La Famosa es Roberto Serrano
Ha muerto el fundador de La Famosa, pero no su impronta. Miles de banilejos han encontrado trabajo y fuente de vida tanto en su empresa industrial como en sus prósperas tierras.
Peravia Industrial la “inventó” Roberto Serrano. Uno de esos hombes que no nacen dos veces. Cuando él llegó al país no era nadie. El nombre de su futura empresa solo circulaba en su memoria. Pero como buen emprendedor, lo hizo realidad. Y desde sus comienzos la fábrica se llamó, popularmente, La Famosa.
Era un proyecto que no solo enlataba granos, sino también aceite, dulces y alimentos varios. Su orgullo era narrar acerca de las miles de familias banilejas que hallaron empleo seguro en su empresa y tierras.
Doce generaciones de Periodistas por un Año aprendieron algo de su impronta. Los trataba como sus hijos. Siempre sonriente y gentil, llevaba consigo la amabilidad propia de los grandes.
Su carácter firme y bondadoso, iba más allá de los obsequios materiales: Nunca hizo reparos por alcanzar la razón humana.
Lo conocimos ya entrado en años, pero su historia viene de lejos, cuando emigró de Puerto Rico a la República Dominicana en busca de horizontes.
Comenzó desde muy abajo. Tenía conocimientos de producción industrial y enlatados pero en aquellos tiempos no existían extensas naves para convertirlas en industrias. Y poco a poco fue formando la suya. En esos tiempos, los emprendedores carecían de puertas abiertas.
Descubrió el sabor de los guandules y la preferencia del dominicano por ellos. Por ello cada día, temprano en las mañanas, recorría en su camioneta de tercera mano el sector Los Guandules del populoso barrio del mismo nombre en busca del frijol para producir, primero en pequeñas cantidades, los enlatados con el apreciado frijol.
La producción dio frutos, la empresa creció y se extendió a otros rublos agrícolas. De la industria, pasó también a la agicultura pues vio la posibilidad de abaratar los costos si él mismo producía la materia prima para las conservas.
Y fue adquiriendo tierras que en poco tiempo se transformaron en sembradíos de tomates, maizales y granos de todo tipo.
Todos los días recorría los campos para comprobar por sí mismo la calidad de sus cosechas.
Y en medio de sus jornadas productivas, llegaron sus amigos del Listín -como él mismo décia-. Se desvivía en atenderlos. Le llamó la atención la juventud unidad al estudio. Era de su agrado verlos vincular la aspiración profesional desde edades tempranas con la idea de conocer las riquezas de su país.
Con ellos reocorría aquellos campos sembrados de esperanza, ya bien en jornadas que comprendían, además, la Feria del Mango, las Dunas o sus propias tierras llenas de esperanza.
Baní, además, fue la tierra natal de su esposa e hijos.
Los pasantes del Listín conocieron su historia. Y también su vocación fundadora..
Cierto día, el transporte se dañó y parecía que las visitas a provincias llegaron a su fin. Él procuró que eso no ocurriera y cada año enviaba -de ida y vuelta- un los autos de su empresa para llevarlos al recorrido habitual por la patria de Máximo Gómez.
Una vez nos recibió en su propia residencia no solo para degustar un enjundioso almuerzo, sino para conversar acerca de sus experiencias sobre lo acontecido durante la jornada.
Al cumplirse el Décimo Aniversario del Programa Periodista por un Año organizó, junto a José Miguel Germán, una reunión con la mayoría de los pasantes que integraron las filas del Listín.
Allí brindó obsequios y diplomas, contrató a orquestas, chuineros, trovadores y creó un ambiente inolvidable; algo muy difícil borrar de la memoria colectiva.
Hace unas semanas, nos llegó la noticia de su muerte. En Listín, todos tragamos en seco. Fueron muchas jornadas dedicadas al proyecto periodístico imposibles de olvidar. Conocerlo fue algo así como una palmadita en el hombro para continuar, con buen augurio frente al tortuoso camino de la comunicación social en la República Dominicana en esta nueva etapa donde las verdades no pueden andar ocultas porque hay una nueva generación formada para decirlas y defenderlas a como de lugar, gracias a su ejemplo y al de muchos otros empresarios que, como él, apuntaron a la transparencia y a apoyar el legado que preservan.