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Enfoque

La vigencia del pensamiento de Pedro Henríquez Ureña

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María Isabel Castillo BáezSanto Domingo

¿Cómo se mantiene vivo y se hace trascender en el tiempo el legado de uno de los más destacados intelectuales latinoamericanos del siglo XX? El papel del estudio y de la academia resulta fundamental para ello.

En México, donde Pedro Henríquez Ureña dejó un legado de inmenso peso, mantener vivo su pensamiento y transmitir su obra y su ideario a las nuevas generaciones constituye un deber, especialmente para la representación diplomática dominicana en ese país, por tratarse de los aportes de un ilustre dominicano.

Desde su llegada a México en el 1906 hasta su salida en el 1914, su ideario y su conocimiento actualizado de las corrientes filosóficas y literarias de aquel tiempo, convirtieron a Pedro Henríquez Ureña en un personaje influyente, cuyo trabajo y pensamiento dieron lugar a lo que él mismo bautizó como una revolución filosófica, literaria y artística que ayudó a gestar el nacionalismo cultural mexicano que surgió en las primeras décadas del siglo XX. La huella que este ilustre dominicano dejó en México quedó grabada en la historia de forma indeleble con sus aportes medulares a la construcción del Ateneo de la Juventud, junto con Antonio Caso, Alfonso Reyes y José Vasconcelos. Fue así como la influencia de un dominicano que diseminaba el pensamiento clásico helénico, así como el de Mill, Nietzsche, Kant, Hegel, Rodó y Sarmiento, entre otros, contribuyó a aportar a México una revolución cultural aún antes de su revolución política del 1910.

Pedro Henríquez Ureña también dejó huella durante su segunda estadía en México del 1921-1924, cuando regresó a ese país, desde España, llamado por José Vasconcelos, para participar en el proyecto de creación de la Secretaría de Educación Pública de México. Fue Henríquez Ureña quien ayudó a elegir los libros que integrarían la colección de los famosos libros clásicos verdes para la educación popular. También fue el primer director de la escuela de verano, así como profesor y secretario de la Escuela de Altos Estudios de la Universidad Nacional. Además, fungió como director general de la enseñanza pública de Puebla.

Con el objetivo de preservar el legado y el ideario del Sócrates dominicano, de difundir su pensamiento a nuevas generaciones y contribuir a generar discusiones sobre los distintos y muy variados campos de interés que abarca su obra y pensamiento, el Colegio de México, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), la Universidad Nacional de México (UNAM) y la Embajada de la República Dominicana en México suscribieron, a principios de este año, un convenio modificatorio que sienta las bases para hacer más práctica y fluida la actividad de la Cátedra Extraordinaria de Estudios Latinoamericanos y del Caribe “Pedro Henríquez Ureña” que, aunque fue creada en el año 2009 mediante un convenio de cooperación interinstitucional, había tenido un largo período de inactividad.

La reactivación de esta cátedra constituye un merecido reconocimiento a Pedro Henríquez Ureña, a sus significativos aportes al humanismo latinoamericano y a la construcción del concepto mismo de lo latinoamericano, a su contribución a la literatura, a su compromiso académico y a su papel protagónico en la formación del pensamiento de la juventud intelectual mexicana de principios del siglo XX.

Como expresó alguna vez el respetado intelectual mexicano Enrique Krauze, Pedro Henríquez Ureña era “antes que nada un escritor moral que no escribió el camino de perfección: lo recorrió e inició a muchos otros en su recorrido. Fue un marinero intelectual. Su huella quedó en las tertulias de los puertos, en las cartas a los amigos, en sus múltiples travesías y en el mar”. La cátedra Pedro Henríquez Ureña continúa, de alguna forma, ese recorrido formativo itinerante que llevó a cabo el intelectual en México y que destaca Krauze.

Además, la reactivación de este espacio de discusión y enseñanza impulsa el trabajo académico, orientado a generar discusiones sobre las corrientes e ideales que dirigen el devenir de América Latina y el Caribe. Respecto de dirigir a la región latinoamericana y caribeña sobre la base de ideales supremos de justicia, del bien común y de unidad, nos habla el mismo Pedro Henríquez Ureña en su obra titulada, Patria de la justicia. En esas páginas, hace un llamado que nunca perderá vigencia al expresar que, “ahora, no nos hagamos ilusiones: no es ilusión la utopía, sino el creer que los ideales se realizan sin esfuerzo y sin sacrificio. Hay que trabajar. Nuestro ideal no será la obra de uno o de dos o tres hombres de genio, sino de la cooperación sostenida, llena de fe, de muchos, innumerables hombres modestos. {…} Hay que trabajar, con fe, con esperanza, todos los días. Amigos míos: A trabajar”… por mantener vivo el legado de nuestros grandes hombres, como Pedro Henríquez Ureña, y por nuestros ideales como país y como región.

La autora es embajadora de República Dominicana en México