciéndose carne entre nosotros, vivió y conoció de nuestras debilidades humanas, y entregó su vida en el Calvario por Amor a nosotros sus hermanos, para cumplir con la promesa del Padre Creador, de venir un Mesías redentor para restaurarnos a la vida plena, que había sido sepultada en la muerte, a la que nos condujo la desobediencia por la que pecaron nuestros primeros padres.

El Amor hace milagros, y en el milagro del Amor, fuimos Salvados por el Dios del Amor que está vivo en nosotros, y su Espíritu nos guía en el bien, para hacer en nosotros la voluntad del Padre Creador.

Como Cristiano que eres al leer estas palabras, no tengas miedo, muestra sin vergüenza tu testimonio de Fe, obrando y proclamando a los cuatro vientos que Jesús está Vivo. Felices Pascuas de Resurrección.