Enfoque

El papel de la misión diplomática francesa en Haití y las nuevas orientaciones de Macron

Jean Garry Denis

Jean Garry Denis

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Jean Garry DenisPuerto Príncipe, Haití

La idea más compartida en la sociedad haitiana en la actual coyuntura es que la comunidad internacional a través de los diplomáticos extremistas del Core Group están implementando una estrategia del caos en Haití. Desde el asesinato del presidente Jovenel Moise en el año 2021, la violencia pandillera ha aumentado de manera exponencial y la crisis en que padece la sociedad haitiana parece que está en un callejón sin salida. En lugar de ayudar a los haitianos a alcanzar un consenso para una solución sostenida a esta crisis, estos diplomáticos prefieren desde hace más de 20 meses apoyar sin reservas a un gobierno inepto, impopular y corrupto.

Hay que destacar el papel protagónico de la diplomacia francesa en la consolidación de esta crisis, tomando en cuenta las nuevas orientaciones estratégicas del presidente Macron en el marco de una serie de visitas en el continente africano.

Francia quiere dar un nuevo giro a estas relaciones a través de la ruptura de las viejas relaciones tradicionales Francia-África y con todos sus corolarios de dominación, arrogancia, imperialismo y saqueos de recursos naturales.

Este nuevo paradigma quiere sentar las bases de un socio renovado con estos países frente a la influencia cada vez más creciente de China y Rusia en África.

La actitud de Macron

En una posición de humildad para Emmanuel Macron como fue en el caso de la vigésima séptima conmemoración del genocidio ruandés de 1994 donde una comisión de historiadores franceses dirigida por Vincent Duclert ha señalado las abrumadoras responsabilidades de Francia, aunque destaca la ausencia de complicidad. Para Macron, Francia tiene que reinventarse y adaptarse y admitió que cometió muchos errores históricos en el pasado. Él abogó por relaciones más respetuosas asumiendo responsabilidades militares “exorbitantes” y cuestionando su presencia militar en África. Después del retiro de las tropas militares en Mali y en Burkina Faso, no habrá más implantación de nuevas bases militares. Este nuevo marco de cooperación quiere ayudar a estos países a enfrentar un conjunto de desafíos en los aspectos siguientes: clima, seguridad, salud y demografía, entre otros.

Sin embargo, constatamos que la misión diplomática francesa en Haití está en disonancia con las nuevas orientaciones definidas por el Eliseo. Esta misión constituye el soporte internacional más activo que tiene el poder de Ariel Henry. Nunca pierde la oportunidad de hablar de consenso entre actores haitianos, pero utiliza todas las estrategias para entorpecer los esfuerzos de consenso entre los haitianos y apoyar las falsas soluciones como fue el caso del acuerdo del 21 de diciembre de 2022 entre el poder y su clan.

No fue ninguna sorpresa ver la rapidez de la Embajada Francesa para defender este acuerdo a través de una nota colectiva firmada por los embajadores de la Unión Europea (UE) a pesar de todas las irregularidades, falsas promesas, falta de participación de los actores y la imposibilidad para este acuerdo crear un ambiente propicio a un consenso fuerte. Pues, no hay preocupación por la complicidad de grupos económicos poderosos con la violencia pandillera, la corrupción endémica bajo este régimen, la impunidad de que gozan los criminales de cuello blanco, sancionados por la misma comunidad internacional. En este marco, los conceptos de derechos humanitarios y asistencia a personas en peligro ante los asaltos de los grupos pandilleros no tienen importancia para estos extremistas. La lógica dominante es mantener la línea de esta democracia a la medida para organizar falsas elecciones.

No se necesita ser mago para pronosticar los resultados que saldrán de estas maniobras diplomáticas donde Francia es el principal arquitecto. Están sembrando los insumos para reproducir el sistema de exclusión generadora de esta pobreza extrema y renovar el caos institucional por un período de 30 años más con parlamentarios narcotraficantes, alcaldes ligados a bandas criminales, Presidente dirigido por contrabandistas y oligarcas antinacionales y corruptos.

Presidente Abinader

Aprovechamos esta reflexión para resaltar la posición del Presidente Abinader que afirma que la comunidad Internacional no tiene voluntad para ayudar a los haitianos a solucionar esta crisis. Pensamos que los vecinos cercanos de Haití, especialmente el CARICOM y la República Dominicana en el marco de sus intereses estratégicos debe anticipar la desestabilización de Haití por los diplomáticos del Core Group y velar por una solución sostenida y definitiva a esta crisis.

Ahora bien, ¿cuál puede ser el motivo de este comportamiento de la Embajada de Francia para actuar como enemigo del pueblo haitiano y apoyar todo lo que este pueblo rechace, a pesar de las nuevas orientaciones diplomáticas del Eliseo que parecen más respetuosas de la autodeterminación de los pueblos? En este caso tenemos dos hipótesis:

1-Haití fue antigua colonia de Francia durante varios siglos. Después de su Independencia, una doble deuda que se acabó de pagar en su totalidad en 1947 fue impuesta por Francia a Haití para reconocer la Independencia. Haití ha tenido que pagar más del doble de las reclamaciones. Este hecho histórico que compromete el progreso de esta nación constituye un peso moral para la imagen de la diplomacia francesa. En este sentido buscan lacayos para impedir todo intento de ventilar este caso al nivel internacional y exigir reparaciones por este crimen histórico.

2-La pérdida de la influencia francesa en África es un símbolo del fracaso de la diplomacia francesa. Después de los americanos, los franceses son los actores más importantes por factores culturales. En este sentido, consideran al país como su patio trasero que debe mantenerse bajo su influencia. La emancipación de la sociedad haitiana puede considerarse como una amenaza y desobediencia a su derecho de injerencia natural.

Concluimos afirmando que el pueblo haitiano aspiraba a mejorar su calidad de vida, salvaguardar sus tradiciones y recuperar su soberanía. Estas aspiraciones justas y equitativas no constituyen en modo alguno ninguna amenaza estratégica o geopolítica para los intereses de Francia y sus aliados del Grupo Central. Es hora de que estos aliados entiendan que el pueblo haitiano quiere impulsar su propio proceso de desarrollo para una existencia digna.

El autor es Director Ejecutivo del Instituto Haitiano de Observatorio de Políticas Públicas (INHOPP)