Provincias

Familias viven en peligro por vertedero de Hato Mayor

Basura. Los llamados “buzos” suelen llegar desde tempranas horas de la mañana a remover basura, entre los cuales hay niños, jóvenes, hombres y mujeres.

Tanto Yoana Paredes como Pablo Rodríguez son de los afectados por la contaminación causada por el vertedero de Hato Mayor. Audry Trinidad/LD

La basura, los insectos y el mal olor se han adueñado de sus hogares, a esto se le agrega las enormes cortinas de humo que desprende el vertedero del kilómetro siete de la carretera Hato Mayor – Sabana de la Mar, el cual durante años ha puesto en peligro la vida de decenas de familias que viven en los alrededores y no tienen otro lugar donde ir.

“Esto es desesperante, cuando no es el humo, son las moscas, las ratas. Yo tenía un negocio de comida y tuve que quitarlo, no se puede porque las personas le huyen a esto por antihigiénico”, dijo Yoana Paredes, quien vive a orillas del tiradero.

La dama señaló la vitrina donde solía vender alimentos y el congelador de su antiguo negocio, pero se vio obligada a cerrarlo por las características del lugar.

“Vivimos enfermos, me salía un salpullido en la piel, si siguen recorriendo por aquí verán más personas que están mal de salud. Por favor a las autoridades que nos den una ayuda, vengan en auxilio de nosotros”, agregó. Las casas se encuentran ubicadas a menos de 50 metros del depósito de basura, los lugareños han pegado el grito al cielo, y es que además de lidiar con el hedor y los insectos que produce la basura, el vertedero ha sido afectado por un fuego consumidor que ha provocado densas humaredas que cubren las viviendas de la comunidad. Enfermedades, pestilencia, pobreza, desesperanza, baja calidad de vida e insalubridad son algunas de las palabras que podrían describir el entorno, donde habitan unas 73 familias.

Pablo Rodríguez, de 74 años, es uno de los habitantes de la zona, quien recibió a periodistas de Listín Diario y contó todas las penurias que ha pasado desde que en 1998 “desembarcó” el primer camión de basura al frente de su casa.

Al momento que Rodríguez decía que a “las autoridades no les importa que pase con su vida o la de sus vecinos”, las moscas se asentaban y recorrían su rostro.

Desde la galería de su vivienda, la vista que se contempla es un horizonte con montones de basuras, el humo emergiendo desde diferentes puntos y aves que rodean el lugar para consumir los desperdicios. “Estamos agobiados con ese vertedero mal, mal, mal. Estoy como quien dice, dentro del vertedero”, expresó Rodríguez con rostro de angustia.

Ante esto, expresó que nunca ha recibido ningún tipo de ayuda de las autoridades, por lo que siente que “la comunidad ha sido abandonada a su suerte”.

Las quejas y penurias son muchas. Un paraje sin agua potable, sin escuela, sin un parque y cientos de personas sin ser escuchadas.

El desespero y la impotencia de los habitantes es muy notorio, Reina Domínguez no pudo contener las lágrimas al exponer lo que está pasando su abuelo, quien sufre de hipertensión arterial y, tras las llamas del basurero, su salud ha empeorado.

Domínguez dijo que su abuelo está ingresado en un centro de salud respirando con la ayuda de un tanque de oxígeno, las placas revelaron humo en sus pulmones, por lo que los doctores pidieron a los familiares reubicarlo en otro lugar.

No tienen donde ir, su hogar en el kilometro 7 es lo único que poseen, sin embargo, traer de vuelta a su abuelo y exponerlo a la humareda que tiene cuatro días sin cesar, seria anunciarle su muerte.

¨ÉL me dijo, llévame para mi casa que yo quiero morir en mi casa, pero ¿y cómo nosotros lo traemos para acá?¨, enunció la moradora al llorar desconsoladamente.

Asimismo, enuncio que el síndico o ninguna otra autoridad no ha hecho nada por los pobladores.

¨Amado ha abusado de la confianza de todo el mundo aquí, un solo hombre matando ciento y pico de personas¨, aseveró Reina al referirse al síndico de Hato Mayor, Amado de la Cruz.

El descontento con el alcalde fue constante, los lugareños entrevistados por reporteros de Listín Diario se mostraron inconformes con la gestión del señor de la Cruz.

¨El sindico no nos da la cara, nosotros estábamos tratando de impedir que no nos tiraran más basura en el vertedero y nos mandó a la policía¨, expresó un señor que se encontraba en las orillas del enorme basurero.

Por su parte, el alcalde Amado de la Cruz calificó que ¨la basura es un gran negocio y que por eso las personas se han establecido allí¨, alegando que no había personas habitando la zona cuando se instaló el depósito de basura.

Estas palabras fueron desmentidas por pobladores, quienes aseguran muchos ya vivían en el lugar antes de 1998.

De la Cruz manifestó que el fuego tiene más de un mes en el vertedero, y aunque se había controlado, los movimientos de basura ha influido en que este vuelva. Como medida, ha dispuesto de dos retroexcavadoras para echar tierra y tratar de sofocar las llamas.

¨La Ley 225-20 para la regularización transfiere los vertederos al Medio Ambiente, en este caso no se ha ejecutado. La única misión de los alcaldes es traer la basura aquí¨, relató el alcalde de Hato Mayor del Rey.

El sindico agregó que se reunirá con el ministro de Medio Ambiente, Miguel Ceara Hatton, para tratar de buscar una solución.

El vertedero es fuente de ingresos

Periodistas de este diario, recorrieron el vertedero del kilometro 7 donde se encontraron con personas que no solo lo ven como una problemática, sino también, como una fuente de ingresos.

Parte de los habitantes, se dedican a sacar plásticos de los escombros y recolectarlos para luego venderlos a comerciantes que los utilizan para fines de reciclaje.

Los llamados ¨buzos¨, suelen llegar desde tempranas horas en la mañana, niños, jóvenes, hombres y mujeres se exponen durante horas al hedor, las bacterias y enfermedades que esto les pueda causar, con el fin de conseguir unos pesos que le sirvan para sustento.

Muchos de los buzos se negaban a hablar con la prensa, o dar mayores detalles de lo que hacen dentro del vertedero.

Dionicia Paredes, quien se desempeña como buzo, asegura de ahí lleva la comida a sus hijos, aunque eso no la exenta ver el problema que esto ha causado.

¨Uno sobrevive de eso, pero yo prefiero que mi familia esté en salud y segura¨, confesó Paredes.

No tienen agua potable

Justo frente a las viviendas de los residentes se pueden ver tanques para almacenar agua, a pocos metros de la carretera.

Estos contaron que no cuentan con una red de abastecimiento de agua potable, por lo que tienen que acudir a comprar agua a un camión para poder realizar sus quehaceres y asearse.

100 pesos es lo que deben de pagar las personas para adquirir un tanque de agua.

Asimismo, expresaron que durante los últimos días el ayuntamiento les suple el agua de manera gratuita, empero, ¨esta obra solo llega cuando se acerca la campaña política¨, luego los moradores regresan a la realidad de pagar para obtener un poco de agua.

No hay escuelas

¨Los niños aquí tienen que pasar la Caín para poder estudiar¨, expresó una madre, quien prefirió reservar su nombre.

Los estudiantes tienen que caminar un largo trayecto por carretera para poder llegar a la escuela pública más cercana. No todos los padres tienen recursos para que estos paguen transporte público, eso los obliga a pedirle a extraños que les encaminen hasta su destino o ellos ir a pies.

En horas de la mañana o aproximadamente a las cuatro de la tarde, decenas de niños y adolescentes ponen su vida en peligro en una carretera solitaria para poder tener acceso a la educación.